Cientos de migrantes hondureños comenzaron a ingresar a México este viernes al cruzar la frontera después de descansar en Guatemala, para continuar su travesía hacia Estados Unidos, donde buscan escapar de la pobreza y violencia que los agobia en su país.
Muchos de ellos pernoctaron sobre el piso de cemento del parque de Tecún Umán, ciudad guatemalteca fronteriza con México, aguardando para iniciar los trámites y acogerse a un beneficio del gobierno mexicano de brindarles una pulsera que sirve como pase especial para permanecer hasta un año en ese país, tiempo en el cual podrán intentar llegar hasta el sur de Estados Unidos.
Algunos prefirieron no esperar y varios cientos entraron ilegalmente a México, al burlar la seguridad, cruzando por el puente divisorio Rodolfo Robles, mientras otros lo hicieron atravesando el río fronterizo Suchiate en improvisadas balsas hechas con grandes neumáticos.
Sin embargo, la mitad de los casi 2.000 migrantes hondureños de la caravana hacen largas filas para tramitar el permiso especial con las autoridades migratorias mexicanas.
Lo mismo ocurrió con una caravana de unos 200 salvadoreños que partió el miércoles pasado, la mayoría de los cuales ingresó a México.
"La tarjeta humanitaria" les permite ingresar legalmente, tener empleo, educación y servicios de salud básicos en territorio mexicano.
Decenas de migrantes aprovecharon el tiempo libre para bañarse en el río Suchiate y aliviar el intenso calor que alcanza los 35 grados centígrados.
Mientras el personal migratorio mexicano trabaja a marchas forzadas para documentar a las personas que intentan ingresar, otros grupos dispersos de migrantes llegan a Tecún Umán para sumarse a la caravana que inició el pasado martes en San Pedro Sula, norte de Honduras.
Oportunidad en México
"Con este permiso podemos pasar todo México sin ningún problema, podemos trabajar y nos podemos quedar allí", comentó a la AFP la hondureña Maricela Núñez, quien viaja con su hija de tres años.
Con ese beneficio, Núnez dice que evalúa si sigue la travesía hacia Estados Unidos o se queda en México, donde "la oportunidad es buena".
La política fue destacada por Jan Jarab, representante en México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos.
"Las políticas anteriores, que empujan a los migrantes a esconderse los exponen a mucho riesgo por parte del crimen organizado. Entonces, permitirles regularizar su presencia (...) para trabajar en México es muy distinto de lo que hemos visto y lo saludamos", declaró Jarab.
"Estoy prácticamente sacrificando a mis hijos y no importa si me quedo en México con tal que nos apoyen", dice Gladys Menjivar, de 24 años, que emprendió el viaje junto a su hija de 17 meses.
La violencia empujó a Menjívar a abandonar su casa en el municipio hondureño de Progreso (norte), luego de que su esposo desapareció semanas atrás y desconoce si sigue vivo.
"Mi meta es llegar a Estados Unidos, pero si no puedo me quedo en México a trabajar por esta oportunidad que nos están dando", dijo a la AFP el técnico industrial Christián Medrano, de 33 años, quien hace tres años se quedó desempleado de una tabacalera donde laboró 12 años.
Tras perder el trabajo, buscó distintos medios para subsistir y mantener a su esposa y tres hijos de entre 7 y 14 años, a quienes dejó en la capital hondureña Tegucigalpa.
Aunque reconoce las adversidades para ingresar a Estados Unidos por las políticas migratorias del presidente Donald Trump, Medrano considera que "hay que arriesgarse y sacrificarse para salir adelante".
Las corrientes migratorias de los últimos meses han provocado duras reacciones de Trump, enfrascado en un debate con la oposición demócrata sobre su plan de construir un muro fronterizo con México.
El debate sobre el muro generó un impasse en la aprobación presupuestaria que provocó el cierre del gobierno estadounidense.
Permiso excepcional
La directora de Control y Verificación Migratoria del Instituto Nacional de Migración (INM), Ana Laura Martínez de Lara, aclaró que el ofrecimiento de otorgar las tarjetas de "visitante por razones humanitarias" a migrantes centroamericanos "es una excepción, y solo es para esta caravana".
De los casi 2.000 integrantes de la caravana, el jueves las autoridades mexicanas entregaron 969 pulseras a igual número de personas para recibir en cinco días las tarjetas humanitarias: 155 son ciudadanos de El Salvador, 39 de Guatemala, 766 de Honduras y nueve de Nicaragua.
Sin embargo, los 969 migrantes registrados no pudieron ingresar a México porque las autoridades federales y del gobierno de Chiapas, estado fronterizo con Guatemala, no habían instalado el albergue que prometieron tener listo para brindarles servicios médicos, comida y regaderas.
La iniciativa de instalar el refugio es rechazada por pobladores de Chiapas, y este viernes había prevista una manifestación contra la medida.
La actual caravana partió el martes de San Pedro Sula y la mayoría de sus integrantes ya se encuentran en Tecún Umán, unos 300 km al oeste de la capital guatemalteca.
Unos 11 hondureños han muerto en las caravanas anteriores, según las autoridades de Tegucigalpa.
En diciembre, murieron dos niños guatemaltecos en suelo estadounidense mientras se hallaban bajo custodia de la patrulla fronteriza.