Después del enorme entusiasmo que produjo en las toldas demócratas la victoria a la presidencia de Joe Biden, comienzan a aflorar las divergencias al interior del partido, que estuvieron ocultas por la euforia. A hoy, cada vez son más evidentes las enormes grietas que deberá rellenar el presidente electo.
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El último episodio de la amarga lucha por el poder que se libra entre los demócratas la protagonizó ayer la representante por el estado de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, quien criticó a Joe Biden por sus elecciones de gabinete y defendió la necesidad de una renovación dentro del Partido, en una clara referencia al hecho de que el presidente electo esté recuperando a viejos conocidos de la Administración del expresidente Barack Obama.
En su crítica a los “liderazgos tradicionales”, Ocasio-Cortez se refirió directamente a la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y al líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, aunque reconoció que en la actualidad no existen alternativas diferentes viables, porque en el partido no ha habido una "preparación real para la próxima generación de líderes".
Ocasio-Cortez, quien apoyó a Bernie Sanders durante las pasadas primarias del Partido, también dijo que de los recientes nombramientos del futuro jefe de la Casa Blanca, muchos de los cuales proceden de la Administración Obama, o han trabajado en el sector privado, en compañías como Goldman Sach o la consultora McKinsey & Company.
"Es horrible", dijo y agregó que “creo que también es parte de un problema mayor que tenemos en este momento. La Administración Biden está trayendo de regreso a muchos de los elegidos por Obama", y en ese sentido, recuerda, éste hizo lo mismo recuperando a muchos de los que trabajaron con Bill Clinton en la década de los 90.
La representante afirmó que esta forma de hacer las cosas fue una de las razones por las que Donald Trump llegó al poder pues, en su opinión, hay “un gran desdén por este 'grupo de poder' político adinerado que gobierna Washington".
Asimismo, Ocasio-Cortez dijo que las nominaciones del presidente electo para los principales puestos de la Casa Blanca sugieren que su agenda es "un poco confusa" y que Biden necesita una "visión más cohesiva" para su gabinete.
Así las cosas muchos analistas consideran que aunque Biden intenta construir “el gabinete más diverso basado en raza, color y género que jamás haya existido en los Estados Unidos" la diversidad ideológica a la aspirarían los miembros progresistas de su partido, brilla por su ausencia.
Fracaso electoral
Estas fracturas se suman a la ya conocida disputa en torno a los resultados electorales del pasado noviembre pues, aunque es cierto que Biden derrotó al presidente Trump, el partido fracasó en elecciones clave en el Senado, perdió terreno en la Cámara y no logró capturar legislaturas estatales en un año de redistribución de distritos a pesar de tener los vientos políticos a su favor, más dinero en su cuenta bancaria y un movimiento de base hiperactivo que había pasado cuatro años preparándose para este momento.
La batalla que se libra entre moderados y progresistas por la visión del Partido Demócrata no es una lucha nueva y mientas los primeros aseguran que de ahondarse la brecha podrían llegar a perder el control de las dos cámaras en 2022, los segundos descartan forzosamente esa noción asegurando que su postura los hará imbatibles.
Los demócratas no sólo pelean por los decepcionantes resultados de las elecciones, sino que ya se están enfrentando en el camino a seguir lo que ha dejado en un “fuego cruzado” la agenda legislativa y a la administración Biden en “calzas prietas” para desarrollar su programa de gobierno e intentar asegurar victorias en próximas elecciones.
Así las cosas, mientras los progresistas acusan a los moderados de enfocarse en problemas locales que no siempre atraen la atención y reclaman cambios más radicales en temas como el cambio climático, el acceso a la atención médica y la reforma de la justicia penal, el ala moderada señala a los radicales de su partido de ser los responsables de la debacle electoral, al haber asumido posturas o respaldado medidas impopulares como su identificación con el socialismo y el apoyo a "desfinanciar a la policía", sentencias de muerte para sus aspiraciones legislativas.
Constructor de puentes
Aunque Biden se ve a sí mismo como un constructor de puentes y ha intentado reconciliar, al menos de palabra, a las dos alas del partido que lo llevaron al poder, todo parecería indicar que el mandatario electro se ha decantado por los moderados y siguió el consejo de su copartidario y representante a la Cámara Conor Lamb quien tras las elecciones declaró que “esperaba que el equipo de Biden gobernara como había hecho campaña: con los progresistas a distancia”.
Opinión compartida por el representante de Carolina del Sur Jim Clyburn y la congresista de Virginia Abigail Spanberger, quienes expresaron la misma preocupación de cara al futuro si los progresistas aumentan su protagonismo, al punto que Spanberger dijo entre lágrimas tras haberse confirmado su apretada victoria que “estaremos destrozados en 2022”.
Ante estas críticas Ocasio-Cortez instó a su partido a adoptar tácticas más modernas de participación de los votantes y a ver a la izquierda como aliados, no como obstáculos. “Necesito que mis colegas entiendan que no somos el enemigo”, dijo. “Y que su base no es el enemigo. Que el Movimiento por Vidas Negras no es el enemigo, que Medicare para todos no es el enemigo".
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Estas posturas dejan claro que la coalición demócrata está compuesta por personas con objetivos en competencia y mutuamente excluyentes a quienes lo único que los unía era su animadversión por el presidente Trump, sentimiento que no es suficiente para estructurar una nueva administración, ni sacar adelante un plan de gobierno ya de por si etéreo.
Tras las elecciones del pasado 3 de noviembre los moderados se han adjudicado el mérito de la victoria de Biden, argumentado su éxito en los estados industriales del medio oeste, mientras que el ala más a la izquierda sostiene que convencieron a los votantes indecisos son con sus reuniones sociales y campaña de marketing que consideran determinantes.
En este pulso, que hasta ahora está siendo ganado por los moderados, la base de izquierda ha seguido manifestando su interés, al presidente electo, de hacer parte del gabinete a tal punto que el propio Sanders confirmó su intención de formar parte del gabinete como secretario de Trabajo uno de los pocos cargos que aún permanecen sin designación.
Existe un antecedente poco alentador para los progresistas y es que aunque se especulaba que, la no tan radical, Elizabeth Warren sería la titular de la Secretaría del Tesoro, el mandatario electo se decantó por Janeth Yellen una persona mucho más moderada lo que no tiene muy contentos a los partidarios de Sanders quienes se alejarían de la administración en caso de éste no fuera nominado, situación que aunque posible no es del todo probable considerando que el mandatario electo necesitará todo los apoyos posibles para su difícil inicio de mandato.