EL SECRETARIO de Defensa Jim Mattis anunció su salida del gobierno de Estados Unidos, en medio de un coro de protestas contra la decisión del presidente Donald Trump de retirar las tropas de Siria y reducir el contingente desplegado en Afganistán.
La dimisión de Mattis, hombre respetado en la escena internacional y que encarnaba de alguna forma la estabilidad en el seno de una administración muy turbulenta, es un desaire para el presidente estadounidense, que parece cada vez más aislado.
En una carta a Trump, el exgeneral de 68 años, que sostenía una relación complicada con el mandatario desde hace varios meses, insistió en la necesidad de Estados Unidos de "tratar a los aliados con respeto".
"Usted tiene el derecho de tener un secretario de Defensa cuyos puntos de vista estén mejor alineados con los suyos... creo que lo correcto para mí es renunciar a mi cargo", aseguró Mattis, marcando su desacuerdo con un Trump que en los últimos meses se enfrentó a los dirigentes de las principales potencias occidentales.
En su carta, el secretario no habla directamente del tema sirio, sino para citar la coalición internacional contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) como ejemplo de la utilidad de las alianzas.
Pero claramente su salida es interpretada como un marcado desacuerdo con Trump, que el miércoles anunció el retiro -en el menor tiempo posible- de unos 2.000 soldados estadounidenses desplegados en Siria.
Según el diario turco Hürriyet, Trump tomó esa decisión tras una llamada telefónica con su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan, en la que este último se comprometió a luchar contra los yihadistas.
El gobierno de Trump prepara igualmente un retiro "importante" de tropas de Afganistán, indicó el jueves en la noche a la AFP un responsable estadounidense bajo anonimato. Mattis había pedido -y obtenido- un aumento de las unidades desplegadas en ese país el año pasado.
El Wall Street Journal y el New York Times hablan del retiro de la mitad de los 14.000 militares estadounidenses en suelo afgano, en el marco de un conflicto de 17 años de duración, iniciado tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
La retirada de "unos miles de militares extranjeros" de Afganistán "no impactará sobre la seguridad" nacional, indicó sin embargo la presidencia de ese país, buscando minimizar el impacto del anuncio de Washington.
Al unísono, legisladores demócratas y republicanos manifestaron no obstante su decepción e inquietud por la partida de Mattis.
"Es un día triste para nuestro país", dijo Nancy Pelosi, jefa de los demócratas en la Cámara de Representantes. Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado, lamentó de su lado la salida de uno de los "inusuales símbolos de fuerza y estabilidad" en el seno del equipo presidencial.
Líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, replicó de cierto modo las palabras de Mattis: Estados Unidos debe "comprender claramente quienes son nuestros amigos y nuestros enemigos y reconocer que naciones como Rusia figuran entre los últimos", dijo.
En Twitter, Trump no habló de renuncia e indicó solamente que Mattis dejará sus funciones a fines de febrero y que nombrará un sucesor próximamente.
Destacando que Estados Unidos no quiere ser el "policía de Medio Oriente", Trump defendió el jueves el retiro de las fuerzas de Siria, una decisión tomada pese a las advertencias de varios integrantes de su gabinete. /