AUNQUE la líder opositora Keiko Fujimori está en alto riesgo de volver a la cárcel, decisión que se conocerá el próximo 26, desde que recuperó su libertad a mediados del mes pasado se ha impuesto como reto volver a convertir el fujimorismo en la primera fuerza del Perú, tras el desplome de ese movimiento radical populista, tanto por su ausencia como por el pulso que mantiene con su hermano menor.
En esa labor se encuentra desde que fue excarcelada, el pasado 29 de noviembre, tras cumplir una orden de prisión preventiva emitida el 31 de octubre de 2018 por supuestamente interferir las investigaciones de la fiscalía anticorrupción en el caso Odebrecht.
Este 26, el juez Víctor Zúñiga evaluará "si los nuevos elementos de convicción presentados por la Fiscalía de Lava Jato/Odebrecht revisten de la gravedad y si ello incrementaría el riesgo de fuga o de obstrucción a la justicia" por parte de Keiko.
Para el fiscal José Domingo Pérez, del equipo especial del Lava Jato, existen nuevos elementos contra la dirigente política por lavado de dinero proveniente de la constructora brasileña Odebrecht y otras fuentes, que habría sido usado para sus campañas electorales del 2011 y 2016, según el diario El Comercio que accedió al pedido de la fiscalía.
Pérez quiere acusarla de lavado de activos, obstrucción a la justicia, asociación ilícita para delinquir, falsedad genérica, fraude procesal y falsa declaración en proceso administrativo. El fiscal agregó que los nuevos elementos incrementarían su riesgo de fuga y obstrucción a la justicia.
El exejecutivo de Odebrecht, Luiz Eduardo da Rocha Soaresm confirmó ante los fiscales del Lava Jato el aporte de 1 millón de dólares de la empresa para solventar la campaña de la líder de Fuerza Popular en 2011, indicó el portal IDL-Reporteros.
Este dinero, registrado como "Campaña Nacional", habría sido remitido a su candidatura través de la denominada Caja 2 de la división de "operaciones estructuradas" de Odebretch, que servía para sobornos y financiamiento no declarado a partidos políticos.
Independientemente de la decisión judicial que tomen en su caso, Keiko tiene en mente reposicionar el movimiento surgido con el expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), lo que le exigirá tender puentes y consensos con el benjamín del clan, su hermano Kenji, de 39 años, con quién está enfrentado por la herencia política del padre.
A su salida de prisión, hace 15 días, Keiko mostró cuáles iban a ser sus prioridades, con unas declaraciones que sugirieron una suerte de repliegue táctico.
La líder del partido fujimorista Fuerza Popular agradeció entonces "la nueva oportunidad" que vive, pero dijo que de momento invertirá su tiempo en su familia -es madre de dos niñas de 12 y 10 años-, su salud y la política, en ese orden.
La primera prueba del fujimorismo en las urnas será la elección legislativa extraordinaria del 26 de enero 2020. En 2016, logró 73 de 130 escaños, obteniendo la mayoría absoluta.
Keiko tiene un handicap electoral: la investigación fiscal por supuestos aportes de la constructora brasileña Odebrecht a su campaña, que aún ensombrece su futuro político.
"La elección del 2020 no es tan importante en el largo plazo; es una prueba de marcas partidarias, pues las listas de candidatos al Congreso no contarán con el arrastre de una candidatura presidencial. Por eso Keiko puede darse el tiempo y tomarse sus prioridades", dice el analista Carlos Meléndez.
Keiko se encuentra con un escenario político muy distinto al que había en Perú antes de su ingreso en prisión en 2018. Fuerza Popular ha perdido terreno desde entonces, después de que Keiko estuviese cerca de ganar la presidencia en 2011 y 2016.
El presidente Martín Vizcarra, al que trató de dominar sin éxito, disolvió el Congreso y esa decisión socavó aún más la ya mermada base del poder de Keiko, pues ella dirigía el Congreso desde la sombra aunque ni siquiera era parlamentaria.
Para muchos observadores resulta difícil imaginar el fujimorismo como la fuerza avasalladora que fue entre 2016 y 2019, pero nadie se anima a darlo por desaparecido.
Pese a que la popularidad de Keiko se hundió, su partido marcha segundo en las encuestas en un contexto marcado por la desconfianza de los electores hacia los partidos.
Según un reciente sondeo de Ipsos, un 32% de los encuestados indica que no votaría por ninguno de los 10 partidos que participan en las legislativas de 2020. Acción Popular (centro) es el principal partido mencionado, con el 10% de intención de voto, seguido por Fuerza Popular, con el 9%.
Las legislativas de enero elegirán un Parlamento por 18 meses. En julio de 2021, el Congreso será reemplazado por el que se vote ese año junto a las elecciones presidenciales por un mandato de cinco años.
"Perú es un país imprevisible, es difícil saber (si el fujimorismo puede ganar), 2021 es el largo plazo", resalta el analista Fernando Tuesta, quien no descarta que Keiko apunte a esa elección