Este 26 de febrero comenzará el tiempo litúrgico con la celebración del Miércoles de Ceniza
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El Papa ha señalado que la Cuaresma, el tiempo litúrgico que dura 40 días antes de la Semana Santa, en la que se conmemora la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, llega para "sacudir" la "modorra" del mundo.
"El hecho de que el Señor nos ofrezca una vez más un tiempo favorable para nuestra conversión nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra", ha señalado el Papa.
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Francisco ha hecho estas consideraciones en el mensaje de Cuaresma que comienza el miércoles 26 de febrero, cuando la Iglesia conmemora el Miércoles de Ceniza, y en el que los fieles acuden a las iglesias donde se les impone una cruz de ceniza en la frente.
Para el Pontífice, la Cuaresma es sobre todo un espacio para poner en marcha "un cambio de rumbo" que manifiesta "la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación". Se trata de un diálogo, según el Papa, que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, y no como el que se atribuye a los atenienses, que "no se ocupaban de otra cosa que en decir o en oír la última novedad".
Charlatanería en los medios de comunicación
En este sentido, ha precisado que este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos. "Y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación", ha advertido.
Por el contrario, ha subrayado, quien cree en el anuncio del Señor, rechaza la mentira de pensar que son los hombres quienes dan origen a su vida, mientras que en realidad "nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia".
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Por eso, ha advertido en su mensaje del peligro de escuchar la "voz persuasiva" del "padre de la mentira" que aboca a las personas al "abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva".
"La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren", ha incidido.
Además, ha manifestado que poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes. Así, ha enumerado "las víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría".
Compartir bienes con los más necesitados
Por otro lado, ha manifestado la importancia de que los fieles compartan sus bienes con los más necesitados "mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo". "Compartir con caridad hace al hombre más humano, mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo", ha determinado.
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De este modo, ha recordado que del 26 al 28 de marzo ha convocado en Asís a jóvenes economistas, empresarios y change-makers, con el objetivo de contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la actual. "Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él", ha concluido.
Expiación
La ceniza impuesta en la cabeza desde la antigüedad, como un recordatorio fehaciente de que fuimos hechos por el Creador del polvo de la tierra y que nuestro cuerpo en polvo se convertirá, “ha sido signo de penitencia y llamado a la expiación de los pecados”, señaló ayer el Obispo Emérito de Garzón, monseñor Libardo Ramírez, quien dijo que esta es una verdad que los cristianos viven con la seguridad de la Resurrección al final de los tiempos.
Reiterando que este es un recordatorio, que nuestra alma seguirá viva aun cuando se separe del cuerpo y que este pedacito inmaterial de la existencia humana reside anticipadamente en aquel lugar que es destino de felicidad o de condenación eterna, monseñor Libardo Ramírez añadió que es saludable tener presente estas verdades.
Y “especialmente en este tiempo de cuaresma, pues invitan a la penitencia de los pecados, a vivir a la luz del Evangelio para que nuestra culminación humana sea en la gloria eterna. Es preciso recibir con respeto y piedad este signo de penitencia el miércoles de ceniza. No debe ser a la carrera sino con algunos minutos de seria reflexión sobre el destino humano”, precisó el mensaje del Obispo Emérito.