AUNQUE levantar las patentes de las vacunas anticovid es una propuesta que gana terreno en el ámbito político global, en el comercial no se visualiza fácil ni inmediata.
Las farmacéuticas esgrimen como argumento de que dicha eliminación les privaría de ingresos para financiar sus costosas innovaciones las farmacéuticas, pero la evidente desigualdad en el acceso a los biológicos, aunada a la necesidad apremiante de que el mundo alcance una inmunidad de rebaño llevó a que varios líderes de Estado dieran su apoyo a la iniciativa planteada originalmente por Sudáfrica, India y varios países en desarrollo, el pasado 2 de octubre a la Organización Mundial del Comercio (OMC)
En dicho momento hubo silencio de la mayoría de los países occidentales donde se encuentran las grandes farmacéuticas. Pero esta semana no solo se rompió, sino que recibió ‘oxígeno’ de la mano de Estados Unidos que dio un giro de 180 grados al anunciar la administración Biden que ante las "circunstancias extraordinarias de la pandemia se requieren medidas extraordinarias”. Este pronunciamiento generó un inmediato efecto dominó: el apoyo de Rusia, Francia y la voluntad de la Unión Europea a “conversar sobre cualquier propuesta que responda a la crisis de forma efectiva y pragmática".
Como se sabe, levantar o suspender por un tiempo las vacunas anticovid permitiría a cualquier país, que tenga la capacidad de hacerlo, producir cualquiera de los biológicos que se están comercializando. Es lo que se conoce como genéricos y son de un costo más bajo. De esta forma se aceleraría la inmunización ya que no se dependería de la capacidad de producción de las farmacéuticas, a hoy rebasadas por la demanda y priorizando la entrega tanto a los gobiernos que financiaron sus desarrollos científicos como a los que (gracias a su capacidad económica) se anticiparon a adquirirlos.
Cuando la pandemia ha matado a más de 3.280.000 millones de personas, el 37.8% en tres gigantescas naciones (Estados Unidos, India y Brasil), el mencionado llamado de octubre a la OMC y que fue reforzado el mes pasado con un manifiesto enviado al presidente Biden por 107 presidentes y jefes de gobierno con decenas de premios Nobel -entre ellos el colombiano Juan Manuel Santos- comienza a tomar fuerza.
El texto inicial propone acordar una derogación temporal a ciertas obligaciones resultantes del Acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual que afectan al comercio para que cualquier país pueda producir vacunas sin preocuparse de las patentes, así como medicamentos y otros materiales médicos. La misma duraría hasta "que se haya implementado a escala mundial una vacunación ampliamente extendida, y que la mayoría de la población mundial esté inmunizada".
Y fue la representante comercial de Estados Unidos, Katherine Tai quien comunicó al mundo el cambio de postura de su país. “La administración cree firmemente en la protección de la propiedad intelectual, pero para detener esta pandemia, apoya el levantamiento de las patentes”, dijo este miércoles, lo que calificado por la Organización Mundial de la salud como una “decisión histórica”, mientras que su par comercial, la OMC, que fue donde se hizo el anuncio, “la acogió calurosamente”.
Horas después se dieron más apoyos a la iniciativa. Rusia que comercializa Sputnik V y acaba de recibir la homologación de su vacuna más ligera Sputnik Light (por ser de una dosis), expresó el apoyo a través su presidente Vladimir Putin. “En las condiciones actuales, como ya lo dije en muchas ocasiones, no hay que pensar en sacar ganancia máxima sino garantizar la seguridad de la gente", declaró sin hacer la más mínima referencia al pronunciamiento norteamericano y describió la propuesta como una "idea en Europa".
Emnanuel Macron, presidente de Francia, dijo que estaba “totalmente a favor” de liberar las patentes porque “debemos hacer de esta vacuna un bien público mundial”, aunque específico que en el corto plazo se debe priorizar la donación de dosis y la producción de biológicos en colaboración con los países más podres. Esta declaración supone también un cambio de Francia que se había opuesto a esta medida por considerar que podría desalentar la innovación y que debería ser el último recurso.
Menos entusiasta fue la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quién, aunque dijo que "la Unión Europea (UE) está lista para conversar sobre cualquier propuesta que responda a la crisis de forma efectiva”, no cree que levantar las patentes acelere la inmunización global. Este viernes, los 27 Estados miembros lo discutirán en la citada cumbre de Oporto.
También se han pronunciado otras naciones como Marruecos, Egipto, Indonesia y Pakistán que han indicado que tienen las "capacidades de producción" si se suspenden las patentes.
Los países a favor de la iniciativa, apoyados por ONG como médicos sin Fronteras o HRW, y también por la Organización mundial de la Salud (OMS), consideran que gracias a la multiplicación de lugares de fabricación se facilitaría el rápido acceso a productos médicos y a precios asequibles a los países más desfavorecidos.
Resistencia de farmacéuticas
Pero si como reseñamos en el ambiente político se abre un gran consenso, en el otro lado, en el comercial se evidencia una fuerte resistencia: la industria farmacéutica.
Por el momento, las patentes están principalmente en manos de los laboratorios estadounidenses, que en general se oponen a su eliminación porque dicen que esto les privaría de ingresos para financiar sus costosas innovaciones.
Stephen Ubl, presidente de la federación estadounidense (PhRMA), señaló que la decisión de suprimir las patentes podría "debilitar aún más las ya tensas cadenas de suministro y fomentar la proliferación de vacunas falsas".
"Una suspensión es la respuesta sencilla pero incorrecta a un problema complejo", aseguró por su parte la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA). Su presidente, Thomas Cueni expresó que “suprimir patentes o imponer una suspensión no va a producir una sola dosis (de vacuna) más. Es ante todo una cuestión de pericia"
El presidente de Pfizer, Albert Bourla, fue más contundente y director. “No estoy para nada a favor de la iniciativa…Lo que se debe hacer es acelerar la producción actual”, indicó.
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En el mismo sentido se pronunció su socio, el laboratorio alemán BioNtech a través de un comunicado que reza “las patentes no son el factor limitante para la producción".
Estos opositores citan el esfuerzo financiero realizado por los laboratorios -miles de millones, en parte con fondos públicos- y el freno a las inversiones futuras que se produciría si no se obtienen beneficios. Además que han suscrito ya 275 acuerdos de asociación, incluso de transferencia tecnológica, para aumentar lo más rápido posible la producción y llegar a producir 10.000 millones de dosis este año.
Muchos industriales subrayan que el problema no es tanto la propiedad intelectual como las barreras aduaneras o la penuria de ciertos ingredientes, que pueden paralizar la producción.
Con la brecha de vacunación ampliándose entre naciones pobres y ricas, la letalidad que no cede y la urgencia de conseguir biológicos para levantar las restricciones que tienen la economía a media marcha, esta propuesta de suspender las patentes se convierte en una luz de esperanza. Por ello el foco de atención mundial volverá a volcarse sobre la OMC que realizará tres reuniones (a finales de este mes, el 8 y 9 de junio) para analizar el tema que, como reseñamos, gana adeptos pero deberá enfrentar un monolítico frente de resistencia. De aprobarse el texto propuesto por Sudáfrica e India se abrirían unas negociaciones que se prevé tardarán meses. De allí que esta vital decisión para la humanidad pueda, incluso, llegar cuando el mundo esté en “inmunidad de rebaño” o le haya ganado la batalla al covid-19.