El empuje de las políticas y posiciones nacionalistas en los países europeos se están constituyendo en factores, aunque no los únicos, para que los procesos de militarización y armamentismo se fortalezcan en el Viejo Continente. No son las únicas causales que se identifican, debido a que el cabildeo (“lobby”) de los productores y comerciantes de armas también impone presencia, tanto en los organismos legislativos como en los ejecutivos de los diferentes países.
Como se puede inferir, estos cabildeos tienen mayor espacio de acción en territorios donde mandan la parada regímenes conservadores, nacionalistas o abiertamente las denominadas democracias de fachada. Esto último muy ejemplificado en el caso de Hungría. Un país de unos 93,000 kilómetros cuadrados con cerca de 10 millones de habitantes, nación en donde ha afincado sus activos políticos como Primer Ministro, Viktor Ordán (1963 -). Es un hombre de convicciones recias y su cariño por el poder es indiscutible y sincero: está atornillado al mando del Ejecutivo húngaro, sin interrupciones, desde el 29 de mayo de 2010.
El caso húngaro no es estrictamente generalizable pero puede ser una significativa advertencia respecto a los cauces en los que podrían desembocar otras formas de gobierno aún democráticos en otros países. Incluyendo en ellos al propio Estados Unidos, en donde a pesar de la debacle que se le viene anunciado al actual mandatario -se encuentra con 10 puntos de desventaja actual con Joe Biden- todavía puede hacer “lucir” su talante y aglutinar a los sectores más pertinaces.
En el caso de Europa quizá exista un tratamiento injusto hacia los gobiernos de diferentes países. Dado que tiende a ponderarse con mayor importancia, en virtud de su peso en la Unión, a los países más grandes -casos de Alemania, Francia, Italia y hasta cierto punto España-. En contraste, si la situación política se refiere a países de relativos mercados y territorios reducidos, las cosas tienden a tener menos prioridad en las consideraciones. Véase por ejemplo, los regímenes de países que emergieron luego de la implosión de la exYugoslavia -Croacia y Eslovenia-.
De manera particular, el caso es que de inicios de marzo a fines de mayo de este año de 2020, varios países europeos colocaron y reforzaron tropas nacionales en sus diferentes fronteras. Al respecto de la seguridad interna y el tema de fuerzas militares, no se ha podido avanzar demasiado en una política unificada. Para ello uno de los factores también ha sido el provocado por la afluencia de refugiados -África y la cruel guerra en Siria-. Los diferentes gobiernos se muestran reacios a establecer una coordinación muy estricta en seguridad interna, de manera análoga a lo que ocurre con el tema de la política fiscal.
Estas naciones, al reforzar sus controles y patrullas fronterizas prácticamente cerraron el paso a la inmigración en general. En esto también influyó, el estrago que genera la pandemia del Covid-19. Tal y como lo ha documentado Paul Akkerman, por ejemplo, Polonia habría desplegado unos 1.500 soldados con el fin de apoyar a la guardia fronteriza. Portugal no sólo reforzó tropa en las fronteras sino también y de manera novedosa, ha incorporado drones de última tecnología, como parte de los mecanismos de vigilancia.
Un reporte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) dado a conocer recientemente, puntualiza que los países que con mayor intensidad han fortalecido sus tropas en la frontera, han sido: Eslovaquia, Eslovenia, Holanda -en este caso utilizando policía militar- Grecia, Letonia, Lituania y República Checa.
En todo esto, es de precisar que no se trataría de despliegues permanentes. Diferentes gobiernos han manifestado de manera oficial, que esas asignaciones de tropas son temporales, en función de las emergencias de contagio y enfermedad que impone la pandemia. No obstante es de recordar que controles de seguridad mediante notable presencia militar, son un hecho importante en las fronteras exteriores de la Unión, en especial a raíz de las crisis de los refugiados que tuvo lugar en 2015.
Es una práctica de contención y de disuasión de refugiados que comenzó en las referidas fronteras exteriores, pero que ha pasado a las fronteras al interior de la Unión, e incluso se ha extendido a terceros países. Es evidente que Turquía y el régimen de Erdogan se han visto abocados a esta práctica de manera significativa. En este caso no sólo es la contención de refugiados, sino también su “traslado” a una tierra de nadie en la frontera con Grecia, a lo que se agrega la directa participación turca en el conflicto sirio. El cual lleva ya nueve años y más de 400,000 muertos a mayo de este año.
En efecto, las militarizaciones europeas no son tan novedosas. Allí está para ilustrarlo la operación Sofía, la que habría sido la primera misión militar europea que tuvo por fin impedir la migración en los países mediterráneos. De manera actualizada, los controles fronterizos que restringen a los migrantes se han consolidado en el Sistema de Vigilancia Europeo, Eurosur. Es un conjunto integrado de dispositivos que permite intercambiar datos de migración y seguridad entre todos los países miembros de la Unión. Nótese por otra parte, que Europa tiene en la actualidad, lo que se reporta son más de mil kilómetros de muros y vallas en sus fronteras, en los cuales hay dotación de equipos de última generación.
Aunque se trata de países europeos que poseen en general mayor desarrollo y por tanto más recursos económicos, la militarización puede ser un riesgo para las libertades civiles y el respeto a los derechos humanos, tal y como puede evidenciarse trágicamente en los países del Tercer Mundo.
Es cierto, en Europa hay mayor consistencia institucional y mayor peso de la sociedad civil, no obstante los gastos militares también pueden disminuir recursos para la inversión. No sólo aquella de índole física -vías, carreteras, banda ancha, sistemas 4G- o bien para lo que sería el talento humano -lo imprescindible de la educación- sino también y muy en particular en las actuales condiciones, mermarse los recursos para los sistemas de salud que en muchos casos se han visto desbordados con la actual pandemia del Covid-19.
*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Titular, Facultad de Administración de la Universidad del Rosario