A alcanzar un acuerdo de divorcio para octubre apremiaron los mandatarios europeos a la primera ministra británica, Theresa May, al tiempo que rechazaron sus planes para solventar los principales escollos: la frontera en Irlanda y la futura relación comercial.
Theresa May pidió la víspera durante una cena en Salzburgo flexibilidad a sus socios que, pese a algunos mensajes de mano tendida en la mañana, echaron por tierra sus propuestas conocidas como plan de Chequers tras una reunión sin ella, pero con el negociador europeo Michel Barnier.
"Esto ha sido objeto de consenso a mediodía. Las propuestas presentadas actualmente no son aceptables, especialmente en el ámbito económico" de la futura relación, aseguró el presidente francés, Emmanuel Macron, uno de los mandatarios que se han mostrado más inflexibles con Londres.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aseguró que la propuesta de May de crear una zona de libre comercio de bienes "no funcionará", ya que "perjudicaría" la indivisibilidad de las cuatro libertades de circulación del mercado único: bienes, servicios, personas y capitales.
Londres defendía este plan como una alternativa para evitar el retorno de una frontera clásica entre Irlanda, país de la UE, y la provincia británica de Irlanda del Norte, máxime cuando considera que la solución propuesta por Bruselas daña la integridad territorial de Reino Unido.
La inquilina del número 10 de Downing Street cedió finalmente a los llamados de sus socios a revisar sus planes y anunció que "en breve" presentará nuevas propuestas para resolver el problema de la frontera en Irlanda y desbloquear así la negociación del Brexit.
La 'hora de la verdad'
A falta de una mejor solución para evitar el retorno de una frontera en la isla de Irlanda y salvaguardar a su vez el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998, la UE aboga por mantener a Irlanda del Norte en la unión aduanera y el mercado único europeo.
Este "backstop" o "red de seguridad" figura en el acuerdo provisional de diciembre, pero Londres lo contesta ahora porque supondría la creación de facto de una frontera en su propio territorio, en concreto, entre la provincia británica y el resto de Reino Unido.
La UE espera una solución el próximo mes. La "hora de la verdad" de la negociación del Brexit será la cumbre europea del 18 de junio en Bruselas, advirtió el presidente del Consejo Europeo, que no descarta convocar una nueva, si fuera necesario, el 17 y 18 de noviembre para formalizar un acuerdo.
La jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, expresó su confianza en que se "podrán encontrar soluciones realizables en la práctica, satisfactorias y sólidas". "Pero aún queda camino por recorrer", agregó.
Madrid, que puede vetar la aplicación del acuerdo final a Gibraltar, espera finalizar también su negociación paralela con Reino Unido sobre este territorio británico situado en el extremo sur de la península Ibérica para "mediados de octubre", dijo el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez.
¿Un segundo referéndum?
La cuenta atrás para un acuerdo está así ya en marcha, pese a que Reino Unido se convertirá en el primer país en abandonar el bloque el 29 de marzo. El objetivo de lograr un acuerdo para noviembre, a más tardar, es que la Eurocámara y el Parlamento británico puedan ratificarlo a tiempo.
Además de la cuenta atrás, ambas partes enfrentan la presión de las advertencias, entre ellas del Fondo Monetario Internacional (FMI), sobre las consecuencias económicas de un divorcio previsto a fines de marzo de 2019 sin acuerdo. Todos dicen prepararse también para ese escenario.
Los británicos decidieron en 2016 en un referendo, marcado por el rechazo de la migración de europeos a Reino Unido, marcharse del bloque. May reiteró a sus socios que no se plantean convocar un segundo referéndum, pese a la presión interna en su país.
Los líderes europeos apoyan "casi unánimemente" la celebración de una segunda consulta una vez se conozca el resultado de la negociación, indicó a la BBC el primer ministro maltés, Joseph Muscat, un escenario que calificó de "casi imposible".