Colapsó el califato pero EI sigue como amenaza global | El Nuevo Siglo
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Domingo, 24 de Diciembre de 2017
Redacción internacional con AFP
Perdieron la guerra sobre el terreno, sirio e iraquí, pero se concentraron en otras acciones. Varias ciudades de Occidente vivieron el horror de sus terroristas “lobos solitarios”

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ESTE año fue para el Estado Islámico (EI) el del colapso de su "califato" al cabo de cruentos combates en Siria e Irak, países que sin embargo tienen peligrosos desafíos con ciudades en ruinas y una persistente amenaza extremista.

Tres años después de su meteórico avance y conquista de un territorio vasto como Italia, el grupo yihadista ultrarradical fue derrotado en Irak y se encuentra acorralado en la vecina Siria.

A merced de un diluvio de bombas de Estados Unidos y Rusia, los yihadistas perdieron en 2017 sus "capitales" Mosul, en Irak, y Raqa, en Siria.

En diciembre, el primer ministro iraquí, Haider al Abadi, anunció "el fin de la guerra" contra el EI, afirmando que por primera vez en cuatro años la organización ya no controlaba ningún territorio significativo en Irak.

El régimen de Damasco podría hacer pronto un anuncio similar. Los yihadistas sólo controlan actualmente unas localidades en el este de Siria, algunos focos del desierto en el centro del país, y dos barrios periféricos de Damasco.

Los yihadistas del EI son autores de atrocidades en las que murieron miles de personas en Irak y Siria. Reivindicaron además una serie de atentados sangrientos en el mundo, como los de París, Las Vegas o Estambul.

 'En alerta permanente'

En Irak, las potencias occidentales dieron un apoyo sin pausa a Abadi, que sale reforzado luego de tres años de guerra.

La ofensiva contra el EI, respaldada por una coalición internacional liderada por Estados Unidos, permitió, además del objetivo militar, a las tropas iraquíes recuperar su dignidad luego de haber huido frente a los yihadistas cuando éstos llegaron a Mosul en 2014. Una derrota que traumatizó al país.

Pero, aunque el EI perdió el control territorial en Irak, sus combatientes siguen merodeando, ahora en la clandestinidad, escondidos en los cañones del desierto occidental de Al Anbar.

"Desde un punto de vista militar, el EI está terminado, pero el grupo sigue siendo una organización terrorista", advierte Ahmed al Asadi, un comandante de las unidades paramilitares de Hashd al Shabi, fuerza aliada de Bagdad y creada en 2014 para frenar el avance de los yihadistas.

"Tenemos que permanecer en alerta permanente", dijo.

El futuro estatuto de esta fuerza, dominada por las poderosas milicias chiitas, algunas apoyadas por Teherán, representará un desafío mayor para Irak.

El gobierno central, dominado por los chiitas, deberá además abocarse a la gigantesca tarea de reconstrucción de ciudades chiitas devastadas por la guerra. Mosul, segunda ciudad del país, esta en ruinas, como Ramadi (centro), Sinjar (norte) o Faluya (centro).

El fracaso de la reconstrucción podría reavivar las tensiones confesionales y ofrecer a los combatientes sunitas del EI una oportunidad para regresar.

Asad reforzado

En Siria también la amenaza yihadista persiste, en un país destrozado por una guerra civil desde 2011, que ha dejado más de 340.000 muertos.

El apoyo de Moscú permitió al régimen de Bashar al Asad reconquistar en los últimos meses casi la mitad del territorio sirio, multiplicando la victorias frente a los rebeldes y a los yihadistas.

Damasco nunca escondió su intención de reconquistar todo el país y numerosos expertos temen que estallen enfrentamientos con la minoría kurda, que aprovechó el conflicto para ganar autonomía en sus territorios del norte del país.

Hace pocos días, Bashar al Asad calificó de "traidores" a los integrantes de las milicias kurdas apoyadas por Estados Unidos.

Para Aymen al Tamimi, experto de movimientos yihadistas, el EI podría mantenerse en Siria e Irak como una "fuerza insurreccional".

Tanto en Siria como en Irak las autoridades enfrentan una crisis humanitaria colosal. Más de la mitad de los 22 millones de sirios huyeron de sus hogares, mientras que tres millones de iraquíes siguen desplazados.

En Siria, "algunas zonas volvieron a ser seguras este año, pero estallaron combates en otras, por lo que hay importantes desplazamientos" de población, señaló Ingy Sedky, portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

En Irak, once millones de personas necesitan ayudan humanitaria.

Gran amenaza

Pese a los duros golpes sufridos durante todo el año, esta organización extremista, El Estado Islámico, se está adaptando y sigue siendo una amenaza, señalan los expertos.

Las primeras horas del  2017 quedaron ensombrecidas por la muerte de 39 personas, víctimas de un uzbeko descrito como un "soldado del califato", que abrió fuego en una discoteca en Estambul, durante las celebraciones de Año Nuevo.

Armando directamente a yihadistas o inspirándolos con una propaganda eficaz en internet, el EI perpetró docenas de atentados, principalmente durante el primer semestre del año, en Pakistán, Irak, Siria, Afganistán, Egipto, Somalia y Reino Unido, entre otros.

Uno de los atentados más dramáticos se produjo en mayo, cuando un kamikaze, Salman Abedi, un joven británico de origen libio, mató a 22 personas haciendo estallar una bomba a la salida de un concierto en Manchester.

Barcelona, Jerusalén, Londres y Estocolmo fueron también blanco de ataques con vehículos lanzados contra multitudes indefensas. Este tipo de ataque, que sigue a la letra las instrucciones del EI, es difícil de prevenir.

Estos atentados, que se saldaron con la muerte de miles de personas, se produjeron pese al desmantelamiento casi total de la estructura terrestre de la organización en Irak y Siria tras una ofensiva coordinada lanzada en el otoño 2016. 

"Ciertamente es EI fue derrotado militarmente", afirma Yves Trotignon, analista antiterrorista, "pero por un lado aún tiene alrededor de 3.000 combatientes en Siria e Irak, que es mucho, y por otro lado, hay que recordar que en 2009 los predecesores del Estado Islámico en Irak habían sido derrotados militarmente, pero necesitaron apenas dos años y medio para renacer de sus cenizas tras la revolución siria".

“El monstruo sigue vivo”

La manera en la que se manejará al EI va a ser crucial para impedir que la comunidad sunita se deje seducir, en unos meses o años, por otro movimiento yihadista que pretenda defender sus intereses, estiman varios expertos.

La larga lista de ataques o atentados frustrados en 2017 es una muestra de que el movimiento yihadista, dentro del cual no hay que olvidar a Al Qaida, resiste.

"La cirugía en Irak y Siria fue exitosa, pero, como sucedió en Afganistán con Al Qaida, el cáncer ha hecho metástasis y el yihadismo se ha trasladado a otros territorios", agrega Trotignon. 

"El EI fue derrotado, pero la amenaza terrorista no ha desaparecido. Ha evolucionado en términos de actores y formas de acción (...). Los investigadores estadounidenses estiman que el fenómeno durará varias generaciones".

El coronel norteamericano Ryan Dillon, portavoz de la coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos, dijo recientemente que los combatientes del EI "siguen siendo una amenaza, aunque ya no son un ejército como en 2014".

La masacre en Egipto a finales de noviembre de 305 personas, adeptas al sufismo -una corriente mística del islam despreciada por el EI- en una mezquita, muestra que algunos extremistas optan por ataques cada vez más mortíferos e indiscriminados. 

"Las filiales del EI, en Egipto, Libia, Yemen, así como en Afganistán y en el sureste de Asia, siguen siendo una gran amenaza", estima Jean-Pierre Filiu, profesor de Sciences-Po en París. "Y la propaganda yihadista, aunque menos intensa que durante el 'califato', sigue nutriendo a grupos de todo el mundo".