Bielorrusia cargó el martes contra las nuevas sanciones adoptadas por Occidente, al que acusa de querer tumbar el régimen de Alexander Lukashenko, aliado de Rusia.
Un año después de las elecciones presidenciales en Bielorrusia que desataron la movilización de la oposición denunciando fraude electoral, y la represión del gobierno, Washington endureció el lunes aún más las sanciones estadounidenses en vigor desde 2006, apuntando a sectores claves de la economía del país.
Estas sanciones apuntan a una larga lista de responsables oficiales, sociedades, entidades y hombres de negocios que funcionarían como "testaferros" del régimen, según las explicaciones dadas por el Tesoro estadounidense.
El lunes, Reino Unido y Canadá también endurecieron sus sanciones.
Como respuesta, el ministro bielorruso de Asuntos Exteriores denunció el martes en un comunicado las "medidas coercitivas unilaterales" destinadas a "debilitar la soberanía y la independencia de Bielorrusia, así como el bien estar y la prosperidad del pueblo bielorruso".
"Lo único que Occidente busca, ignorando con desdén los resultados de la expresión de la voluntad del pueblo bielorruso, es un cambio de poder en Bielorrusia", proseguía el comunicado.
"Escondidos detrás de hipócritas eslóganes de defensa de los Derechos Humanos y de la democracia, nuestros adversarios occidentales están guiados, en realidad, por un puro cálculo geopolítico", añadió el ministro.
El presidente bielorruso Alexander Lukashenko, en el poder desde 1994, se mostró implacable el lunes durante una gran rueda de prensa televisada, negando cualquier represión en el país y acusando a sus detractores de haber querido fomentar un "golpe de Estado".