El 31 de agosto de 1990 se firmó el histórico “Tratado de la Unión” acuerdo con el que la antigua República Democrática Alemana (RDA) se incorporó formalmente a la República Federal de Alemania (RFA) tras 41 años de separación del país, por su derrota en la Segunda Guerra Mundial.
La reunificación, que se concretó el 3 de octubre de ese año, cerró un proceso de casi un año que se había puesto en marcha con la Caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, fecha que quiso ser establecida como la oficial de la reunificación pero que fue descartada por coincidir con la ignominiosa “Noche de los Cristales Rotos”, cuando en pleno auge del nazismo, en 1938, fueron asesinados judíos y se quemaron sinagogas en Alemania.
Tras la unificación, Brandenburgo, Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Turingia y la ciudad estado de Berlín se convirtieron en nuevos estados federados de la RFA. Culminaba así un proceso que comenzó con las reivindicaciones de más libertad de los ciudadanos de la RDA y el éxodo del este al oeste a través de las fronteras abiertas de Hungría y la entonces República de Checoslovaquia.
Sin embargo, tres décadas después de la reunificación, persisten muchas diferencias sociales entre los dos antiguos estados y un balance del proceso arroja luces y sombras sobre su implementación.
Pese a los programas de fomento a los antiguos estados de la Alemania comunista, aún es evidente la necesidad de seguir apoyando a las regiones del este. De hecho un informe sobre el estado de la unión alemana, asegura que aunque el Producto Interno Bruto (PIB) del este del país, pese a que se ha duplicado en estas tres décadas, es casi un 70% menor que el del oeste, situación que se repite con el nivel de los salarios y la recaudación impositiva, mientras que el desempleo es sensiblemente superior.
Sin embargo, la firma del Tratado supuso en su momento la superación del último obstáculo visible para su unificación ya que se armonizaron sus sistemas políticos y legales paso fundamental para concretar la fusión después de que en mayo de ese año se hubiera logrado la unificación económica de los dos Estados, sobre la base de una economía de mercado y la adopción de una moneda única, el deutschemark, que empezó a circular en julio.
El documento fue firmado por el entonces ministro del Interior de Bonn, Wolfgang Schaeuble, y el secretario de Estado de Berlín Oriental, Guenther Krause, tras meses de arduas negociaciones.
Podría pensarse que el Tratado es un ejemplo de la famosa “perfección alemana”, pero tras 30 años de desarrollo no son pocas las críticas y los problemas en su implementación reflejan que no lo es.
Sin embargo no cabe duda de que, a pesar de todo su suscripción y posterior concreción son hechos fundamentales en la historia alemana reciente.
A la firma de este Tratado prosiguió la suscripción de que se conoció como “Tratado dos más cuatro” o “Tratado sobre el acuerdo final con respecto a Alemania” que fue firmado el 12 de septiembre y en el que no sólo participaron la RFA y la RDA, sino que las cuatro naciones que controlaban las zonas de Berlín occidental desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es decir Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido y Francia, quienes avalaron el acuerdo y acordaron temas como la inviolabilidad de las fronteras alemanas de la posguerra y su incorporación a la OTAN.
Como se recordará tras el final de la Segunda Guerra Mundial se inicia una confrontación entre las dos superpotencias ganadoras, Estados Unidos y la Unión Soviética y como parte de la disputa se repartieron Alemania, y se construyó un muro en su capital, Berlín como símbolo de la división del mundo de la posguerra a pesar de que la ciudad se encontraba enteramente dentro de la zona de ocupación soviética.
Es así como se fundaron la República Democrática Alemana, bajo la influencia soviética y con un sistema político y económico impuesto por este Estado, y la República Federal de Alemania que con su capital en Bonn adquirió una organización democrática y liberal impulsado por los Estados Unidos.
Pocos años después del final de la guerra las autoridades soviéticas dispusieron el cierre de todos los accesos de comunicación entre las dos alemanias y se inició la brutal separación que llego a si fin en la fecha que se conmemora.
Frente a las tensiones que se produjeron entre las dos potencias durante la Guerra Fría y la creciente influencia de uno y otro país en otros al lado y lado del muro, en 1949 se establece el Tratado del Atlántico Norte (OTAN), con el que se pretendía mantener la cohesión entre las dos orillas del Atlántico contra la influencia soviética.
Sin embargo este acuerdo provocó como respuesta la formación, en 1955, de otra alianza militar, que se llamó el “Pacto de Varsovia” que buscaba la proyección de los países del bloque soviético y que contaba con la presencia de toda la Europa Oriental (Polonia, la entonces Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, algo más tarde la RDA y Albania) excepto Yugoslavia, que junto con Austria y Suiza comprendía un espacio neutral en el centro de Europa. Fuera de Europa se incorporarían más tarde Cuba, Mongolia y Vietnam.
Finalmente, para hacer frente a estos dos bloques los países que no pertenecían a uno u otro acuerdo crean el Grupo de los No Alineados en el que 120 países miembros buscaban conservar una posición neutral frente a las súper potencias.