LAS discrepancias entre Estados Unidos y Europa sobre Irán parecen más grandes que nunca tras la extrema tensión de los últimos días, pero París, Londres y Berlín podrían intentar aprovechar la tímida apertura diplomática esbozada por Donald Trump.
"La brecha continúa ensanchándose, a lo largo de los últimos tres años", señala Benjamin Haddad, investigador francés del grupo de expertos Atlantic Council en Washington.
Después de la muerte del poderoso general iraní Qasem Soleimani en un ataque estadounidense con drones, y antes de la respuesta de Teherán lanzando misiles contra las bases que albergan a fuerzas de Estados Unidos en Irak, el secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo abandonó el lenguaje diplomático al reprochar a los europeos por no haber "sido tan útiles" como hubiera esperado apoyando al gobierno de su país.
Francia está "simplemente equivocada", incluso respondió a un ministro francés que había juzgado que el mundo era "más peligroso" después de la muerte de Soleimani.
En su discurso que supuestamente abriría una fase de apaciguamiento, el presidente estadounidense pidió solemnemente el miércoles el apoyo de los aliados europeos, algo por lo que no deja de presionar.
Su solicitud es doble: imitar su decisión de cerrar la puerta del acuerdo nuclear iraní; y fortalecer el propio esfuerzo militar estadounidense en Medio Oriente.
En la primera solicitud, la respuesta parece categórica: es no.
Mientras el multimillonario republicano hablaba desde la Casa Blanca, su aliado más cercano en Europa, Boris Johnson, reiteró al presidente iraní Hasan Rohani "el continuo compromiso del Reino Unido" con el acuerdo nuclear firmado en Viena en 2015.
Llamada a la OTAN
Este texto firmado en 2015 con Irán por parte de Alemania, China, Estados Unidos, Francia, Rusia y el Reino Unido sigue siendo "el mejor marco actualmente disponible" para evitar que Teherán se haga de una bomba atómica, señaló el primer ministro británico cuando Donald Trump lo dejó precisamente porque lo encontraba inadecuado para lograr este objetivo.
Lo mismo ocurre con toda la Unión Europea, incluso si el acuerdo está cada vez más amenazado después del restablecimiento de las sanciones estadounidenses y la retirada anunciada por la República Islámica.
"Me parece inimaginable que los aliados europeos se apresuren a ir detrás de Trump al abismo donde parece conducirnos", señaló Rachel Rizzo, especialista en seguridad transatlántica en el Center for a New American Security, otro grupo de expertos estadounidenses.
A sus ojos, Washington y los europeos están tan separados en este tema que es probable que las tensiones entre ellos empeoren aún más, antes de una posible mejora.
Básicamente, para muchos líderes del Viejo Continente la escalada en Medio Oriente es precisamente fruto de la retirada estadounidense del acuerdo iraní, que nunca lograron digerir.
La segunda solicitud de Donald Trump fue dirigida a la OTAN, a la que pidió involucrarse "mucho más" en la región.
Los europeos "apreciarán la ironía de un presidente que ha criticado en repetidas ocasiones a la Alianza Atlántica y sus miembros, y que recurre a ellos cuando se enfrentan a una crisis", dice Julie Smith, del German Marshall Fund de Estados Unidos
"El martillo y el yunque"
La pregunta también es saber si querrán hacerlo cuando la situación esté más tensa que nunca, pero también si tendrán los medios.
"Pero tienen que tomar la solicitud muy en serio", dijo Benjamin Haddad, para no encontrarse en la misma situación que en Siria, donde fueron tomados por sorpresa cuando Trump anunció la retirada estadounidense luego que había dejado en claro sus intenciones con mucha antelación.
Julie Smith señala que los europeos, ansiosos al mismo tiempo por no estar abiertamente enojados con su aliado estadounidense y por no romper definitivamente con Teherán, "están atrapados entre el martillo y el yunque".
El discurso de Trump, sin embargo, insinuó cierta apertura diplomática. Repitió que estaba listo para negociar un nuevo acuerdo con Irán e insistió de manera sin precedentes en los intereses comunes de los estadounidenses y los iraníes en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI).
"Hay una apertura paradójicamente más interesante que en septiembre", aseguró Benjamin Haddad. En ese momento, una reunión Trump-Rohani tramada por el presidente francés Emmanuel Macron pareció posible en la ONU, pero acabó derrumbándose.
Según este experto, después del episodio "extremadamente brutal pero puntual" de la eliminación de Soleimani, "hay una dinámica diferente en el lado estadounidense, pues Trump parece haber anotado un punto, haber restablecido un muestra de fuerza más favorable con Irán".
"Macron está en una posición ideal para interpretar el papel del intermediario pero en última instancia dependerá de Washington y Teherán", agregó.
Irak, en el ojo del huracán
Mientras, Irán y Estados Unidos parecen dirigirse hacia una desescalada, pero Irak, un país devastado por guerras y divisiones, se mantiene en el ojo del huracán tras los últimos ataques y represalias, aseguran los expertos.
Irak, sumido en 1980 en una guerra fratricida contra Irán y que nunca ha salido realmente de esta espiral de violencia, "quedará como una zona de conflicto", a distancia, afirma Randa Slim, del Middle East Institute.
"Como no hay ninguna verdadera desescalada garantizada, hay riesgo de seguir viendo represalias de los dos bandos en Irak", donde tanto Irak como Estados Unidos están presentes desde hace tiempo, dice Erica Gaston, de la New American Foundation.
Desde hace años, el segundo productor de petróleo de la OPEP intenta existir en el cerco impuesto por sus dos aliados: el vecino Irán, que no cesa de aumentar su influencia, y Estados Unidos, que lo invadió 2003 y lo ocupó durante ocho años.
Estos últimos días, el equilibrio de fuerzas parece haber cambiado: al matar en Bagdad al general iraní Soleimani y a Muhandis, Washington perdió sus últimos apoyos públicos locales.
Bagdad "no puede condenar públicamente a Irán, pues eso le podría salir caro entre la opinión pública nacional, no como ocurre con la crítica a Estados Unidos", explicó Ramzy Mardini, especialista en Irak.
En el Estado iraquí, los proiraníes no han dejado de ir ganando fuerza en el Parlamento, en el gobierno y dentro de las fuerzas de seguridad.
Y, lejos del ruedo político, en las inmediaciones de las bases que utilizan soldados estadounidenses, en el desierto occidental o en las montañas del Kurdistán, son las facciones entrenadas y financiadas por Teherán las que blanden la amenaza.
Aseguran haber formado un frente unido contra Estados Unidos y sus aliados regionales, mientras que son ellas, según Washington, las que llevan meses lanzando cohetes contra soldados y diplomáticos estadounidenses.
Si Irán, dicen estas facciones, vengó la muerte de Soleimani, a ellas les toca vengar la de Muhandis.
En este contexto, una acción excesiva es posible, señaló Gaston, pues "el Hashd cuenta con muchos milicianos enfadados, decididos a vengarse de Estados Unidos".