LAS PRIMERAS negociaciones interyemeníes desde 2016, previstas en Suecia, son una gran ocasión para encarrilar hacia la paz un país devastado, estiman analistas en un momento en el que las grandes potencias presionan al máximo para detener la guerra.
El mediador de la ONU, el británico Martin Griffiths, llegó a Estocolmo acompañado de una delegación de rebeldes. Los representantes del gobierno del presidente yemení Abd Rabbo Mansur Hadi partieron de Riad rumbo a Suecia.
Por el momento han fracasado todos los intentos de poner fin a cuatro años de guerra, pero estas negociaciones infunden cierto optimismo. La guerra opone a los rebeldes hutíes chiitas, respaldados por Irán, con los partidarios del gobierno de Hadi, apoyados militarmente por una coalición encabezada por Arabia Saudita.
La guerra arrastró al país más pobre de la Península arábiga al borde de la hambruna y provocó, según la ONU, la peor crisis humanitaria del mundo.
Imágenes de niños con desnutrición severa y demasiado delgados para moverse dieron la vuelta al mundo.
"Ahora tenemos la oportunidad -probablemente la mejor desde hace meses- de mantener por fin negociaciones de paz", dijo a la AFP Elizabeth Dickinson, analista del International Crisis Group (ICG).
Arabia Saudita parece dispuesta a dar un paso debido a la presión ejercida sobre el país tras del asesinato el 2 de octubre del periodista saudita Jamal Khashoggi en su consulado de Estanbul.
A pesar de las declaraciones de buenas intenciones, persisten las dudas sobre si la presión exterior bastará para que las partes negocien "seriamente", señala Dickinson. "Ahora existe una oportunidad para la paz en Yemen", proclamó asimismo hace un mes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
"Si somos capaces de detener la guerra en Yemen, podremos parar el peor desastre humanitario al que nos enfrentamos en el mundo", recalcó el 28 de noviembre. En septiembre, unas negociaciones de paz fracasaron por el rechazo de los hutíes a viajar a Ginebra sin garantías para el regreso a la capital de Yemen, Saná, y para la evacuación de rebeldes heridos a Omán.
La ronda de conversaciones celebrada en 2016 en Kuwáit se saldó con un fracaso al cabo de 108 días y los delegados rebeldes permanecieron bloqueados en el sultanato de Omán durante tres meses.
Esta vez su presencia en Suecia se vio favorecida por dos medidas de confianza: la evacuación el lunes de 50 rebeldes heridos hacia Omán y un acuerdo de canje de centenares de prisioneros.
Según Neil Partrick, especialista en el Golfo, es el "momento más propicio para poner fin a los combates" desde la intervención militar de la coalición liderada por Riad en marzo de 2015. El asesinato de Jamal Khashoggi llevó a Estados Unidos y a Reino Unido a presionar a los saudíes.
El experto en Yemen Franck Mermier, del centro francés de investigaciones CNRS, advierte que el camino hacia la paz será largo.
Según él, las presiones no podrán "forzar a Arabia Saudita a instaurar un cese de las hostilidades sin obtener ventajas importantes en el terreno militar". Y los hutíes -estima- no querrán renunciar al poder y "sus concesiones serán mínimas".
La guerra ha destrozado Yemen.
Según el Banco Mundial (BM), la contienda bélica provocó un derrumbe de la economía, con una contracción masiva del PIB de 50% desde 2015. El desempleo supera el 30%, la inflación ronda el 42% y la mayoría de los trabajadores no cobran su salario. Son zaidianos, una rama del chiismo, y se consideran marginados por el gobierno central.