¿Guaidó ya no es el ‘as’ contra Maduro? | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Miércoles, 24 de Junio de 2020
Redacción internacional
Si bien continúa siendo el principal líder opositor a la dictadura y es reconocido como presidente legítimo de Venezuela por 50 países, resulta innegable que ha perdido terreno a nivel interno y externo

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El 23 de enero de 2019 el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó Márquez, se declaró Presidente interino de su país, con el objetivo de poner fin a la usurpación del poder por parte de Nicolás Maduro. De paso se puso dos metas primarias: conformar un gobierno de transición y convocar a elecciones.

El anuncio fue recibido con júbilo por gran parte de la población venezolana, por los más de cinco  millones que se encuentran en el exilio y casi sesenta países que en cuestión de pocas semanas lo reconocieron como el verdadero mandatario y clave para el restablecimiento de la democracia.

Un año y medio después es poco lo que se ha avanzado en la consecución del objetivo. La figura de Guaidó se ha desgastado y debilitado. Una realidad que se puso más de presente esta semana luego de unas declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el sentido de que ya no confía plenamente en el jefe opositor  de Venezuela.

A pesar del firme apoyo que Trump le ha dado en año y medio a Guaidó, incluso proponiendo un plan de transición en el que este y Maduro se hacen a un lado y van a unas elecciones presidenciales limpias, lo cierto es que la oposición no ha logrado debilitar de manera significativa el poder del dictador.

Las declaraciones son llamativas ya que Estados Unidos lidera, desde enero de 2019, una cruzada internacional para sacar del poder a Maduro, cuya reelección considera fraudulenta y a quien atribuye corrupción generalizada, graves abusos a los derechos humanos, complicidad con el terrorismo, connivencia con la guerrilla colombiana, además de ser el responsable de la debacle económica de la otrora potencia petrolera.

Las declaraciones de Trump esta semana distan mucho de lo que pasó en febrero pasado, cuando Guaidó fue recibido con honores en la Casa Blanca. Incluso, dos días antes había acudido como invitado al discurso anual del mandatario sobre “el estado de la unión” en el Capitolio. Allí recibió una ovación de pie tanto de los congresistas republicanos como de los demócratas. En aquella visita el mandatario norteamericano prometió, una vez más, “aplastar la tiranía de Maduro”…

Sin embargo, y a pesar de una batería de sanciones políticas y económicas, un embargo de facto a las exportaciones de crudo y una recompensa de hasta 15 millones de dólares por la captura de Maduro, acusado de narcoterrorismo, la dictadura sigue en el poder, con más  apoyo de países como Rusia, China y Cuba, al tiempo que acorrala cada vez más a una oposición dividida y debilitada.

Pero la forma en que Guaidó está perdiendo peso específico político no solo se refiere a las dudas de la Casa Blanca. De hecho, el que Trump haya dicho que podría reunirse con Maduro así sea solo para discutir su salida pacífica del poder, tiene implicaciones políticas que desdicen de la legitimidad de la oposición porque, de alguna manera, reconocen que la dictadura tiene todavía juego político.

Pero no es el único revés del antichavismo. Es inminente una decisión de un tribunal de comercio de Londres que examina a quién, entre el gobierno Maduro y el de Guaidó, considera como el representante legítimo del pueblo venezolano para poder determinar posteriormente sobre la solicitud de repatriación de mil millones de dólares en oro (pertenecientes al tesoro del vecino país) depositados en el Banco de Inglaterra.

Guaidó sigue como presidente de la Asamblea Nacional, aunque el régimen chavista no lo reconoce y de hecho, tras una maniobra tramposa, trató de hacer elegir en enero pasado en ese cargo a un diputado rival del primero.

Quienes lo respaldan le ponderan que en año y medio ha logrado posicionar internacionalmente a la oposición y hacer de la lucha contra el chavismo una causa común de un gran número de países interesados en el restablecimiento de los principios democráticos en el país suramericano. También le reconocen que ha logrado avanzar para tratar de unificar los distintos frentes que luchan contra el régimen de Maduro, aunque se mantienen las fisuras.

Pero sus críticos tienen otra lectura. Aducen que esos logros parecen pequeños al no haber logrado, hasta ahora, sacar del poder a Maduro  ni forzar una división en su entorno. También dicen que su capacidad de convocatoria popular para salir a protestar a las calles (antes y durante la pandemia) ha disminuido de manera notable. Incluso hay quienes sostienen que precisamente por la debilidad política de la oposición es que el chavismo, a través del cooptado Tribunal Supremo de Justicia, decidió proceder ahora a suspender las directivas de los partidos Primero Justicia y Acción Democrática, en tanto quiere catalogar de “terrorista” a Voluntad Popular.

Este mismo tribunal designó hace pocos días a cinco miembros del Consejo Nacional Electoral, movida considerada por la oposición y la comunidad internacional como una “farsa” del oficialismo dirigida a perpetrar un fraude en las elecciones parlamentarias que quiere convocar para este año, así los partidos contradictores hayan anunciado que no participarán.

Tanto la remoción de las directivas opositoras como la designación de un CNE “títere”, va en la dirección de sacar a Guaidó de la Asamblea y del escenario político, aprovechando que la oposición tiene ahora más divisiones y la opinión pública está más preocupada por la pandemia, la crisis económica y la escasez generalizada, hasta de gasolina.

Todo lo anterior evidencia que el presidente interino atraviesa un momento difícil. Si bien continúa siendo el líder más reconocido del antichavismo a nivel interno y externo, su rol está cada vez más desgastado. Incluso hay copartidarios que consideran que Guaidó dejó pasar el punto de ebullición política en que podía forzar la caída de la dictadura, sobre todo generando una rebelión amplia en las Fuerzas Armadas contra  Maduro y compañía ¿Podrá recuperar el impulso? Esa es la gran pregunta, pero las sombras son cada día mayores. La mayor evidencia de ello es que, pese a toda la crisis interna y el aislamiento externo, la dictadura parece seguir fortaleciéndose.