Los últimos enfrentamientos entre el Estado de Israel y el movimiento islamista palestino armado Hamás, y la violencia que han padecido ciudades en las que conviven árabes e israelíes, podrían estar complicando la formación de un gobierno, aumentando los "riesgos" de convocatoria a nuevas elecciones generales.
Este es un temor que el día de ayer manifestaron varios expertos e internacionalistas que han hecho atento seguimiento a los últimos días de enfrentamientos.
El escenario de una nueva consulta, que sería la quinta en algo más de dos años, podría beneficiar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien ya suma doce años consecutivos en el poder. No obstante, la oposición a Netanyahu todavía puede aprovechar esta ocasión y la pequeña rendija que le queda, para formar un bloque suficientemente potente como para hacerle frente al primer ministro más duradero en la historia de Israel.
No obstante, los últimos 11 días de bombardeos que finalizaron el pasado viernes, han llevado al bloque opositor, muy heterogéneo, a mostrar sus divisiones más profundas en cuestiones de seguridad e identidad.
En esta configuración, "la mayoría de observadores prevé una quinta elección", explica Toby Greene, profesor de Ciencias Políticas en la universidad Bar Ilan, cercana a Tel Aviv. "Pero aún quedan 10 días y, en la política israelí eso es mucho tiempo", añade.
Lideres opositores forman gobierno
El líder opositor y de la formación centrista denominada, Yesh Atid, que en español se traduce como, "Hay futuro", Yair Lapid, tiene hasta el 3 de junio para intentar formar gobierno.
Tres semanas atrás, el camino hacia el poder para Lapid parecía bien demarcado, pero durante el conflicto con Hamás, Netanyahu tuvo libertad para fortalecer su imagen de líder en medio de la crisis, en un país que "tradicionalmente se alinea tras el jefe gobernante" cuando estalla un conflicto, recuerda Yonatan Freeman, profesor de Ciencias Políticas en la universidad Hebraica de Jerusalén.
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Adicionalmente, que Netanyahu apareciera cotidianamente como 'jefe de guerra' los 11 días de bobardeos sirvieron para "romper al bloque de opositor", afirmó Yohanan Plesner, presidente del Instituto para la democracia israelí.
A Lapid sólo le queda un único socio posible: la formación de extrema derecha, Yamina, de Naftali Bennett. Si ideológicamente mucho opone a estos dos hombres, dos cosas los unen: su voluntad de evitar a toda costa una agotadora quinta consulta y su deseo de derrocar a Netanyahu.
Alianzas
Además, Lapid y Bennett solos no cuentan con suficientes escaños para formar coalición. Les faltarían otros diez, los de los partidos árabo-israelíes.
Por cierto, una alianza con el partido de Bennett, adalid de los colonos judíos, es suficiente para asustar a los diputados árabes más críticos con Israel. Pero un mes atrás se consideraba esta circunstancia.
Desde entonces, imágenes de sinagogas incendiadas en algunas ciudades mixtas del país por manifestantes árabo-israelíes y la reapertura del frente en Gaza con Hamás, han llevado a "Bennett a reconsiderar lo de aliarse con los partidos árabes", afirma el analista Yohann Plesner.
En este contexto, Lapid tiene pocas chances de éxito en su apuesta por formar gobierno antes del 3 de junio, pero "tampoco es imposible", considera.
Netanyahu, en cambio, puede contar con dos aliados: Benny Gantz, exadversario en las elecciones y ministro de Defensa, así como con Gideon Saar, que venía de abandonar al Likud, partido histórico de la derecha israelí.
En tanto la situación de seguridad se calmaba en Israel, tanto interiormente como sobre la Franja de Gaza, Lapid anunció la reanudación de las conversaciones para formar coalición para este lunes.
Tras el conflicto, los partidos árabes se mostraron muy reservados sobre este eventual bloque, que sería en todos los aspectos el más raro de la historia política del país.