ESTADOS UNIDOS y China abrieron su nueva ronda de negociaciones, en un nuevo esfuerzo para superar las tensiones comerciales que mantienen en vilo a la economía mundial.
Estas son las primeras conversaciones desde que China adoptó medidas internas que fueron interpretadas como un gesto de apoyo al esfuerzo bilateral, y por parte estadounidense participan representante de Comercio, Robert Lighthizer, y el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.
China aseguró que todavía "hay mucho trabajo por hacer", según un portavoz del gobierno. "Estamos encantados de volver a Pekín. Estamos impacientes de tener reuniones productivas", dijo Steven Mnuchin.
Aunque el presidente Donald Trump expresó recientemente su esperanza de poder firmar en breve un acuerdo con su homólogo chino Xi Jinping, las negociaciones se arrastran sin llegar a los temas substanciales del desentendimiento.
Por ello, Lighthizer ya trató de reducir las expectativas antes de este encuentro en Pekín, que será seguido por nuevas conversaciones al inicio de abril en Washington.
"Si hay un gran acuerdo para sellar, lo haremos. Sino, buscaremos otro plan", dijo el funcionario a la Radio Nacional Pública estadounidense esta semana.
Los dos gigantes económicos se impusieron en 2018 recíprocamente aranceles por miles de millones de dólares, en un duelo que afectó la industria y la agricultura de los dos países, con efectos secundarios en muchas otras economías.
Inclusive el propio Trump sugirió que los aranceles adoptados por Washington podrían ser mantenidos aún si se logra un acuerdo, para verificar que China cumpla con su parte. China, sin embargo, ha adoptado medidas para atender a las quejas estadounidenses.
A inicios de marzo, el Parlamento chino aprobó súbitamente una ley que protege a firmas extranjeras de la necesidad de transferir tecnología, una de las principales quejas de Estados Unidos.
El Primer Ministro Li Keqiang reiteró el compromiso de aumentar las sanciones a los que violen la propiedad intelectual, un nudo central de la disputa con Washington. Aunque Estados Unidos ha criticado directamente prácticas chinas, Lighthizer aseguró en la semana que "algunas de las cosas que estamos pidiendo no son anti-China".
"La protección de la propiedad intelectual no es anti China. Parar de forzar la transferencia de tecnología no es anti China. Inclusive, no faltará quien diga que son 'pro-China', ya que ayudará a su economía", alegó.
Los negociadores esperan resolver algunas de las diferencias que subsisten en temas paralelos, como los subsidios chinos a empresas estatales y la política de establecer empresas chinas en sectores estratégicos.
"En nuestras conversaciones con el gobierno estadounidense, nos han dicho que los subsidios que desnivelan el terreno de juego entre compresas extranjeras y domésticas es algo de sigue siendo negociado", dijo Jacob Parker, vicepresidente del Consejo Empresarial EEUU-China.
Cuando Li presentó los planes políticos del gobierno a inicios de marzo, no mencionó la controvertida política industrial conocida como "Made in China", que impulsaba a las empresas a controlar industrias estratégicas.
Sin embargo, analistas apuntan que el impulso de Pekín por la innovación continuará en práctica. Otras firmas de tecnología tienen limitado acceso al mercado chino, y gigantes como Google, Facebook y Amazon enfrentan firmes restricciones.
Por eso, China aún debe hacer concesiones para permitir un mayor acceso al mercado por empresas de tecnología de nube, de acuerdo con un reporte del diario Financial Times de esta semana.