Cientos de miles de viajeros desconcertados veían sus vacaciones arruinadas este lunes, muchos a la espera de ser repatriados en una operación sin precedentes desde España, Cuba y otros destinos turísticos, tras la brutal quiebra del histórico turoperador británico Thomas Cook.
En el aeropuerto londinense de Gatwick, James Egerton-Stanbridge, de 45 años, y su esposa Kim, de 60, descubrían que el viaje a Egipto que reservaron hace un año fue cancelado durante la noche a raíz de la bancarrota anunciada repentinamente de madrugada.
"Estoy furioso porque no sólo se han arruinado nuestras vacaciones, sino que ahora tenemos que hacer todo el papeleo para recuperar nuestro dinero", decía James a la AFP mientras Kim se declaraba "bajo mucho estrés" y "totalmente conmocionada".
Las escenas eran similares en aeropuertos de todo el mundo, como el español de Palma de Mallorca, donde agentes del gobierno británico vestidos con chalecos amarillos ayudaban a los turistas desorientados.
"Anoche, antes de irnos a dormir, hablamos con el representante de Thomas Cook en el hotel, que nos dijo 'todo está bien, todo está genial'. Esta mañana nos levantamos a las seis, mi esposa encendió el televisor y ahí fue cuando nos enteramos de que Thomas Cook había entrado en liquidación o lo que sea", decía Jim Faulkner, de 68 años, mientras esperaba regresar a Glasgow.
En el archipiélago español de Baleares había entre 25.000 y 30.000 clientes británicos de Thomas Cook, que empezaron a regresar en los aviones movilizados por la Autoridad de Aviación Civil (CAA), en la mayor operación de repatriación organizada por el Reino Unido en tiempos de paz.
Bajo el apelativo "Operación Matterhorn", las autoridades fletaron unos 40 aviones y se preveía 1.000 vuelos en una operación para repatriar a 150.000 viajeros británicos que podría costar hasta 100 millones de libras.
Pero sumando todos los destinos y nacionalidades, Thomas Cook tenía a unos 600.000 turistas de vacaciones en numerosos países y sólo los británicos entraban en la gran repatriación organizada por Londres.
Unos 22.000 turistas actualmente en Grecia podrían regresar a sus hogares en los próximos tres días, informó por su parte el gobierno griego. Los otros países de la Unión Europea también deberían supervisar el regreso de sus ciudadanos, cubiertos por una directiva europea, ATOL, que protege los viajes pagados por adelantado.
Thomas Cook está presente en Cuba, México, Tailandia, China, Emiratos Árabes Unidos o las islas Maldivas. Pero sus principales destinos se encuentra en el sur de Europa y en países mediterráneos como Túnez y Turquía.
22.000 empleos amenazados
La noticia podía tener también dramáticas consecuencias para los 22.000 empleados de Thomas Cook en todo el mundo, 9.000 de ellos en un Reino Unido cuya economía ya se ha visto sacudida por el Brexit.
"Esperamos que el grupo pueda ser vendido a nuevos inversores en lugar de ser desechado como un puñado de chatarra", declaró el secretario general del sindicato TSSA, el gibraltareño Manuel Cortes.
Thomas Cook, compañía pionera de los viajes turísticos de 178 años de antigüedad, negoció intensamente durante todo el fin de semana en busca de una inyección de 200 millones de libras –unos 250 millones de dólares, 227 millones de euros– para evitar el colapso. Pero fracasó y el lunes tuvo que cerrar repentinamente.
"Un rescate no habría sido un buen uso del dinero de los contribuyentes, habríamos tenido que repatriar a la gente más adelante y habríamos perdido más dinero en el proceso", defendió este lunes una portavoz del ejecutivo británico.
"Es un mercado muy competitivo y no es función del gobierno apoyar a las empresas cuando surge este tipo de problemas", agregó, asegurando que se investigará la responsabilidad de los directivos, que cobraron importantes primas mientras empeoraban los resultados del grupo.
El turoperador había visto decaer su negocio en los últimos años debido a la feroz competencia de las web de viajes y la reticencia de los turistas a viajar ante las incertidumbres que rodean al Brexit, retrasado ya dos veces este año.
El grupo presentó un plan de reestructuración por el cual el conglomerado chino Fosun habría tomado el control de sus actividades de turoperador, al tiempo que los acreedores (entre otros, los bancos RBS, Barclays y Lloyds) asumían el de su compañía aérea.
Pero los 900 millones de libras (1.020 millones de euros, 1.120 millones de dólares) prometidos por las partes no eran suficientes y por eso la compañía necesitaba otros 200 millones de libras para continuar con sus actividades.