La política migratoria de Donald Trump sufrió un nuevo revés en tribunales de Estados Unidos, cuando un decreto del mandatario para restringir el derecho de asilo fue bloqueado por un juez, mientras miles de migrantes centroamericanos avanzan hacia la frontera sur del país.
Un juez federal en California suspendió a última hora del lunes un decreto firmado el 9 de noviembre por el presidente Trump que rechazaba automáticamente toda solicitud de asilo de personas que hubieran cruzado la frontera ilegalmente.
La orden temporal emitida por el juez de distrito de San Francisco, Jon Tigar, tiene alcance nacional y regirá hasta que la corte se pronuncie sobre el tema de fondo, para lo cual el magistrado fijó una primera audiencia el 19 de diciembre.
Tigar indicó que el decreto de Trump presenta un "conflicto irreconciliable" con la Ley de inmigración y nacionalidad (INA, por su sigla en inglés) de 1965, que establece que cualquier extranjero que llegue a Estados Unidos puede pedir asilo sin importar cómo ingrese.
"Cualquiera sea el alcance de la autoridad presidencial, no puede reescribir las leyes de inmigración para imponer una condición que el Congreso prohibió de manera expresa", dijo Tigar.
Tigar actuó en respuesta a una demanda presentada por organizaciones de defensa de los derechos civiles, entre ellas la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU), que celebró la decisión.
"Esta prohibición es ilegal y pondría en peligro la vida de las personas. Bloquearla es un paso crucial para combatir los ataques del gobierno contra los solicitantes de asilo", dijo en Twitter.
"Absurdo", dice el gobierno
Pero la Administración Trump, que ha invocado razones de "seguridad nacional" para controlar la inmigración, consideró "absurdo" que activistas busquen frenar al gobierno federal.
"Nuestro sistema de asilo está roto, y cada año se abusan de él decenas de miles de reclamos sin mérito", indicaron los departamentos de Justicia y de Seguridad Interior en una declaración conjunta, subrayando que el asilo es un "beneficio discrecional" que otorga el Poder Ejecutivo según se cumplan ciertas condiciones.
"Esperamos seguir defendiendo el legítimo y bien razonado ejercicio del Poder Ejecutivo de su autoridad para abordar la crisis en nuestra frontera sur".
Según las leyes de Estados Unidos, cualquier extranjero que pise suelo estadounidense es elegible para solicitar asilo y no puede ser deportado inmediatamente. Si se encuentran razones creíbles para un pedido de refugio, el solicitante queda en libertad hasta ser citado por el tribunal que decide sobre su caso.
El gobierno de Trump cuestiona esto, señalando que muchos desaparecen mientras su caso ingresa al sistema judicial, sumándose a las filas de los inmigrantes indocumentados.
"La gran mayoría de estas solicitudes terminan careciendo de mérito", afirmó un alto funcionario que pidió no ser identificado. Menos del 10% de los casos resultan en un otorgamiento del asilo, según el gobierno.
Pero organizaciones humanitarias y críticos de Trump afirman que al restringir los pedidos de asilo, la administración está de hecho cerrando la puerta a quienes realmente huyen de sus países para salvar sus vidas.
"Hoy me voy pal' norte!"
Miles de personas, en su mayoría de Honduras y El Salvador, marchan desde el 13 de octubre hacia Estados Unidos en al menos tres caravanas, buscando escapar de la violencia y la pobreza en sus países de origen.
Unos 3.500 ya llegaron a Tijuana, una ciudad mexicana fronteriza con la estadounidense San Diego, y se espera que otros 3.000 lo hagan a partir de este martes.
"¡Gracias Mexicali! "¡Viva México!", gritaron en la madrugada varios migrantes, muchos de ellos hombres hondureños, al partir de la ciudad de Mexicali rumbo a Tijuana, mientras sonaba una melodía de la banda puertorriqueña Calle 13: "Hoy me voy pal' norte sin pasaporte, sin transporte".
En los últimos años, más migrantes han pedido asilo en Estados Unidos, muchas veces tras ingresar ilegalmente al país.
Según cifras oficiales, en 2018 las patrullas fronterizas registraron más de 400.000 ingresos ilegales. Y en los últimos cinco años, el número de solicitantes de asilo ha aumentado en un 2.000%, desbordando el sistema, que tiene más de 700.000 casos acumulados para procesar.
Otras polémicas políticas migratorias de Trump, que llegó al poder con un duro discurso anti-inmigrantes, son objeto de batallas judiciales, entre ellas la eliminación del programa DACA, que ampara de la deportación a indocumentados llegados al país cuando eran niños, y el cuestionamiento de las ciudades santuario, que protegen a los inmigrantes sin papeles.
Sin embargo, tras idas y venidas en los tribunales, la Corte Suprema de Justicia avaló en junio una última versión del decreto de Trump que pone obstáculos al ingreso de ciudadanos de países mayoritariamente musulmanes, en una clara victoria de la Casa Blanca.