Se celebraron las controvertidas elecciones parlamentarias en la hermana república de Venezuela en las que, aunque al cierre de esta edición no había resultados oficiales, según las primeras estimaciones y como era de esperar, el régimen dictatorial de Nicolás Maduro logrará hacerse con el control de la Asamblea Nacional, único órgano en manos de la oposición desde 2015.
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Esta será, sin embargo, una victoria pírrica para el oficialismo, considerando los bajísimos niveles de participación registrado a causa del creciente descontento popular y el boicot propuesto por el antichavismo, encabezado por el presidente interino Juan Guaidó.
Los comicios sin respaldo internacional y con centros de votación prácticamente vacíos se desarrollaron en calma desde las 7 de la mañana y hasta las 8 de la noche tras haber sido ampliadas por una hora para fomentar la participación.
"Tuvimos paciencia, la sabiduría para esperar esta hora, este día y sacarnos de encima a esta Asamblea Nacional nefasta... que trajo la plaga de las sanciones, de la crueldad, del dolor, del sufrimiento", dijo Maduro tras votar en la principal instalación militar de Caracas.
Entre tanto el jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Mike Pompeo, tachó de "farsa" y "fraude" las elecciones y agregó que “los resultados anunciados por el régimen ilegítimo de Maduro no reflejarán la voluntad del pueblo venezolano". La Organización de los Estados Americanos (OEA) también aseguró que desconocerá el resultado.
Maduro aprovecho la jornada para pedir a "toda la oposición" que "abandone la ruta extremista... que le pidamos en una sola voz el levantamiento de todas las sanciones al nuevo gobierno de Estados Unidos de Joe Biden, en una sola voz".
La limitada información que se ha conocido de las votaciones da cuenta de puestos vacíos y la prensa asegura que en algunas ciudades había más personas esperando para abastecerse de combustible que para votar lo que da cuenta de los altos niveles de abstención.
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Como se recordará los grandes partidos de oposición también se abstuvieron en las elecciones presidenciales de 2018, que denunciaron como fraudulentas, justificación para que Guaidó se proclamara presidente encargado con el apoyo de más de 60 países.
Con todo, una pequeña fracción disidente de la oposición buscará ganar alguno de los ahora 277 escaños en juego tras su ampliación para esta elección.
"Ejercimos nuestro derecho al voto con la firme convicción de que UNIDOS vamos a cambiar el país", escribió Timoteo Zambrano, parte de esa oposición que sí participó.
El chavismo perdió el control del Parlamento en 2015 tras 15 años de hegemonía. Sin embargo, Maduro anuló su poder a través de la Corte Suprema de línea oficialista y con la todopoderosa Asamblea Constituyente, que dejará de funcionar en diciembre.
Guaidó llama ahora en paralelo a una consulta popular del 7 al 12 de diciembre para prolongar el período parlamentario hasta que puedan celebrarse elecciones "libres, verificables y transparentes". Esa consulta, sin embargo, no es vinculante, pero se espera que reciba la aceptación internacional.
Además de Estados Unidos, la Unión Europea, que intentó sin éxito que las legislativas fuesen pospuestas, desestimó que sean "justas, transparentes y creíbles”.
"Deseo que la Unión Europea haga una reflexión después de estas elecciones", indicó el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, que lideró procesos de diálogo en Venezuela y actúa hoy como observador del proceso. "¿No reconocer es desentenderse? Hay que comprometerse".
Por su parte los expresidentes de Bolivia Evo Morales de Bolivia, de Ecuador Rafal Correo y de Paraguay Fernando Lugo, junto a la exsenadora colombiana Piedad Córdoba, estuvieron también entre los invitados internacionales.
"Estas elecciones van a fortalecer la democracia en América Latina", señaló Morales. "No dudo que en poco tiempo van a volver los tiempos de Chávez, de Lula, de Kirchner, de Fidel".
Por otra parte, decenas de venezolanos se concentraron ayer en Bogotá para manifestarse con pancartas contra las elecciones parlamentarias.
Los asistentes, que usaban mascarillas y guardaban las distancias entre sí, sostenía un cartel con la leyenda: "No a la farsa electoral del 6D".
Venezuela atraviesa la peor crisis de su historia moderna. El país petrolero transita hacia su séptimo año consecutivo de recesión y sufre la inflación más alta del mundo.
Crisis se perpetúa
Pese a que la oposición confía en que, la evidente falta de legitimidad del régimen aumentará las presiones para que Maduro abandone el palacio de Miraflores, la verdad es que el dictador tiene ahora un poder absoluto y no es claro que las presiones ejercidas por sus contradictores, así como por la comunidad internacional, encabezada por los Estados Unidos, mejoren el modesto resultado que se ha conseguido hasta ahora.
Así las cosas, la campaña de presión diplomática, con la retirada de su reconocimiento como presidente legítimo de Venezuela incluida, así como las sanciones impuestas tanto en contra de Maduro como de su entorno más cercano y que no han terminado de hacer mella en el régimen chavista, pese a una gravísima crisis económica, lo lleven a dejar de estar ferrado al poder.
La permanencia de Maduro en el poder se explica en que, pese a la campaña de "máxima presión" ejercida, el ilegitimo mandatario cuenta con el apoyo de las fuerzas armadas y cuenta con poderosos aliados fuera del país como Rusia, China, Cuba, Irán y Turquía que le permiten sobreaguar la crisis económica generada por la hiperinflación y la destrucción de la producción y de la otrora importante industria petrolera.
Esta situación a la que suman los frecuentes cortes de energía, la escasez de alimentos, medicamentos y combustibles han llevado a que más de cinco millones de venezolanos hayan abandonado el país en los últimos años y a pesar de ello Maduro se mantiene incólume y casa vez con un mayor poder.
Tras el éxodo, en Colombia residen unos 1,7 millones de venezolanos, que ha sido el principal destino de estos migrantes.
Poder de Guaidó
A pesar de su amplio apoyo internacional, y de algunos logros puntuales como la protección de los lingotes de oro depositados en el Banco de Inglaterra, Guaidó no ejerce mucho poder en términos prácticos.
Aunque se espera que los países que lo respaldan sigan reconociéndolo durante algún tiempo, analistas consideran que el hecho de que ya no vaya a ser presidente de la Asamblea debilite su apoyo con el pasar de los meses.
Para agravar las cosas, los modestos resultados que ha tenido la oposición, en su propósito de derrocar a Maduro, la han dividido y los venezolanos se han desilusionado de una figura en la que habían puesto sus más altas esperanzas de cambio.
Considerando que hasta el momento no han valido las amenazas de Washington de imponer sanciones a los aliados del régimen, la congelación de más de 30 millones de dólares en reservas, ni la incautación de cuatro buques cisterna que transportaban 1,1 millones de barriles de combustible de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán, es incierto el efecto práctico del boicot adelantado y respaldada por miembros del Grupo de Lima, así como de la consulta popular en curso y que busca demostrar la ilegitimidad del régimen.
La situación es tan preocupante y se ven tan pocos efectos de medidas incluso militares que expertos aseguran que las sanciones internacionales sirven de parapeto a Maduro y unifica una postura según la cual todos los problemas de la nación se deben a dichas presiones y no la mala gestión interna.
Así las cosas, será hora de replantear la estrategia para recuperar la democracia en Venezuela al evidenciar que tras años de presión el régimen afianza su poder.