Los herededores de la familia imperial, destronada después de la Primera Guerra Mundial, buscan la restitución de los grandes palacios que le pertenecieron a su familia, pero algunos sectores se oponen a su petición
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UN SIGLO después de la abolición de la monarquía en Alemania, los herederos de la familia imperial reclaman la devolución de los castillos y obras de arte confiscadas después de la Segunda Guerra Mundial.
"Estas demandas se basan en las de mi abuelo, presentadas después de la reunificación", justificó en una entrevista al diario Die Welt el príncipe Jorge Federico de Prusia, jefe de la casa dinástica de los Hohenzollern, que marcó un milenio de historia de Alemania.
Esta dinastía, destronada después de la Primera Guerra Mundial, considera haber sido expropiada injustamente en el este por los soviéticos en la zona que más tarde sería la RDA comunista, pese a un acuerdo de 1926 con el Estado alemán sobre el reparto de los bienes imperiales.
Los detractores de los Hohenzollern estiman que las demandas son tardías y recuerdan las simpatías nazis de algunos miembros de la familia imperial durante el Tercer Reich.
Palacio de Cecilienhof
Está en juego el derecho de residencia en el palacio de Cecilienhof, en Potsdam, miles de obras de arte y más de un millón de euros en concepto de compensación.
Con su arquitectura de estilo Tudor, seis patios interiores y 55 chimeneas, Cecilienhof es conocido por haber acogido la Conferencia de Potsdam en 1945, donde los Aliados decidieron el futuro de los vencidos en la guerra.
Los Hohenzollern aseguran que no quieren ejercer "ninguna influencia en la presentación de las colecciones y exposiciones" en el interior, sino que buscan recuperar sus bienes, convertidos en propiedad de la RDA en 1949 y del Estado alemán tras la reunificación en 1990.
La fundación pública que administra la mayor parte del patrimonio de la antigua Prusia, los estados federados de Bramdeburgo y de Berlín y el Estado federal alemán se oponen.
"Los Hohenzollern se han marginado con sus reivindicaciones inaceptables", afirma el ministro de Finanzas de Bramdeburgo, Christian Görke.
Los representantes de los Hohenzollern y las fundaciones que administran los bienes llevan años negociando pero, a falta de un acuerdo, serán los tribunales los que zanjen el tema.
Jorge Federico de Prusia acaba de perder un juicio con el que quería recuperar un castillo a orillas del Rin.
"¡Qué caradura!"
"¡Qué caradura!", exclamó el expresidente del parlamento alemán Wolfgang Thierse. "Las reivindicaciones se basan en el derecho", replica Markus Hennig, abogado de los Hohenzollern. El acuerdo de 1926 otorgaba a la familia un derecho de residencia en los 39 castillos y la propiedad de lo que contenían.
El letrado sostiene que el príncipe "no quiere vivir en un castillo. Se trata de establecer qué pasará con este derecho de residencia".
Más allá del aspecto legal, el caso reabre un capítulo polémico de los Hohenzollern después de la llegada de los nazis al poder.
Según una ley de 1994, aquellas personas expropiadas por la Unión Soviética tienen el derecho de reivindicar una indemnización "si no apoyaron al régimen nazi".
Pero "hay un debate entre historiadores en torno al polémico vínculo del Kronprinz (el príncipe heredero, bisabuelo de Jorge Federico) con el nazismo. La mayoría de ellos estiman que existía un vínculo muy fuerte entre el NSDAP (partido nazi) y el Kronprinz, pese a que nunca fue miembro del partido", explica el historiador Stephan Malinowski.
"En 1932", señala, "el Kronprinz llamó a votar por Hitler en las elecciones presidenciales", que ganó el mariscal Hindenburg.
En el estado federado de Bramdeburgo, la izquierda radical, miembro del gobierno regional de coalición, milita por un referéndum popular contra las demandas de restitución imperiales.