¿Cómo el mundo empieza a flexibilizar el confinamiento? | El Nuevo Siglo
Foto cortesía
Domingo, 19 de Abril de 2020
Pablo Uribe Ruan*

Ante el aplanamiento de la curva y el número efectivo de reproducción del Covid-19, los países están retornando a la “anormalidad”. Un tiempo en el que, como ha dicho el presidente francés, Emmanuel Macron, “hay que pensar en lo impensable” con ejercicios de prueba y error. Si se reabre la economía progresivamente, como lo han hecho varios países asiáticos, el camino incluye aislar a los pacientes y rastrear sus contactos, restricciones fronterizas y distanciamiento social. Sin embargo, otros creen que no debe haber estos controles extremos. Hay que conseguir, apuntan, la inmunidad y entender que un porcentaje muy alto se va contagiar, pese a lo que esto significa para los sistemas de salud

____________________________________

EN EL MUNDO, 3.5 billones de personas nunca habían estado confinadas. Las pandemias, narran Ambrossio y Homero, se enfrentaban con el antídoto de siempre: seguir la vida. Ahora, pese al desarrollo tecnológico y en salud, muchos países han confinado a millones de personas para enfrentar el Covid-19. Pero, poco a poco, han empezado a flexibilizar o levantar las cuarentenas.

¿Cuál estrategia que se debe seguir? No se sabe. La vuelta a la “anormalidad” se ha convertido en un difícil camino que, según la revista Science, estará marcado por “la prueba y el error”. Austria, Alemania, Noruega y República Checa, los más entusiastas en Europa y no tan golpeados por el Covid-19, están reabriendo guarderías, escuelas y comercios. Mientras que Corea del Sur ha celebrado unas concurridas elecciones, y Singapur y Taiwán siguen teniendo buenos resultados sin imponer cuarentena.

Hay que “pensar en lo impensable”, le confesó al Financial Times Emmanuel Macron para enfrentar esta pandemia. “Es un choque antropológico”. Sí, lo es. Lo virtual -esas pantallitas rectangulares que dividen sus plataformas de comunicación, y muchas cosas más- ahora se han convertido en la forma, casi única, de relacionarnos. Lejos queda Ambrossio que cuenta que el amor surgió, ante la terrible pandemia de Milán en el siglo XVII, en las calles.


La evidencia, un problema

Todos los días, sin falta, los gobiernos presentan cifras de contagiados y fallecidos por el Covid-19. En la medida en que se aplana la curva de contagios y fallecidos, el panorama comienza a mejorar. Sin embargo, no hay suficiente evidencia que permita definir con exactitud con qué número específico de casos se deben tomar acciones particulares. Por ejemplo: reabrir la economía. El epidemiólogo Marc Lipsitch de la Escuela de Salud Pública de Harvard TH Chan (HSPH) explica que “hemos logrado llegar a la balsa”, pero, lamenta, no tener “muy claro cómo llegaremos a la orilla”.

Lo cierto, por ahora, es que los datos empiezan a ser mejores. La experiencia acumulada de países de Asia y Europa permite, por ejemplo, calcular cómo le irá al sistema de salud de un país dependiendo de su capacidad. O, como la propagación del virus se presenta de manera distinta en hogares intergeneracionales como los del sur de Europa que en los del norte, donde las personas de la tercera edad viven solas o en ancianatos. Pronto llegará más evidencia de Estados Unidos, el foco del contagio en este momento.

El conocimiento acumulado se convierte en el salvavidas del multilateralismo, ante la rapiña unilateral por material médico, el cierre de fronteras y los discursos xenófobos. La mayoría de países, en todo caso, han optado por apuntarle a experimentos locales para definir si reabren progresivamente sus economías. Austria decidió, esta semana, flexibilizar la cuarentena luego de llevar a cabo una muestra aleatoria de 1,600 personas y encontrar que menos del 1% tenía el Covid-19. Noruega comprobó que la tasa de infección por cada persona, definida científicamente como el R, había caído al 0.7, una tasa inferior a 1 con la que se estima que desaparecerá la epidemia con el tiempo.

El segundo país más afectado de Europa, España, ha empezado algo más ambicioso: analizar muestras de al menos 30.000 familias. El resultado de este análisis, que tardará unas semanas, será determinante para acercarse a la magnitud del contagio. Algunos sectores insisten en que el número de contagios es mucho más alto del que se cree, por lo que la tasa de mortalidad es inferior. El Imperial College de Londres, criticado en Reino Unido por su metodología,  ha calculado que en España a finales de marzo había 7.000.000 millones de contagiados, por lo que su tasa de mortalidad calculada al 10 de abril sería del 0,21. No hay mucho consenso sobre estos números.

R: número efectivo de reproducción

Para reabrir las economías, el enfoque de los países está cambiando. Durante marzo y parte de abril, los países han venido contando el número real de casos por día. Ahora se empieza a medir el número efectivo de reproducción, o R. Los epidemiólogos explican que R debe mantenerse alrededor de 1, para lograr que 1 persona infecte máximo solo a 1 persona, “manteniendo el número de casos estable”. 

Al estabilizar R, los gobiernos están abriendo lentamente sus economías.  Esto implica que, como dice en charla con Science Gabriel Leung, un modelador de la Universidad de Hong Kong: aíslen a los pacientes y rastrean sus contactos, restricciones fronterizas y distanciamiento social.

Hong Kong, Corea del Sur y Singapur han seguido esta estrategia, enfocándose principalmente en el aislamiento de pacientes con síntomas o aquellos positivos en las pruebas para el Covid 19. Esto parece un paso que, a esta altura, resulta obvio. El éxito radica en aislar aquellos casos temprano. Y sobre todo: poner en cuarenta a las personas que han tenido contacto con estos. La falta de reactivos para llevar a cabo las pruebas para el Covid-19 sigue siendo el principal desafío, y eso que se trata de países, como Corea del Sur, productores de estos.

Lancet, una de las revistas más respetadas de ciencia, publicó importantes revelaciones de la detección temprana de casos en China. Estudió, entre otros lugares, el comportamiento de Guangdong, una provincia de 113 millones de habitantes.  Para evitar una segunda ola de contagios, encontró que allá se ha logrado una detección temprana de casos. “Se realizaron más de 320.000 pruebas de RT-PCR en aquellos que habían asistido a clínicas y hospitales durante 30 días entre enero y febrero de 2020”, dice el estudio. “Tal nivel de prueba debe mantenerse, si no aumentarse, para monitorear la prevalencia de punto real de Covid-19”

Suprimir y levantar

Las estimaciones de los organismos multilaterales prevén que la economía del mundo se va contraer 3%. Para revertir el desplome recesionista se han aprobado enormes estímulos fiscales que buscan reactivar el aparato productivo -progresivamente- en un ejercicio expansionista, un nuevo keynesianismo.  Que, como explicó John Maynard Keynes después de la Gran Depresión, enfrenta, además de la recesión, otra consecuencia inevitable: el desempleo.

El desempleo, decía la revista Times en 1943, es “la enfermedad social de la civilización occidental”, en referencia a las consecuencias de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Un siglo después, este fenómeno, inevitablemente, será de nuevo el gran desafío. Sin embargo, las condiciones de la crisis son radicalmente distintas. El Covid-19 sigue entre la gente. Entonces, reactivar el aparato productivo en su totalidad es, para una mayoría, imposible. 

¿Qué se debe hacer? Adoptar una reapertura progresiva y así encontrar el difícil equilibrio entre economía y salud. Un escenario que, de nuevo, invita a “pensar lo impensable”,  y entender que el desafío en salud seguirá vigente hasta que se encuentre una vacuna.  

Es imposible saber cómo será el próximo día, la próxima semana. El pasado es el tiempo predilecto de esta crisis: toda decisión en salud se toma con datos de dos o tres semanas atrás, y de ahí se planea el presente.  Hay que acostumbrarse a que el futuro, que ha marcado el ritmo de la globalización, ya no determine el pensamiento.

Bolsonaro, López Obrador y Trump proponen seguir, casi sin modificaciones, el día a día. Una forma cruda de aceptar que es probable que entre el 40% al 70% de la población se contagie, así que hay que seguir, y buscar lo más rápido la inmunidad de casi el 50% de la población para eliminar el virus. No sólo ellos piensan así. Parte importante de los países pobres han adoptado esta posición, ante las consecuencias desastrosas de la parálisis económica.

Sin embargo, la mayoría de países ha preferido confinar y reabrir progresivamente. Hong Kong, Singapur y Corea del Sur tienen un sistema de “suprimir y levantar”,  que le apunta a reabrir la economía y, en momentos de picos de contagios, confinar, para no saturar al sistema de salud. En ese tiempo, por ejemplo, habrá que reclutar más profesionales de la salud. La Universidad Johns Hopkins recomienda 100,000 nuevos empleados en salud a nivel nacional, dedicados, exclusivamente, a enfrentar el Covid-19. Alemania les llama “exploradores de contención” y ya tiene casi 10.000, según The Economist.

El rastreo del virus puede traer una nueva faceta de la biotecnológica para rastrear los contactos de los contagiados y aislarlos. La Unión Europea ha lanzado un protocolo que se basa en señales Bluetooth para, por medio de los dispositivos móviles, rastrear los posible contactos con contagiados. En China, se mide casi absolutamente todo por el móvil. Nuval Harari ya ha advertido de las consecuencias desastrosas que esto puede traer para las democracias liberales.

La vacuna y tratamiento

El pensador contemporáneo que defiende con mayor vehemencia la idea de progreso, Stiven Pincker, ha insistido en sus libros que el mayor avance de la humanidad son las vacunas. Muchas veces se subestima su impacto, ante el paradigma de la tecnología, pero hoy con la crisis del Covid-19, el debate parece estar resuelto.

La información sobre una posible vacuna contra el coronavirus es vasta y, muchas veces, trae consigo una exagerada esperanza o el común catastrofismo. A partir del 8 de abril, la Coalición para las innovaciones de preparación para epidemias (Copi, siglas en inglés) ha publicado que existen 115 candidatos para desarrollar la vacuna contra el Covid-19. “La mayoría de los proyectos activos se encuentran en etapas exploratorias o preclínicas. Sin embargo, 5 candidatos se han movido recientemente al desarrollo clínico, incluidos mRNA-1273 (Moderna), Ad5-nCoV (CanSino Biologicals), INO-4800 (Inovio), LV-SMENP-DC y aAPC específico de patógeno (Shenzhen Geno -Immune Medical Instituto)”, dice el análisis de Copi.

En un día clave en que se conoció un adelanto en la vacuna y un nuevo medicamento para tratar pacientes con Covid 19, el Remdesivir,  la Universidad de Oxford anunció el viernes que en septiembre “espera tener unas dosis de la vacuna”. “No va haber suficiente para todo el mundo, pero entre más produzcamos al empezar ahora, más dosis va haber disponible”, dijo Sarah Gilbert, jefe del proyecto, quién contó que se han hecho pruebas con 500 voluntarios de edades entre los 18 y los 55 años.

Hasta el momento, a no ser que Estados Unidos, Alemania o China sorprendan al mundo, la vacuna más cercana estará en septiembre. Los meses que vienen, en consecuencia, exigirán un pacto social, político y económico en cada país. Se debe decidir qué camino tomar: el del contagio rápido y exponencial en abril, mayo y junio, (caso Brasil o México) para buscar la inmunidad temprana, a costas de saturar el sistema de salud; o el del distanciamiento social flexible y, en caso de pico, el confinamiento.

__________________________
*MPhill en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Oxford (en curso). Colaborador de El Nuevo Siglo en Europa