Josep Borrell aseguró que el acuerdo rompió varios "tabúes" en el bloque comunitario, pero advirtió que aún queda un "largo camino" por recorrer en la "jungla institucional europea" antes de su puesta en marcha definitiva.
"Es seguramente un momento decisivo para la UE porque hemos roto algunos de los grandes tabúes" que había hasta ahora en la organización regional, ha dicho en el foro 'El papel de la UE en un mundo postcoronavirus', celebrado el marco del curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en San Lorenzo de El Escorial.
Borrell ha señalado como el primer tabú derribado la decisión de "ir todos juntos al mercado a pedir financiación, a emitir deuda europea", y, en segundo lugar, la decisión sobre cómo repartir ese dinero, incluyendo por primera vez "transferencias a fondo perdido".
"Y eso es algo que todavía hoy a muchos líderes europeos les rechinan los dientes", ha apostillado, achacándolo a "una manifiesta incomprensión o una mala comprensión de los mecanismos económicos" por parte de algunos estados miembro donde "no se acaba de entender la diferencia entre gastar e invertir". "Todavía hay un pensamiento económico donde endeudarse para gastar es malo porque no se acaba de hacer la diferencia entre gasto corriente y gasto de inversión", ha lamentado.
Además, ha subrayado que, aunque esta vez la condicionalidad no implica "hombres de negro" como en la crisis de 2008, sí habrá ciertas condiciones a la entrega de ese dinero, 390.000 millones de euros, en la medida en que los países tendrán que presentar planes nacionales que "encajen en los ejes de la ecología y la digitalización" sobre los que se quiere seguir construyendo la UE.
En tercer lugar, ha recordado el hecho de que el fondo de reconstrucción solo ha sido aprobado por el Consejo Europeo, y tras "un maratón de cuatro días" en Bruselas, si bien "inicia ahora un largo camino de aprobación en la jungla europea institucional, primero en el Parlamento Europeo y después en los parlamentos nacionales e incluso en los parlamentos regionales de algunos países". "Y no está del todo claro que llegue a buen puerto, espero que sí, pero el camino será difícil", ha alertado.
Borrell también ha llamado la atención sobre el hecho de que el fondo de reconstrucción tal y como se ha configurado ha tenido un "coste político" porque se ha reducido el dinero destinado a transferencias --de los 400.000 propuestos a los 390.000 millones de euros aprobados-- y se han aumentado los "descuentos" que reciben los estados miembro considerados contribuyentes netos.
Ha apuntado igualmente al "recorte" realizado en los fondos destinados a "financiar mejor los programas comunitarios diseñados por la Comisión para todos los países", ya que buena parte de ese dinero se destinará a financiar los programas nacionales ideados por los propios estados miembro. "Por tanto, se ha reducido la dimensión comunitaria", ha ilustrado.
El jefe de la diplomacia europea ha mencionado asimismo que "la gran cuestión que se queda sobre la mesa es cómo se amortiza esa deuda" emitida conjuntamente. En su opinión, "si no hay recursos propios", que cree que podrían haber salido de nuevos impuestos comunes, como el impuesto a las transacciones financieras, "sería el más jugoso", "habrá dos soluciones: o los estados aportan más o habrá que reducir el gasto comunitario". "Ahí es donde se va a jugar una de las batallas decisivas de este paquete", ha aseverado.
Borrell ha planteado otra cuestión a resolver, indicando que en realidad "los problemas a corto plazo son de mantenimiento de rentas para las personas que se van a quedar sin trabajo y para las empresas que se van a quedar sin actividad", de modo que "a corto plazo la solución no está en el futuro verde y digital, sino en el mantenimiento de rentas..., lo que da a la respuesta a la crisis una dimensión social".