El Ejército etíope se acerca a los líderes del Frente Popular para la Liberación de Tigray (TPLF), una semana después de la caída de su bastión, la capital de la región homónima, Mekelle, conforme se van aproximando a los presuntos escondites de la cúpula del grupo disidente.
A pesar de ello, los líderes del grupo aseguran que no tienen la más mínima intención de rendirse y acusaron a las fuerzas de la vecina de Eritrea de participar activamente en las tareas de su búsqueda y captura, según denunció el portavoz de la formación, Getachew Reda.
Según Reda, las fuerzas etíopes han perdido a "miles de soldados" pero al poder central representado en el primer ministro del país, Abiy Ahmed, estas bajas "no le importan" y su única intención es "destruir lo que los tigrayanos han construido durante 20 años".
Si bien tanto Etiopía y Eritrea desmienten la participación de este último país en el conflicto, fuentes diplomáticas han confirmado que sí hay militares eritreos en el terreno y están involucrados en el enfrentamiento.
En lo que al cerco se refiere, las fuerzas etíopes se han hecho en las últimas horas con localidades cercanas a Abiy Addi, al oeste de Mekelle, y presumible punto clave para encontrar a los líderes del TPLF, comenzando por su máximo responsable, Gebretsion Gebremichael.
Mientras tanto, el Gobierno etíope continúa con su campaña diplomática para justificar la campaña militar que comenzó el pasado 4 de noviembre, con comparecencias en la Embajada de Canadá y en países escandinavos, mientras la Unión Europea, a través del comisario de Protección Civil, Janez Lenarcic, pidió la entrada de ayuda humanitaria inmediata en Tigray, todavía a la espera a pesar de la firma de un acuerdo al respecto con la ONU.
Más de 47.000 etíopes han cruzado hacia Sudán para huir del conflicto según datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).