Hombre todopoderoso de Túnez durante dos decenios y símbolo de los regímenes autoritarios árabes, Zine El Abidine Ben Alí fue derrocado por un levantamiento popular de resonancia planetaria en 2011 y obligado al exilio.
Ben Alí, de 83 años, procedente de una familia modesta del centroeste del país, falleció este jueves en Yeda, Arabia Saudita, donde se había refugiado tras haber sido derrocado el 14 de enero de 2011. Su derrocamiento fue el primer paso de la "Primavera Árabe", que puso fin a los mandatos de Hosni Mubarak y del libio Muamar el Gadafi durante los meses siguientes.
Veintitrés años antes, el 7 de noviembre de 1987, Zine El Abidine Ben Alí accedió al poder gracias a un "golpe de Estado de carácter médico" contra el padre de la independencia tunecina, Habib Bourguiba, autoproclamado presidente vitalicio.
"Un acto de rectificación, de salvación nacional", argumenta. "Tenía que restablecer el estado de derecho. El presidente estaba enfermo y tenía un séquito nefasto", explica en una entrevista a una cadena francesa en 1988.
Ben Alí, sucesivamente general, líder de la seguridad nacional, ministro del Interior y luego primer ministro en el momento del golpe de Estado, instaura rápidamente un régimen represivo.
Más tarde, su séquito personal será también amonestado por corrupción y nepotismo. Si bien después del golpe de Estado sus partidarios y muchos tunecinos, lo saludan como "el salvador" de un país a la deriva, la dictadura se arraiga rápidamente.
Militar de carrera, formado en parte en Francia y en Estados Unidos, "ZABA", como lo apodaban sus opositores, se apoya en el aparato policial para sofocar toda contestación, sobre todo la de los islamistas, así como para silenciar a la prensa y a los sindicatos.
Omnipresente tanto en la calle como en los medios de comunicación, se enorgullece de mejorar el nivel de vida de sus compatriotas y de "hacer de Túnez un país moderno que muchas naciones amigas citan como ejemplo".
- Clan familiar -
Padre de 6 hijos, 3 de ellos de un primer matrimonio, se lo veía a menudo acompañado de su segunda esposa, Leila, detestada por la población ya que, junto a su clan familiar, atestaron duros golpes a la economía del país.
Al mismo tiempo, Ben Alí cuenta con el apoyo inquebrantable de una buena parte de la comunidad internacional. Percibido como un baluarte contra los islamistas, es encomiado por continuar con las políticas favorables a la emancipación de las mujeres de Bourguiba.
Las pocas voces que se alzan para denunciar las violaciones de los derechos humanos, cometidas por quien la población critica sólo susurrando, se ven inmediatamente acalladas confrontadas con el "milagro tunecino".
En 2003, el presidente francés Jacques Chirac resume este concepto en una fórmula histórica. "El primero de los derechos humanos es comer, ser curado, recibir una educación y tener un hábitat. Desde este punto de vista, hay que reconocer que Túnez está muy por delante de muchos países", afirma.
Pero la "imagen de postal" turística se desintegra inexorablemente. El desempleo, la miseria, la corrupción y la marginación de regiones enteras tienen su punto cúlmine el 17 de diciembre de 2010 con la autoinmolación del mercader ambulante Mohamed Bouazizi, lo que dio inicio a la revolución.
Después de un mes de protestas y casi 300 muertos, Ben Alí y su régimen están en las últimas. El 14 de enero de 2011 huye con su esposa e hijo a Arabia Saudita. No se supo mucho sobre su vida en el reino saudí, salvo por algunas fotos publicadas en Instagram por su hija Nesrine.