Región comienza su escalada hacia el pico de la enfermedad con resultados muy disímiles. Brasil y Perú continúan entre los diez países con mayor afectación global.
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SOLO una radiografía con alto contraste, como lo estipulan los términos médicos, puede revelar el real panorama de la pandemia del Covid-19 y cómo se ha enfrentado en América Latina y el Caribe, donde Colombia está en el top 5 de los países que mejor han manejado la emergencia sanitaria.
El “estetoscopio” al coronavirus comenzó a ponerse desde el 25 de febrero, cuando Brasil confirmó su primer caso. Y en tan solo 17 días, los siguientes, las fuertes pulsaciones del Covid-19 se marcaban en todos los más de 40 países de la región desde su frontera norte, el límite entre México y Estados Unidos, hasta la Patagonia, considerada la antesala del Fin del Mundo, como se llama a la Antártida, el continente más austral de la Tierra y el único libre de coronavirus en el planeta.
Con el ojo puesto en Europa y América del Norte, donde el virulento Covid iniciaba su escalada hacia el pico, los suramericanos comenzaron a abrir sus propias historias clínicas, abarcando desde las decisiones políticas hasta las medidas sociales y sanitarias.
Con un mismo diagnóstico (la rápida expansión del virus) e igual tratamiento (la prioridad de salvar vidas), las “medicinas políticas” formuladas fueron diferentes y de allí que a hoy, a casi cuatro meses de la irrupción del coronavirus en la región, los resultados sean disímiles. Y eso sin registrar aún el temido pico de la pandemia.
Aunque temprano o tarde se adoptaron medidas iguales en las naciones latinoamericanas, a saber el cierre de fronteras, la cuarentena (en casi todos obligatoria), los extremos protocolos de bioseguridad, los hábitos de higiene y la realización de pruebas, el cumplimiento de las mismas fue dispar. Y en ello, sin duda, influyó la directriz de sus gobernantes, que de políticos pasaron a ser rápidamente conocedores a fondo de salud pública y a ejercer un liderazgo social como nunca.
La medición de la acción médica y sanitaria con los contagios, fallecimientos y recuperaciones del Covid-19, al igual que las ayudas económicas (en dinero y especie) y los alivios financieros ordenados para paliar el duro impacto del virus en la vida productiva, ha definido a los países de la región que con mayor eficiencia han enfrentado esta emergencia global.
De esta forma, Uruguay, Argentina, Costa Rica, Colombia y Paraguay podrían ponerse a la cabeza de un ranquin de efectividad, mientras que al final del mismo se ubicarían Venezuela y Nicaragua, por la poca credibilidad que hay con las estadísticas informadas por esos regímenes.
El primero de ellos ha sido considerado por las autoridades sanitarias globales como un ejemplo no solo por su baja estadística de afectados y fallecimientos por el virus, sino porque fue el único en la región que no ordenó el confinamiento obligatorio y porque su recién posesionado presidente, el derechista Luis Lacalle Pou, apeló a la responsabilidad ciudadana, que los caracteriza, para cumplir con dicho aislamiento preventivo.
A diferencia de otras naciones, los uruguayos fueron conscientes desde que se registró el primer positivo, el 13 de marzo, de la virulencia del Covid, y el quedarse en casa, tanto de trabajadores como comerciantes, fue una decisión personal.
En el campo político-económico el debutante Lacalle recibió el aval del unicameral Congreso no solo para las medidas sanitarias, sino para la creación del llamado Fondo del Coronavirus, que se financió principalmente con el recorte del 20 % en los salarios del presidente, ministros, legisladores y otros empleados públicos superiores a US$1.800 por mes, que se destinó a ayudas sociales, ya que dispone de un fuerte sistema sanitario.
Y si bien no es comparable con ninguna otra nación latinoamericana por su baja densidad poblacional (3,5 millones de habitantes), sus resultados a este sábado 6 de junio son: 832 contagios, de los cuales el 85 % se recuperaron (709), mientras que el 2,75 % (23 personas) fallecieron. Además, desde el jueves no registra nuevos casos.
Otro ejemplo de acertada gestión es Costa Rica, que tiene la menor tasa de mortalidad en la región -0,81 %- logrando con el cierre de su frontera norte evitar la propagación de casos provenientes de su vecina Nicaragua, la mayor amenaza sanitaria de esos territorios caribeños.
Con 5 millones de habitantes, este país centroamericano acumula 1.228 positivos de Covid-19, de los que se han recuperado más de la mitad (56 %) y 10 fallecidos, cifras que no han variado desde hace tres semanas.
Amén de la disciplina social que sin medidas tan restrictivas como la cuarentena obligatoria cumplieron sus ciudadanos, al igual que Uruguay, esta nación tiene un sólido sistema de salud (en el que invierte el 6 % de su PIB) y gran inversión en tecnología médica. Estos dos factores le permitieron que desde el momento en que apareció el primer contagio de Covid implementara los Ebais, centros de atención primaria, que con dos líneas (brigadas médicas a casa y atención hospitalaria) facilitaron la detección y el tratamiento de los afectados.
Otras de las naciones que se destacan por su manejo frente a la emergencia son Argentina y Colombia. Con una densidad poblacional similar (47 millones la primera y 50 millones, la segunda) han adoptado medidas muy parecidas, aunque en la nación austral el confinamiento preventivo, además de obligatorio, es el más prolongado (100 días) y la flexibilización de las restricciones a algunos comercios no logra reactivar el consumo, ya que ante la grave crisis económica los argentinos solo compran alimentos.
El presidente Alberto Fernández ha centrado su discurso en que “prefiero tener 10 % más de pobres y no 100 mil muertos en Argentina”, y aunque dio vía libre a la reapertura de las empresas, estas agobiadas por la prolongada parálisis y un panorama económico muy oscuro (el país está ad portas del default) contemplan la posibilidad de liquidación.
Con cifras al pasado viernes del Instituto John Hopkins, Argentina registra 20.197 positivos de coronavirus, de los cuales se han recuperado 6.088, mientras que los fallecidos son 632.
En cuanto a Colombia, luego de tres meses de decretada la cuarentena preventiva obligatoria, y al parecer empezando el pico de la pandemia, registra, también con cifras del viernes, 36.635 afectaciones, de las cuales el 37 % se han recuperado (13.638), mientras los fallecimientos se ubican en 1.145.
Con estos guarismos, tiene una tasa de contagios por millón de habitantes de 690, por encima de Paraguay (114), Costa Rica (206), Uruguay (233) y Argentina (463), pero mucho más baja que la mayoría de países latinoamericanos, como México (820), Bolivia (857), Ecuador (1.947), Brasil (2.072). Perú (2.209), Panamá (3.487), Chile (5.609), entre otros.
Descartando la situación en Venezuela y Nicaragua, donde se sospecha verdad oculta, esta rápida radiografía latinoamericana muestra las alarmas encendidas sobre los gigantes Brasil y México, al igual que sobre Perú, Chile, Ecuador y Bolivia, ante el vertiginoso aumento de contagios y fallecimientos diarios.
Capítulo aparte y más detallado merecen los dos países más grandes de la región, Brasil y México, ya que dada tanto su densidad poblacional (211 millones y más de 127 millones, respectivamente), como las decisiones políticas y sanitarias adoptadas, registran alta afectación de la pandemia.
El que más preocupa es Brasil, que se ubica como el segundo país más afectado en el mundo por el Covid, con 614.941 casos, más de la mitad de los contabilizados en América Latina y el Caribe, mientras que los fallecidos superan los 34 mil, el tercero con más víctimas mortales en el planeta, por detrás de Estados Unidos y Reino Unido en esta bitácora global.
Alarma también la situación en Perú, donde con los 187.400 contagios a hoy se evidencia un incremento sostenido de los mismos, al igual que en los decesos (más de 5 mil), al punto que se encuentra en el noveno lugar de afectaciones globales y el tercero de la región.
Como se ve, exactamente tres meses después de que el Covid-19 apareciera en la mayoría de los países latinoamericanos, la región comienza a escalar hacia el pico de la pandemia y se confía en que su impacto no sea como el que se registró en Europa y Estados Unidos. / Redacción Internacional.