De Londres a Moscú: en cartas los Romanov vuelven a San Petersburgo | El Nuevo Siglo
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Sábado, 23 de Septiembre de 2017
Redacción internacional con AFP
Cartas y telegramas que formaban parte de una colecciones avaluada en 70.000 millones fueron enviado al museo Tsárskoye Seló, donde se podrán ver los angustiosos días por los que pasó la familiar durante la revolución rusa en 1917

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CIEN AÑOS después de la revolución rusa, una colección de documentos de los Romanov vuelve a Rusia. Cuenta el día a día de la familia imperial en telegramas sobre cacerías o cartas angustiosas ante la llegada al poder de los bolcheviques.

Algunos miembros de la familia imperial se llevaron cartas, fotografías y dibujos en su huida de las persecuciones de la revolución de 1917. 

Formaban parte una colección privada en Londres hasta que el banco estatal ruso Sberbank los compró en julio por más de 70.000 euros. Ahora pueden verse en el museo de Tsárskoye Seló, la villa de los zares, a las afueras de San Petersburgo, donde la familia real pasaba el verano.

"Estas cartas y telegramas exponen la vida cotidiana de la familia imperial, lo mucho que se querían", explica a la AFP Irina Raspopova, del fondo de conservación del museo de Tsárskoye Seló.

"Estos archivos tienen un enorme interés para los investigadores. Hemos tenido la suerte de recuperarlos", añade.

Entre los aproximadamente 200 documentos figuran la correspondencia del último zar de Rusia, Nicolás II, la de su esposa Alejandra Fiódorovna, su padre Alejandro III y otros miembros de la familia Romanov, entre 1860 y 1928.

"Las cosas no van muy bien, pero cacé y maté once faisanes", escribe el emperador Alejandro III en una carta a su hija Ksenia, hallada en un sobre con la anotación "Telegramas de papá. 1894", año de la muerte del zar.

Los documentos están escritos en ruso, francés o inglés, en papel amarillento y con los monogramas de los miembros de la familia Romanov o el nombre de los hoteles en los que se alojaron en sus viajes.

 'Ni alegría, ni pena'

También hay un dibujo de un castillo realizado por un hijo de la emperatriz María Fiódorovna, esposa de Alejandro III, y una postal con motivo de la Pascua ortodoxa pintada por la esposa de Nicolás II y enviada a su cuñada.

La colección de cartas y telegramas permite ver hasta qué punto la revolución de 1917 supuso un vuelco en sus vidas.

"Seguimos cuesta abajo y es fácil imaginar lo que nos espera", escribe el gran duque Nicolás Mijáilovich en 1918, meses antes de ser ejecutado por orden de las nuevas autoridades bolcheviques.

Este tío de Nicolás II describe en sus cartas el ambiente revolucionario reinante en San Petersburgo, que seguirá siendo la capital de la Rusia bolchevique hasta 1924, mencionando a Lenin y Trotsky o los registros llevados a cabo en su palacio.

"Todavía no se escucha el cañón pero es inevitable. Es probable que los bolcheviques ganen", escribió, por ejemplo, el 25 de octubre de 1917 (7 noviembre del calendario actual), día del asalto al Palacio de Invierno y toma de poder bolchevique.

"Ahora, todos nuestros amigos se preparan para llegar allí donde ya no hay alegría ni pena", se lee en su última carta, de febrero de 1918.

El régimen bolchevique que se instaura a fines de 1917 calificará a ese conflicto de "guerra imperialista" y tendrá la voluntad de relegarlo a cierto olvido, junto al tratado de paz de Brest-Litovsk que obtuvo a cambio de ceder gran parte de los territorios europeos de Rusia.

Qué le pasó

La familia imperial de los Romanov fue asesinada a tiros por los bolcheviques en 1918, un hecho que hoy sigue sin esclarecerse. Según algunos historiadores, el hecho ocurrió en la residencia de Ipátiev, en la ciudad rusa Ekaterimburgo.

Las autoridades rusas desenterraron en San Petersburgo los restos del último zar de Rusia Nicolás II y de su esposa Alejandra en 2014, en el marco de la reapertura de una investigación por su ejecución en 1918.

Se trata de una investigación sobre "las circunstancias de la muerte y el entierro de la familia imperial", confirmó el portavoz de la comisión investigadora, Vladimir Markin, sin aclarar qué tipo de examen se iba a llevar a cabo tras haber desenterrado estos restos.

"Hemos decidido repartir de cero", explicó otro de los principales responsables del comité investigador, Vladimir Soloviev.

Tras iniciarse en 1993, la investigación se había cerrado en 2009, por considerarse que no había avances suficientes, pero un tribunal ruso consideró ilegal este cierre.

En julio, la Iglesia Ortodoxa, que siempre dudó de la autenticidad de los restos considerados como los de la familia Romanov, había exigido la reapertura de la investigación.

La Corte Suprema de Rusia había rehabilitado en octubre de 2008 a Nicolás II y a su familia, juzgándolos víctimas de la represión política bolchevique, una decisión saludada por los descendientes de la familia imperial y la Iglesia Ortodoxa rusa.

La imagen de la familia del zar cambió tras la caída de la Unión Soviética, y cuando la Iglesia Ortodoxa canonizó a la familia.

 

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