INTENSA controversia, polarización y una cerrada pugna política. Eso fue lo que se evidenció en el Congreso de Estados Unidos por el esperado testimonio de la mujer que acusa a Brett Kavanaugh, el nominado por el presidente Donald Trump para ocupar una vacante crucial en la Corte Suprema de Estados Unidos.
El jueves fue el esperado “día D”. Era el cara a cara en la Comisión judicial del Senado entre Kavanaugh y su acusadora, la hoy académica experta en psicología, Christine Blasey Ford, quien asegura que hace 26 años, cuando tenía 15, fue objeto de intento de violación por el hoy reputado magistrado conservador, quien en la época rozaba los 17 años de edad.
Fue la palabra de él contra la de ella. Y, Blasey Ford aseguró ante los senadores y en transmisión en vivo para todo Estados Unidos, que ha seguido el caso como si de un novelón se tratara, "Yo creí que me iba a violar". Enumeró detalles de esa noche de 1982 y al ser preguntada cuán segura estaba de quién había sido su agresor dijo: "De la misma forma que estoy segura de que estoy hablando con usted ahora", no sin antes asegurar que tiene grabada, como huella indeleble “las ruidosas risas de ellos dos, divirtiéndose a mi costa".
Después fue el turno de réplica para Kavanaugh, el prestigioso y conservador juez de 53 años, hombre de familia y hasta ahora irreprochable, tanto en su vida personal como pública. Tras presentar sus argumentos para demostrar que no es él la persona a quien la mujer señala, “juro por Dios” que había dicho toda la verdad y que era inocente.
Y también fue más allá al señalar que no solo su familia y su nombre han sido “destruidos por estas acusaciones falsas y despiadadas”, sino que no iba a renunciar el proceso de nominación, del que agregó “se hay convertido en una vergüenza nacional”.
El del jueves fue un día de máxima tensión, no sólo por la expectativa de ver el rostro de la mujer que con su denuncia puede poner fin a la exitosa y reconocida carrera de este juez, sino por las presiones sociales y políticas que acarrea este proceso. Las primeras provienen de las activistas de #MeToo, que se tomaron las afueras del Capitolio para respaldar a la denunciante, motivadas según señalan los analistas, por el temor que suscita que el nombramiento del juez conservador arroje dudas sobre el futuro del derecho al aborto en Estados Unidos.
Y, las segundas, porque entre republicanos y la oposición demócrata es tan mínima, tanto en la Comisión Judicial (11-10) y en el Senado (51-49), respectivamente, que la confirmación del elegido por el presidente de EU, en medio de tanta presión y polarización, es muy incierta.
Sin embargo hay otra razón de fondo: inclinar la balanza política de la alta instancia jurídica estadounidense a favor del gobierno Trump. El actual nominado (Kavanaugh) ocupará la curul que en julio abandono Anthony Kennedy, un conservador moderado y considerado el voto “péndulo”.
Como se sabe la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos es la encargada, y así lo ha hecho durante toda su existencia, de tomar las decisiones más importantes del país, convirtiéndose así en una gran transformadora de la sociedad estadounidense. Sus integrantes son 9 jueces, el cargo es vitalicio y son ellos mismos quienes deciden cuando retirarse.
Actualmente la integran los demócratas Ruth Badr Ginsburg (85 años), Stephen Breyer (79), Sonia Sotomayor (64) y Elena Kagan (56). Los jueces republicanos son Clarence Thomas (70), John Roberts (63), Samuel Alito (68) y Neil Gorsuch (50). A ellos se unirá, si finalmente el Senado en pleno lo confirma, Kavanaugh, con lo que Trump estaría asegurando un voto a favor de las reformas que pueda presentar.
Sin embargo la suerte de Kavanaugh se definirá en al menos una semana más, ya que si bien la Comisión Judicial avaló la nominación, un copartidario de éste pero férreo enemigo de Trump, el senador Jeff Flake, forzó a qué esta pidiera al presidente Trump que el FBI realizara una indagación sobre las acusaciones contra el nominado, lo que el mandatario norteamericano ordenó dentro “de un alcance limitado y entregarse en menos de una semana”. Solo hasta después de ello se surtiría la votación en el plenario de la Cámara alta.
Flake había anunciado el viernes por la mañana que votaría sí, antes de ser atacado en los pasillos del Senado por mujeres indignadas. "Me estás diciendo que mi agresión no cuenta, que lo que me pasó no cuenta y que dejas que las personas que hacen estas cosas lleguen al poder", dijo una de ellas. Tras esa conversación, el senador mantuvo su voto, pero impuso la condición arriba referida.
Desde que comenzaron las acusaciones contra su nominado, Trump las ha calificado como “totalmente políticas” y lo ha descrito como “una de las mejores personas” que ha conocido. Tras su aval para la investigación complementaria al expediente, dijo que espera la votación del Senado.
Casado, padre de dos hijas, católico practicante, una vida dedicada a la justicia y uno de los principales investigadores del fiscal Kenneth Starr en la investigación y juicio político de Clinton por el romance con la becaria Mónica Lewinsky, Brett Kavanaugh enfrenta como lo dijo un senador republicano “un infierno” por cuenta de la denuncia de intento de abuso sexual. Se mostró complacido y dispuesto a colaborar con la investigación del FBI y ratificando su inocencia mantiene intacto su deseo de llegar a la Corte Suprema de Estados Unidos. Ese sueño que solo lo puede hacer realidad el Senado en pleno y tras la lupa que el FBI pondrá a las denuncias en contra del juez.