Luis Lacalle Pou asume la presidencia, poniendo fin a 15 años de gobiernos de izquierda que se concentraron en los cambios sociales descuidando la economía
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EL PRIMER signo que evidencia el viraje político que tendrá Uruguay a partir de hoy lo dio el nuevo mandatario, el conservador Luis Lacalle Pou hace dos semanas cuando marcó la distancia de Venezuela, Cuba y Nicaragua por considerar que no son “democracias plenas” y por esa razón dichos presidentes no fueron invitados a su ceremonia de investidura.
Con tan solo 46 años, el conservador Lacalle Pou, logró lo impensable hace pocos meses: poner fin a una hegemonía izquierdista de 15 años que con el Frente Amplio instaló en el sillón presidencial al saliente y repitente presidente Tabaré Vásquez y al exguerrillero José “Pepe” Mujica.
Hijo de expresidente y senador, Lacalle logró, gracias a una coalición tan amplia como variopinta, ya que abarca desde el centro que representa hasta los extremos de la derecha y la izquierda, recuperar el poder para el Partido Nacional tanto en el palacio presidencial como en el Parlamento.
El PN no gobernaba Uruguay desde el mandato de su padre, Luis Alberto Lacalle, que se cumplió entre 1990 y 1995.
Y decantada la euforia del triunfo, el segundo mandatario elegido democráticamente más joven de América Latina, comenzó a trazar los planes de gobierno que implican un importante viraje ante la pesada herencia que recibe: economía estancada, déficit fiscal (4,9% en 2019, el más alto en 30 años) empleo en caída y rampante inseguridad.
Precisamente en este aspecto, preocupa que los homicidios crecieron 46% en cinco años, pasando de 268 en 2014 a 391 en 2019. Vázquez asumió su último mandato con la promesa de reducir las rapiñas en 30%, pero estas subieron casi 40% desde entonces.
Los 15 años consecutivos de izquierda dejaron sonadas reformas sociales, que se convirtieron en su momento en hitos, como lo fueron la legalización de la marihuana, la despenalización del aborto, la regulación del matrimonio entre personas del mismo sexo y la lucha contra el tabaquismo.
Durante algunos períodos esos gobiernos de izquierda lograron, gracias a los altos precios de las materias primas que llevaron a un crecimiento récord del PIB, subir salarios y jubilaciones, así como ampliar la cobertura en el sistema de salud.
Pero esa “bonanza” acabó hace más de dos años generando a hoy una economía en declive, un altísimo índice de inseguridad, un alto desempleo y una migración, sobre todo de talento joven, ante la falta de oportunidades económicas.
Y esa sentida y urgente necesidad de cambio fue la bandera que esgrimió el joven Lacalle Pou para que cerraran filas tras su programa de gobierno varios partidos y con dicha coalición impidió que el izquierdista Frente Amplio, Daniel Martínez, llegara al poder.
La coalición multicolor, como fue bautizada, de quién será ungido este domingo como presidente de Uruguay va desde el centro hasta una derecha más radical y un partido socialista surgido del descontento con el Frente Amplio. En total son cinco fuerzas políticas y son las mismas que lograron la mayoría en el Parlamento, que recién se posesionó, lo que le augura gobernabilidad y las reformas que pretende impulsar.
Uno de sus principales socios es Cabildo Abierto, un partido de derecha radical liderado por el excomandante en jefe del Ejército Guido Manini Rios, que irrumpió en el mapa político uruguayo apenas en 2019 y obtuvo el 11% de los votos.
Ese partido ultraconservador, a veces demasiado disonante con el resto de sus aliados, es el actor más "imprevisible" de una sociedad cuyo futuro es incierto, apunta el politólogo Daniel Chasquetti, de la estatal Universidad de la República.
Los tres restantes son el Partido Colorado (PC, liberal), el Partido de la Gente (PG, derecha) y el Partido Independiente (PI, socialdemócrata), aunque estos dos últimos apenas representan al 2% del electorado.
"Todo el sistema político va a tener que rendir examen porque tuvimos 15 años con un partido mayoritario muy fuerte", agrega el analista, en referencia a los tres gobiernos de izquierda con mayorías parlamentarias.
Y es ahí precisamente donde se pondrá a prueba la capacidad negociadora y el liderazgo de Lacalle Pou, quién deberá hacer un trabajo de equilibrista para mantener la unidad en la coalición y así asegurar que los proyectos que pase al Parlamento tengan asegurada su aprobación.
El aún gobernante Frente Amplio (FA, izquierda) tiene 13 escaños de un total de 30 en el Senado y 42 de 99 en Diputados. Si bien seguirá teniendo la bancada más numerosa, quedará en desventaja frente a los votos conjuntos de la flamante coalición de cinco fuerzas liderada por el PN e integrada también por el Partido Colorado (PC, liberal), el Partido Independiente (PI, socialdemócrata), el Partido de la Gente (PG, derecha) y Cabildo Abierto (CA, derecha).
Uno de los primeros desafíos de la coalición será aprobar la Ley de Urgente Consideración (LUC), un proyecto de 457 artículos desde seguridad y economía hasta educación o salud que ya ha generado controversias.
Lacalle Pou anunció además que tomará medidas inmediatas en varios frentes, desde reducir el gasto público hasta facilitar la inmigración e implementar cambios radicales en política exterior.
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Su discurso
"Somos herederos de una larga historia, y tenemos la responsabilidad de cuidarla y continuarla", ha destacado Lacalle Pou, que ha recordado el resultado de las presidenciales y su mensaje "claro": "cambio acompañado de acuerdos".
"Nos negamos a que esta nueva etapa sea cambiar una mitad de la sociedad por la otra. Por eso estamos aquí. Para continuar lo que se hizo bien, para corregir lo que se hizo mal y sobre todo, para hacer lo que no se supo o no se quiso hacer en estos años", ha explicado.
En el ámbito económico, Lacalle Pou ha defendido la austeridad como regla fundamental. "Este gobierno tiene un compromiso de manejarse de manera austera. Impulsaremos una verdadera regla fiscal", ha indicado. Para ello ha anunciado la creación de una agencia de evaluación y supervisión de las políticas públicas.