La Organización de Naciones Unidas ha catalogado como genocidas los crímenes cometidos contra la etnia musulmana Rohinya en Myanmar – antigua Birmania. La declaración se dio debido a los sucesos ocurridos en agosto de 2017, cuando el estado de Rakhine, situado en la costa oeste del país asiático, puso en marcha una operación militar en contra de esta etnia minoritaria. La Organización de las Naciones Unidas ha expresado la necesidad de llevar el caso ante la Corte Penal Internacional (CPI) - facultada para juzgar crímenes de lesa humanidad como el genocidio o cualquier otro acto inhumano - o de crear un tribunal internacional penal ad hoc. El operativo militar surgió como respuesta a los ataques por parte del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA) - considerado como terrorista por el gobierno de Myanmar -, contra puestos policiales y militares de las Fuerzas Armadas ó Tatmadaw. A pesar de que Naipyidó defendió la operación y la definió como una campaña contra fuerzas terroristas que ocupan el territorio, la operación fue calificada como destructiva, brutal y violenta tanto por Naciones Unidas, como por diferentes ONG´s.
Actualmente, la étnia Rohinya no cuenta con reconocimiento legal por parte del gobierno central. Los miembros de esta étnia no pueden acceder a la ciudadanía, y por tanto están indocumentados. La gran mayoría son apátridas y se les priva de derechos básicos como la educación, el empleo y la salud. En este país de mayoría budista, no se les reconoce como una de las 135 etnias oficiales, se limita su libertad de movimiento, y se implementan políticas excluyentes para afectar los derechos de esta población, incluyendo los reproductivos, y por ende su demografía. Las Naciones Unidas ha acusado previamente a Myanmar de permitir la propagación de un discurso de odio y resentimiento, y de no ejercer su deber, dado que no brinda la protección a esta minoría. Así mismo, ha criticado a la líder de Myamnar y la ganadora del Premio Nobel de Paz de 1991, Aung San Suu Kyi, por sus acciones limitadas para contrarrestar esta problemática.
El amplio contexto represivo, la clara retórica de odio, la incitación a la población civil para tomar acciones violentas contra esta minoría, los asesinatos en masa, las violaciones grupales, las políticas excluyentes, y el desplazamiento forzoso debido a las olas de violencia y a la operación militar, permiten catalogar las acciones contra los Rohinya como de limpieza étnica y genocidas. En este último año, más 725.000 rohingyas han huído a Bangladesh debido a la represión y a que las Fuerzas Armadas con apoyo de la población civil, han incendiado progresivamente las aldeas en las que recide esta población. Además, ONG´s han informado que las Fuerzas Armadas están demoliendo las aldeas, y reconstruyendo la infraestructura para repoblar el territorio con etnias reconocidas por el gobierno nacional. Estas acciones recurrentes podría ser son un intento de limpieza étnica, pues implican la homogenización de la sociedad étnicamente.
Dado que el operativo militar en cuestión consistió en asediar las aldeas Rohinya, incendiarlas deliberadamente y disparar a aquellos que salían huyendo. Esta operación fue catalogada como una campaña de limpieza. Sin embargo, el claro patrón de persecución y de abusos sistemáticos contra los Rohinya y el consecuente desplazamiento forzado, constituyen crímenes de lesa humanidad. La Organización de Naciones Unidas ha acusado a las Fuerzas Militares de Myanmar en los estados de Rakhine, Shan y Kachin de cometer asesinatos, encarcelamiento sin el debido proceso, desaparición forzada, tortura, violación, persecución, esclavitud, exterminación, deportación y diversas formas de violencia sexual, incluyendo esclavitud. Todos categorizados en ese contexto como crímenes contra la humanidad, debido a que son crímenes inhumanos.
La categorización por parte de Naciones Unidas de estas acciones como genocidas, surgió debido a que la forma en la que fueron cometidos los crímenes por parte de los Tatmadaw hacia los Rohinya son parecidos a los los que son considerados como tácticas genocidas a nivel internacional. Aunque un genocidio puede durar años, la mayoría sigue los mismos patrones o estadios: clasificación (distinsión entre nosotros y ellos), simbolización mediante nombres o símbolos, deshumanización, polarización, preparación (las víctimas son separadas y e identificadas por su identidad étnica o religiosa), exterminio y negación. En el caso de los Rohinya, las políticas, las acciones militares y el discurso sectario impulsado por los budistas ha permitido la clasificación, simbolización, deshumanización, polarización y preparación de las víctimas. Si bien es cierto que aún no se ha catalogado como exterminio, el número de muertos aumentan y la nivel demográfico de esta etnia baja constantemente. El gobierno sigue negando la problemática.
Es por lo anterior, que la Organización de Naciones Unidas ha abogado por la consolidación de un organismo imparcial e independiente del gobierno que tenga la potestad para preservar y analizar las pruebas que se han reunido alrededor de las masacres. Así mismo, se ha instado a poner sanciones individuales a los implicados. La Organización de Naciones Unidos, ha instado al Consejo de Seguridad a llevar el caso a la Corte Penal Inertnacional, debido a que a esta se le adjudica esta potestad. Lo que temen algunos es el veto de la República Popular de China, lo cual evitaría que la Corte asuma y procese el caso.