Ahora es con Trump. El mandatario estadounidense en su afán de borrar lo generado por su antecesor Obama y por supuesto, presionado por la colonia cubana de Miami, indica que echará por tierra el acuerdo que se tiene hasta hoy en cuanto a las relaciones con Cuba. No es la primera vez que lanza la amenaza, pero dadas las condiciones del contexto, pareciera que se va a concretar.
En este entramado, tanto los republicanos como Trump en particular, respecto a su reelección, no pueden darse el lujo de perder Florida, un estado clave para las elecciones. Un estado que puede cambiar de bando y con ello decidir el resultado sobre quién ocupará la Oficina Oval durante el período 2021-2025. Esto lo saben quiénes ahora están en el poder y quienes siguen desde luego la lógica de todo político: mantener y si es posible aumentar la cuota de influencia y de capacidad de mando.
Como se recordará, hace ya aproximadamente cuatro años se tuvo un auténtico golpe de timón en el manejo de las relaciones internacionales por parte del Presidente Obama cuando estableció una mayor y notoria flexibilización de nexos entre Washington y la isla mayor de las Antillas. Para esas fechas, incluso se pudo sostener que, no obstante ese giro aparentemente dramático, nos mostraba que al escudriñar un poco más, nos percatamos que las conversaciones con representantes de Cuba venían desde hacía por lo menos año y medio.
Fue un acuerdo fraguado con lentitud y considerando un notable número de implicaciones colaterales. Se trataba de evitar incentivos perversos y efectos no deseados o por lo menos previstos. El puntillazo final, en ese entonces, habría tenido lugar en una reunión de muy alto nivel en el Vaticano.
Por ello, la presencia del Papa Francisco se anotó un importante logro más en la actualización o “aggiornamento” de la iglesia del cristianismo católico. Es evidente que Francisco cree más en la solidez de logros que se alcanzan con un “bosque que crece”, antes que confiar en la espectacularidad pirotécnica del “árbol que cae”, por más efecto dramático, aunque efímero, que esto último pueda ser.
Hasta aquí una primera lección: mantener muchas de las negociaciones de alto nivel fuera de las controversias de los micrófonos y de la opinión pública, puede acelerar mecanismos de concertación y permite alcanzar -cuando menos- puntos focales de acuerdo, a fin de que las partes aproximen posiciones. Algo que desde luego, como era de esperarse, no es avizorado por Trump.
Se trata de avanzar en los aspectos que unen, dejando de lado los que separan y dividen. Estos últimos, por supuesto, son pasto fácil para políticos tradicionales que medran entre la confusión, la expectativa y la manipulación de grupos electorales generalmente poco informados.
El punto a destacar aquí, sin embargo, es la esperanza que se tenía en cuanto a que la sociedad cubana pudiera contar con las oportunidades de desarrollo que de manera plena no ha tenido hasta ahora.
En países que han confiado en la planificación centralizada, se tienen sistemas caracterizados por lo general, con “economías de la escases permanente”, tal y como lo refiere Ferec Feher (1933-1994). Y sí, tiene razón este autor, la planificación centralizada sin los estímulos y control del mercado crea procesos con resultados no deseados, con incentivos no pocas veces satisfactorios y sostenibles.
De allí que en su obra “Perestroika y Glasnot” (1988) Mijaíl Gorbachov, intentara rescatar los logros, los mecanismos de acumulación del socialismo con estímulos más de mercado en la asignación de recursos. No obstante, la condición de la Unión Soviética no se sostuvo. Lo demás, es historia.
Es de recordar, además en el caso de Cuba y Estados Unidos, que generalmente, cuando se trata del comercio de bienes, la distancia y el tamaño que existe entre dos economías son aspectos esenciales, que determinan la relación comercial entre ellas. En ello se sustenta el criterio del llamado principio “gravitacional” del comercio en el mundo. En la medida en que una economía pequeña se encuentre cerca de una economía grande, ésta última se constituye en el mercado natural de la primera.
Esta es la situación que se presenta en los países latinoamericanos que se encuentran en la sub-región México-Centroamérica-Caribe. Aun cuando México es una economía grande, en términos latinoamericanos -junto a Brasil constituyen cerca del 68 por ciento del producto interno bruto total de la región- su cercanía con Estados Unidos hace que un 87 por ciento de las exportaciones del país latino tengan como destino la potencia económica más al norte.
Este rasgo de dependencia de los mercados se acentúa en la medida que las economías, tales como las centroamericanas y las caribeñas, tienen relativamente menores capacidades totales de producción. De manera que con todo lo expuesto anteriormente, Estados Unidos es el mercado natural de Cuba. De allí que el embargo o bloqueo -en todo esto se tiene una notable carga ideológica polarizante- tenga mayores repercusiones negativas en cuanto a oportunidades de comercio para la isla.
Ahora las medidas de Washington continúan respondiendo más a intereses políticos cortoplacistas a fin de satisfacer al electorado de derecha de La Florida. Esto ha sido importante en las elecciones dado que, como se indicaba antes, este estado no tiene una tendencia clara en cuanto a preferencias demócratas o republicanas, en especial en comicios presidenciales.
En el actual panorama, las generaciones más viejas, aferradas más al odio hacia los Castro, rechaza las medidas de apertura, pero las generaciones jóvenes tienden a respaldarlas. Hasta ahora también, el bloqueo que favorecía los intereses políticos más conservadores de los cubanos de La Florida, también servía de pretexto para puntualizar que era ese bloqueo el culpable, virtualmente de todos los males y desgracias que se presentan en la isla.
En lugar de aceptar la ignorancia, enmendar procesos y conseguir resultados útiles para la mayoría de la población, por lo general regímenes autoritarios necesitan de crisis permanentes, de enemigos a los cuales culpar de los desaciertos recurrentes que ejecutan. Prueba de ello fueron los sangrientos regímenes dictatoriales en Centroamérica y la actual crisis endémica que angustia a la Venezuela actual.
El desafío es que se consoliden instituciones incluyentes en Cuba. Instituciones que promuevan el crecimiento de capacidades entre la población reforzando la educación, y que se generen oportunidades -se promuevan inversiones y empleo- para beneficio de grandes conglomerados sociales en ese país.
(*) Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.