EL NUEVO SIGLO entrevistó a Leonardo Garabieta, profesor de la Universidad de Belgrano, para hablar sobre el FMI, la devaluación, Macri y su posible salida anticipada
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EL NUEVO SIGLO: Esta semana ha sido crítica para la economía argentina ¿Qué está pasando?
Leonardo Garabieta: NO SE puede extrapolar de un contexto internacional. Yo hace unas semanas estaba en Turquía y algo similar estaba asomándose. Vamos por partes. Argentina generó un monstruo muy grande, que son los famosos “Lebac”, con un interés sumamente alto, lo que empieza a genera una deuda enorme, esos bonos hay que recomprarlos y esto va generar un dolor de cabeza a futuro. Por otro lado, Argentina tuvo que ir al FMI (Fondo Monetario Internacional), por lo cual tendrá que responder a cláusulas sumamente duras, que supongo que a partir del lunes cuando el Ministro de Hacienda viaje a Washington sabremos cuáles son.
En este momento te puedo contar que acá en Argentina hay una serie de manifestaciones y problemas graves. Tengo gente conocida que fue a retirar muy pocos dólares de su cuenta y en ese momento ya no tenían dólares. Esto genera mucho pánico, porque, si bien han pasado dos décadas (crisis de 2001), obviamente hay una sombra muy grande sobre este tipo de cosas.
Estamos en un momento complicado. Por primera vez en la historia el peso argentino está por debajo del peso uruguayo. La balanza comercial es negativa, estamos importando muchísima cosas. Este aumento del dólar desgraciadamente se va transmitir a los precios. Nos llama la atención que el otro día nuestro Presidente dio un discurso muy curso y fue como un efecto boomerang, porque una hora después la divisa americana se disparó. La economía argentina está dolarizada.
ENS: Ya se empiezan a ver los impactos de la inflación y la devaluación. Los alimentos han subido. ¿Ve un impacto en el consumo de los argentinos?
LG: Creo que hay una clase media baja que está sufriendo mucho. Me han dicho que algunos supermercados y minoristas están remarcando. Una economía dolarizada es cuando aumenta el dólar y automáticamente esto se refleja en los precios del consumidor. Estamos en esto hace mucho los argentinos.
No olvides que durante décadas Argentina siempre tuvo una inflación de dos dígitos, excepto unos pocos años en los 90. La inflación en Argentina es endémica.
ENS: Por qué cada tanto, cada década, se repite las mismas crisis. ¿Hay una relación entre estas crisis y los gobiernos no alineados con el peronismo?
LG: Podría decir que sí. Pero si tú ves lo que fueron los últimos años del gobierno anterior, también la inflación estuvo en dos dígitos. Desde la crisis de Lehman Brothers, 2008-2009, la inflación jamás bajó de dos dígitos. Con lo cual ni siquiera es un problema de decir que los gobiernos no peronistas han tenido grandes problemas. De hecho tanto Alfonsín, como De la Rúan ninguno de esos gobiernos democráticos pudo terminar su mandato. El tema de la inflación, aun en los períodos peronistas, ha sido de dos dígitos.
Hay que entender esto como un fenómeno endémico y no de un gobierno. Fíjate, tanto yéndose hacia la izquierda o a la derecha, obviamente es imposible manejar el tema de la inflación, cosa que Latinoamérica y el mundo en general lo ha hecho. Ayer se ha puesto como tasa de referencia el 60%, en un momento llegó al 80, esto es superior a la tasa de Venezuela. ¡Es la más alta del mundo! Lo cual suena como una locura disparata. Venimos sosteniendo una tasa de 40% y obviamente esa deuda hay que pagarla. ¿Quién la paga? Los contribuyentes, el pueblo, no cabe duda.
ENS: ¿Por qué Argentina sigue reproduciendo ese mal endémico?
LG: Yo creo que el problema que tiene la Argentina es que cada vez que cambiamos un gobierno cambiamos todo. Imagínate tú que hay países como Suiza o Bélgica que han estado prácticamente un año sin gobierno y el país sigue funcionando. Recuerda la última elección de Bush, a ver si había ganado en la Florida, y el país seguía funcionando más allá de que ganaran los demócratas o los republicanos.
En Argentina es como que cada gobierno quiere imponer un modelo, entonces no tenemos un proyectos a 30 años como tiene un país del primer mundo, por esos seguimos siendo una economía frontera. El gran problema es que nunca hubo un gran pacto como el de La Moncloa, por decirlo de alguna manera. En Estados Unidos, por más que ganen democráticas o republicanos, la FED es quien maneja el valor monetario. Y acá no sucede ese tipo de cosas. Hasta que Argentina no se siente en serio y haga un pacto, este, de decir “hagamos un proyecto a 20, 30 años”, vamos a seguir siendo producto de los vaivenes. Es un país cortoplacista.
ENS: La política monetaria de Macri parecía a primera vista positiva, pero con la llegada de Trump, y sus medidas proteccionistas, economías como la argentina y la turca se han visto afectadas
LG: Sin lugar a dudas. Uno tiene que entender que Lehman Brothers fue algo así como un rebote de lo que pasó en el viernes negro del 29. A partir de ese momento muchos políticos no se dieron cuenta de que el mundo se cerraba y que comenzaban un cierre de nacionalismo, no solo Trump, Europa se está cerrando, muchos países, excepto China.
Estos países cerrados tienden a abrirnos a nosotros y genera precisamente esto: un déficit en la balanza comercial sumamente importante. Seguimos importando y no podemos meter nuestras mercancías a ningún lado. Argentina está importando servicios de tecnología, que es muy caro. Obviamente nuestra balanza comercial será deficitaria.
ENS: Teniendo los antecedentes de anteriores gobiernos, ¿cómo ve el clima político? ¿Cree que Macri aguantará la presión social en los próximos meses?
LG: Aparte del paro del 25 de septiembre, van a venir otros. Por otro lado, hay que entender que la CGT (Confederación General del Trabajo), la que agrupa todos los sindicatos, está sumamente dividida. Por el bien del país sí, lo ideal es que este gobierno pueda llegar perfectamente a las elecciones de octubre de 2019. Gran parte del país, me atrevería a decir que la mitad, no quiere más que ningún Presidente se vaya ni en un avión, ni en un helicóptero, ni en un taxi. Porque le hace muy mal al país en su imagen en el exterior.