Cannabis, ¿puerta de entrada a drogas duras y mortales? | El Nuevo Siglo
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Lunes, 26 de Junio de 2023
Redacción internacional

EL CONSUMO de drogas alucinógenas (especialmente los opioides) y psicodélicas (mayormente utilizadas para trastornos mentales) continúa creciendo en el mundo, al igual que la marihuana o cannabis que si bien no está clasificada en ninguna de estas categorías es como todas ellas sicoactiva, es decir, altera la mente.

El Informe Mundial sobre Drogas 2023, (con mediciones al 2021) elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) confirmó que el consumo de estupefacientes de mantiene disparado en el mundo, llegando a 296 millones, unos 12 millones más que el año inmediatamente anterior y un aumento del 23% en la década.

Así, el informe reseña que entre 2011 y 2021, una de cada diecisiete personas de 15 a 64 años usó algún tipo de droga, manteniéndose el cannabis como la más consumida por razones que van desde su legalización en varias zonas del mundo para uso recreativo hasta la errónea creencia de que no tiene efectos graves en la salud y es ‘controlable’.

Sin embargo, tanto este informe de Naciones Unidas como varios más realizados por instituciones similares y asociaciones médicas destacan que tanto la marihuana como el alcohol son fuertes sicoestimulantes, con alto riesgo de generar dependencia y abuso.

Así, y específicamente con el cannabis, se ha evidenciado que es la ‘puerta de entrada’ o primer paso para iniciarse e ir escalando en el uso de otras drogas sicoactivas a medida que se buscan experiencias más fuertes y adictivas.  

El reciente informe de Unodc indica que “los psicodélicos, en general, ocupan un lugar más bajo en el grado de capacidad de abuso y potencial de dependencia" frente al cannabis o la marihuana.

Los psicodélicos que mayoritariamente tienen uso médico, especialmente para el tratamiento de enfermedades mentales y que centran el debate actual tanto por su alta demanda como por vacíos en la regulación son: alucinógenos o psicodélicos clásicos, como la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), la psilocibina dimetiltriptamina (DMT) y la mescalina; Entactógenos, como la 3,4-metilendioximetanfetamina (MDMA) y anestésicos disociativos, como la fenciclidina (PCP) así como la ketamina.

Cannabis

El uso no médico de estas sustancias es frecuente. El "éxtasis" o MDMA sigue siendo utilizada en entornos recreativos y de vida nocturna. En 2021, se estimó que 20,2 millones de personas consumieron por lo menos una vez esta droga o alguna otra psicodélica.

El informe también estima que el número global de personas que se inyectaron drogas fue de 13,2 millones, un crecimiento del 18% respecto a las anteriores estimaciones. Mientras tanto, el número de usuarios que sufrieron trastornos por consumo de estupefacientes se disparó a 39,5 millones, un aumento del 45% en diez años. 

En momentos en varios estados de Norteamérica han aprobado el uso recreativo del cannabis (aumentando su consumo diario, especialmente el de productos cannábicos potentes y sobre todo entre los jóvenes) y en Colombia, el intento de legalizar la producción y comercialización del cannabis en los adultos se hundió en el Congreso, el Informe Mundial de Drogas destaca que esta mata depresora del sistema nervioso continúa siendo la más consumida en el mundo.

Así, indica que 219 millones de personas la consumen en el mundo, mayoritariamente jóvenes, con el agravante de una prevalencia anual en personas entre 15 y 16 años:  5,34 %, frente al 4,3% en el caso de los adultos. Y, al igual que en la data sobre todos los estupefacientes y psicodélicos, los hombres son los mayores consumidores. 

En Europa, Asia y Oceanía, la prevalencia del consumo de cannabis en el último año es mayor entre la población joven que entre la adulta.



Aunque a nivel global los opoides siguen siendo las drogas que tienen la mayoría de las personas en tratamiento para superar la adicción, existen variaciones entre regiones y países. Por ejemplo, en América Latina el número de personas en tratamiento relacionado con el cannabis es el 18% y la cocaína el 19.68%. La región es junto con África las que tienen mayores proporciones de jóvenes en tratamientos para abandonar las drogas.

El estudio destaca la sostenida tendencia en el aumento del consumo de cannabis (21% más) entre 2020 y 2021, al igual que el de metanfetaminas que llegó a 36 millones, mientras que el de opioides permaneció en gran parte estable, con 60 millones. Los de cocaína alcanzaron 21.5 millones, mientras los de éxtasis fueron 20 millones. Los mayores demandantes de todas estas drogas y en las diferentes regiones del mundo continúan siendo los hombres, prevalencia que se mantiene en cuanto a las personas que se someten a tratamiento para dejar la dependencia y, que especialmente ha aumentado en el caso de la marihuana.

Y aunque vale destacar que fumar cannabis no lleva a la muerte, como si los opioides y la cocaína, si aumenta los trastornos mentales. El año pasado, a nivel global, fue la causa del 46% de dicho incremento, mientras que por consumo de opioides fue de 31%, metanfetaminas 13%, cocaína 6% y sedantes, 4%.

Advierte la Unodc que “las personas, en particular los jóvenes, tienen la percepción de que algunas sustancias como el cannabis son “seguras” o no perjudiciales y ello ha fomentado el consumo no supervisado, es decir el recreativo”.

Amazonas, otra víctima

El estudio de Naciones Unidas dedica un capítulo especial al tráfico de drogas y delitos relacionados con el medio ambiente en la cuenca del Amazonas, e indica que en diversas áreas confluyen múltiples formas de delincuencia organizada que agravan la devastación medioambiental provocando graves consecuencias para la seguridad, la salud y el bienestar de la población de toda la región.

El aumento del cultivo y el tráfico de drogas y los delitos medioambientales en la cuenca del Amazonas, se deben en parte a la abundancia de recursos naturales junto a una presencia limitada del Estado, la corrupción persistente y otros factores estructurales relacionados con la informalidad, la desigualdad y el desempleo.

Aparte del narcotráfico, entre las múltiples actividades ilícitas en las que está involucrado el crimen organizado se incluye el despojo de tierras, la tala y la minería ilegal, el tráfico de fauna silvestre y otros delitos relacionados con el medio ambiente. 

Estas redes de criminales no sólo agravan la deforestación, sino que también aceleran la comisión de otro tipo de delitos como la corrupción, los delitos fiscales y financieros, el homicidio, el asalto, la violencia sexual, la explotación de trabajadores y menores, y la criminalización de los defensores medioambientales y los pueblos indígenas.

Aunque puede actuar indirectamente como un elemento catalizador, el impacto directo del cultivo de coca en la deforestación de la mayor selva tropical del planeta es mínimo y se debe a otros factores. 

Entre ellos, la denominada "narcodeforestación", o sea el blanqueo de los beneficios del narcotráfico destinados a la especulación de tierras, al sector agrícola, a la ganadería y a otras infraestructuras relacionadas.

Las poblaciones más afectadas por esta confluencia de crímenes son las indígenas y otras minorías, ya que sufren desplazamientos forzosos, envenenamiento por mercurio y otros impactos relacionados con la salud, así como una mayor exposición a la violencia y la persecución.

Crisis de opioides

En otro aparte del detallado y largo estudio se señala que crisis de los opioides en Norteamérica no se asoció a un aumento considerable del número de consumidores, sino a las muertes por sobredosis, atribuidas principalmente al consumo de fentanilo.

En Estados Unidos se produjeron en 2021 más de 80.000 muertes por sobredosis de opioides, siendo el 30% de ellas mujeres.

Las muertes por sobredosis relacionadas con la proliferación de opioides sintéticos, principalmente fentanilo, también experimentaron una tendencia creciente en Canadá, registrando 8 mil en el 2021.