HISTÓRICO triunfo en el muro rojo de Hartlepool, un escaño más en el parlamento escocés y el mantenimiento de su fuerza en Gales, es el balance del superjueves para los conservadores británicos liderados por Boris Johnson.
La cita a las urnas en diferentes lugares del Reino Unido se consideraron una prueba de fuego para el premier británico por ser las primeras posBrexit, el retiro del país de la Unión Europea, una de las ambiciosas promesas cumplidas por Johnson tras años de bloqueos y negociaciones.
Los resultados electorales evidencian un partido ‘tory’ con cerradas filas tras su líder, lo opuesto a lo que ocurre en su rival laborista, donde su líder Keir Starmer está en el ojo del huracán tras la pérdida, con contundente votación, en su bastión Hartlepool.
El balance el superjueves para los conservadores fue más que satisfactorio: en el muro rojo mencionado lograron aumentar de tal forma la votación que su candidata, Jill Mortimer obtuvo 15.529 votos, casi el doble de los conseguidos por su adversario laborista Paul Williams (8.589). Es el primer triunfo en medio siglo de los ‘tories’ desde que se creó este distrito del norte de Inglaterra y que otorga a su candidata el escaño vacío en el Parlamento de Westminster. De esta forma Johnson amplía su mayoría en el mismo.
De igual forma, en Escocia, donde se daba por descontado un triunfo de los partidos independentistas, los conservadores ganaron otro y escaño se mantuvieron como la segunda fuerza política.
Así, los tories tenían 30 y pasaron a 31; mientras que los independentistas, lograron 64 (3 más), pero sumando los del Partido Nacionalista Escocés (SPN) que lidera Nicola Sturgeon con los de “Alba” la novel formación, escindida de éste y que lidera su antecesor Alex Salmond y Los Verdes. Con estos escaños, los independentistas escoceses quedaron a un escaño de la mayoría absoluta, lo que les concede un cuarto mandato consecutivo.
Entre tanto Los Verdes, también a favor de la secesión, pasaron de 5 a 8 escaños, mientras que los laboristas lograron 23, los independientes retrocedieron en uno, tenían 4, al igual que los liberales demócratas que tenían 5.
Mientras, en Gales, donde los laboristas volvieron a ser los más votados manteniendo el control del parlamento local, los conservadores no cedieron terreno y lograron los mismos escaños.
Con estos resultados, los independentistas escoceses de la popular primera ministra Sturgeon, volvieron a insistir en que se dan las condiciones para presionar a Londres, específicamente al premier Johnson a aceptar un nuevo referendo de autodeterminación, pese a que éste ha reiterado que ello no será posible porque cuando se realizó el pasado, se acordó que sería uno por generación, y tuvo lugar en 2014, cuando el 55% de los electores optaron por permanecer en el Reino Unido.
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"No hay simplemente ninguna justificación democrática para que Boris Johnson, o quien sea, intente bloquear el derecho del pueblo escocés a elegir su propio futuro", declaró Sturgeon en su discurso de triunfo.
A renglón seguido interpretó la mayoría proindependencia en este nuevo parlamento como una “voluntad de país” y advirtió que cualquier iniciativa de los conservadores para impedir un nuevo referéndum los colocaría "en oposición directa con la voluntad del pueblo y demostraría que Reino Unido no es una sociedad entre partes iguales".
Tras esgrimir en campaña que la justificación del nuevo referendo se basa en que las condiciones cambiaron con el Brexit, (el 62% de los escoceses se pronunciaron en contra) ahora juega la carta de la prudencia. Antes había dicho que pensaba que se podría hacer en 2022, pero ayer dijo que se comprometía a organizar el mismo “a su debido tiempo”.
Johnson, que ha insistido que un “referendo en el contexto actual es irresponsable e imprudente”, felicitó a Sturgeon, por su victoria en las elecciones locales y la invitó a una reunión con el gobierno británico para abordar los "desafíos comunes" como la recuperación después de la pandemia.
"Creo apasionadamente que los intereses de la gente en todo el Reino Unido, y en particular en Escocia, están mejor servidos cuando trabajamos juntos", escribió el Primer ministro británico a la jefe de gobierno escocés según una carta comunicada por sus servicios.
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Proyecto político
El superjueves confirmó que los ‘tory” bajo la dirección de Johnson han ganado terreno electoral, que consolidan su proyecto y que tras quitar varios ladrillos del muro rojo (bastiones laboristas) son buen presagio para las generales que tendrán lugar en tres años.
Carismático y controvertido, Johnson ha cumplido con sus promesas, desde los intentos fallidos del implementar el Brexit hasta una amplia campaña de vacunación contra el covid-19, acompasada con una reapertura gradual e inteligente tras semanas de estricto confinamiento a comienzos de año, cuando se dio la tercera ola.
Como se sabe, el 23 de junio de 2016, los británicos votan a favor de la salida británica de la Unión Europea. Al día siguiente, dimite el primer ministro conservador David Cameron y fue reemplazado por Theresa May, una euroescéptica que sin embargo votó en contra del Brexit. Tras meses de tira y afloje con la UE y reiterado bloqueo en el Parlamento de Londres, anuncia que renunciara el 7 de junio de 2019.
En el referéndum de 2016 Johnson, gran admirador de Winston Churchill -sobre el que escribió una biografía- surgió como uno de los principales defensores del Brexit. Y con esa meta clara, el 23 de julio es elegido por el Partido Conservador para suceder a May.
Deserciones y expulsiones de diputados de su formación lo dejan sin mayoría parlamentaria. También lo abandonan varios ministros.
Sin embargo, Johnson insiste y se juega su carrera a la arriesgada apuesta del Brexit. Y ganó: con la salida definitiva de la Unión Europa, se apunta una victoria personal y política. Se materializó el 31 de julio del año pasado.
Poco después, contra todo pronóstico, lograba una aplastante mayoría legislativa que los conservadores no veían desde los años 1980.
Mostrando determinación y un abuso de optimismo, consiguió primero renegociar un acuerdo de divorcio que aparecía inamovible y después un tratado de libre comercio posbrexit amenazado de fracaso hasta el último minuto.
Pero este político de 56 años e indisciplinada cabellera rubia se topó en su camino con el coronavirus, al que inicialmente restó importancia, posición que viró 180 grados cuando contrajo la enfermedad y lo llevó a una UCI en abril, cuando dijo haber temido por su vida.
"Lo único en lo que Boris Johnson cree es en Boris Johnson", dijo en una ocasión a la AFP el exdirector general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Pascal Lamy, que conoce a su familia desde que Boris era un muchacho que estudiaba en la Escuela Europea de Bruselas, donde su padre fue eurodiputado.
Alexander Boris de Pfeffel Johnson nació en 1964 en Nueva York, en el seno de una familia de políticos, periodistas y celebridades mediáticas.
Uno de sus bisabuelos era turco y fue ministro del último Imperio Otomano.
Johnson con su liderazgo y empeño ha convencido a los británicos –no sólo a los conservadores- y eso se ha visto en el resultado electoral, tal cual acaba de ocurrir con el superjueves.