El G20 es el principal foro internacional para la cooperación económica, financiera y política y por primera vez se va a llevar a cabo en Suramérica.
Argentina recibirá a líderes mundiales de todas las latitudes los días 30 de noviembre y 1 de diciembre, pero es tal la animadversión y los desencuentros entre muchos de ellos, que esta versión puede parecerse más a un ring de boxeo.
Desde el 2008 se realiza la cumbre anual de jefes de Estado del G20 [organización fundada en 1999]. Aunque en las primeras tres ediciones se hicieron llamados a la unión y al multilateralismo, las cumbres de 2010, llevada a cabo en Toronto (Canadá), y la de 2013 en San Petersburgo (Rusia), fueron las que delataron las diferencias entre los líderes en temas de materia económica para reducir sus déficits presupuestarios y especialmente sobre el futuro de Siria, que a pesar de la presión internacional, sigue siendo incierto.
Asimismo, el foro que está por llevarse a cabo en Argentina se realiza en momentos en que la desconfianza y la discordia entre los líderes no tiene precedentes.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman llegó a Buenos Aires con los ojos de todos los líderes encima tras el asesinato del periodista y columnista saudí de The Washington Post, Jamal Khashoggi, en el que según la CIA, Bin Salman tuvo algo que ver.
El encuentro más complicado para el príncipe se dará con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a quien le pidió una reunión para tratar de esclarecer los hechos que ocurrieron al interior de la embajada saudí en Estambul el pasado 2 de octubre y que terminaron con la macabra desaparición del periodista.
Bin Salman también enfrenta una demanda de la ONG Human Rights Watch en Argentina por presuntos crímenes de guerra cometidos por la coalición liderada por su país en Yemen y su posible complicidad en la tortura de ciudadanos saudíes, incluido Khashoggi.
Aunque la ley argentina otorga al poder judicial el derecho de investigar los crímenes de guerra y la tortura a nivel mundial, la entrada de Salman a Argentina fue permitida y se espera que este miércoles un juez de un fallo al pedido de la ONG.
Por su parte, el presidente de EEUU, Donald Trump, que en la edición de 2017 se enfrentaba con todo el G20 por su decisión de abandonar el Acuerdo Climático de París, llega a Buenos Aires después de arremeter [a través de Twitter] contra el presidente de Francia, Emmanuel Macron, de quien se ha burlado por su baja popularidad [26 por ciento] y con quien tuvo un desacuerdo a principios de noviembre por la idea del mandatario galo de armar un ejército europeo.
Sin embargo, se cree que Macron intentará esquivar cualquier comentario de Trump en un momento en el que tiene problemas más serios en casa en los cuales pensar: protestas por el alto precio del diésel, el bajo costo adquisitivo de los hogares y el pedido de descentralizar la política y darles importancia a las regiones.
Trump también liderará en este foro la batalla comercial contra China, pero esta vez con Xi Jinping frente a frente.
Según afirmó este lunes el diario The Wall Street Journal, la administración Trump estará lista el próximo 1 de enero para aumentar al 25% los aranceles a productos importados desde China equivalentes a USD 200.000 millones. El pasado mes de septiembre el impuesto ya se había incrementado a 10%.
Por eso el cara a cara entre los dos mandatarios es uno de los eventos más esperados del año.
El mexicano Enrique Peña Nieto dice adiós a esta cumbre y a su mandato, por lo que estará solo unas horas en Argentina y luego regresará a su país para entregar el poder a Andrés Manuel López Obrador.
El viernes será la primera vez que Peña Nieto se encuentre con Trump y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau después de la negociación del T-MEC, el acuerdo de libre comercio que reemplazó al NAFTA y que tuvo al mandatario estadounidense lanzando dardos contra Trudeau especialmente.
México y Estados Unidos también centran la atención por la caravana de miles de migrantes que atravesó Centroamérica con la intención de pasar la frontera hacia EEUU. Trump había dejado en claro esta semana que no los dejará entrar mientras que las fuerzas de la Patrulla Fronteriza de ese país, apostadas en la frontera con Tijuana, lanzaron gas lacrimógeno y balas de goma ante los intentos de ingresar a la fuerza de algunos inmigrantes.
De otro lado se encuentra la primera ministra británica, Theresa May, que llega a la cumbre con la incertidumbre de la aprobación del brexit por parte del Parlamento Británico el próximo 11 de diciembre. May se verá la cara con el presidente ruso, Vladimir Putin, después del escándalo por el intento de envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal cerca a Londres.
La visita de May también representa un gran avance para la región en materia de política exterior, ya que será la primera vez que un líder del Reino Unido viaje a Argentina tras la guerra de las Malvinas entre ambos países ocurrida en 1982. May sostendrá una reunión privada con el presidente argentino, Mauricio Macri, quien tiene la atención mundial encima por la organización de la cumbre.
No se puede dejar atrás a Putin quien esta semana tiene en vilo a Europa y Asia por la captura de dos barcos ucranianos en el Mar de Azov, lo que llevó a Ucrania a declarar la ley de excepción mientras ambas naciones se preparan para un posible enfrentamiento militar que es alentado por fuertes movimientos nacionalistas.
Los países que hacen parte del G20 producen el 85 por ciento del producto interno bruto global, tienen el 66% de la población mundial y realizan el 80% de las inversiones globales. Aunque los temas centrales del foro serán comercio, cambio climático, acero, migraciones y refugiados, la hostilidad entre los jefes de Estado es tal que se esperan pocos acuerdos en estas materias.
Lo que si promete esta cumbre son apretones de mano y sonrisas especialmente fabricadas para ocultar la carga de rivalidad que pone a tambalear a la cofradía de los más poderosos.