AL forjar una nueva alianza con Gran Bretaña y Australia sobre submarinos nucleares, en detrimento de Francia, el presidente estadounidense Joe Biden ha vuelto a dejar claro que su principal prioridad internacional, por encima de todo, será enfrentarse a China.
En virtud de la alianza bautizada con el acrónimo Aukus, Australia será el único país, aparte de Gran Bretaña, que tendrá acceso a la tecnología estadounidense para construir submarinos de propulsión nuclear, que podrían desplegarse en aguas disputadas por Pekín.
El anuncio enfureció a China, pero también a Francia, que tras perder un contrato de construcción de submarinos convencionales para Australia, cuyo valor era de 50.000 millones de dólares australianos (31.000 millones de euros, 36.500 millones de dólares) en el momento de la firma, llamó a consultas a sus embajadores en Estados Unidos y Australia por considerar de "excepcional gravedad" el hecho.
Los franceses, como muchos europeos, celebraron cuando el demócrata Biden llegó a la Casa Blanca tras derrotar en las elecciones al republicano Donald Trump, declaradamente unilateralista, y declaró que Estados Unidos priorizaría el trabajo con los aliados.
En un lenguaje que habría sido llamativo incluso en la era Trump, el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, denunció la "puñalada por la espalda" de Estados Unidos.
Benjamin Haddad, director del centro de Europa en el centro de investigación Atlantic Council, estimó que Biden está mostrando "una especie de continuidad con el 'America First' (Estados Unidos primero) de Trump".
"La prioridad es la competencia con China. Todo lo demás es una distracción", añadió.
Afganistán, en segundo plano
La revelación de Aukus ocurre semanas después de que Biden retirara todas las tropas estadounidenses de Afganistán, lo que provocó declaraciones inusualmente fuertes de los aliados europeos, que denunciaron el rápido regreso al poder de los talibanes.
Biden asumió el cargo declarando "Estados Unidos ha vuelto" y el secretario de Estado Antony Blinken, un veterano diplomático francófono, dedicó gran parte de sus primeros viajes a Europa, un marcado cambio de tono respecto a su antecesor.
Cuando Biden asistió a una cumbre de la OTAN, la alianza occidental abordó por primera vez el tema de China. Haddad dijo que los europeos también tenían activos en tecnología y otras áreas que los hacen socios de primer nivel.
"Pero en el plan estratégico, Europa está a punto de caer al segundo peldaño", aseguró.
¿Sólo negocios?
La nueva alianza se produjo pese a que el irlandés-estadounidense Biden se distanció en el pasado de Gran Bretaña, cuyo divorcio de la Unión Europea fue considerado como un revés estratégico por legisladores demócratas.
Walter Lohman, director del centro de estudios asiáticos de la conservadora Heritage Foundation, estimó que el acuerdo con Francia sobre los submarinos estaba plagado de sobrecostes y se estaba convirtiendo en un "desastre" para el primer ministro australiano, Scott Morrison.
"Esta fue una forma de eliminarlo arteramente en el contexto de algo más grande", dijo Lohman.
"A pesar de todas las dudas sobre lo que esto significa para la alianza y el lugar que ocupa en la historia de las relaciones franco-estadounidenses, los franceses (...) entienden este negocio y juegan a la venta de armas mejor que nadie".
Sin embargo, Lohman afirmó que Estados Unidos debe encontrar formas de seguir integrando a Francia en su estrategia para Asia, pues es una potencia que ha intensificado el intercambio de información con Washington en los últimos años.
"Podemos seguir avanzando con los franceses, pero con los británicos ya vamos de la mano y lo mismo con los australianos. Hemos trabajado muy estrechamente juntos y podemos aportar eso en el Indo-Pacífico", dijo Lohman.
Carrera armamentista
Así como el mencionado acuerdo en defensa de la región indo-pacífica han ocurrido en días recientes una batería de ensayos de que ilustran la frenética carrera armamentística regional que se está intensificando por la creciente rivalidad entre China y Estados Unidos.
"Hay un poco de frenesí en el Indo-Pacífico para rearmarse", afirmó el profesor John Delury. "Hay un sentimiento de que todo el mundo lo está haciendo", añadió.
En apenas 24 horas esta semana, Corea del Norte disparó dos proyectiles desde un ferrocarril, Corea del Sur probó con éxito su primer lanzamiento de un misil desde un submarino y Australia anunció la compra sin precedentes de unos modernos submarinos de propulsión nuclear y misiles de crucero Tomahawk a Estados Unidos.
Una concatenación de eventos extraordinaria que muestra el afán de la región por hacerse con las últimas maravillas del armamento moderno, dicen los expertos.
Solo el último año, la región de Asia y Oceanía destinó más de medio billón de dólares a sus ejércitos, según los datos del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo.
"Realmente hay una tendencia al alza durante los últimos veinte años. Asia es la región donde esta tendencia creciente es más evidente", dijo Lucie Beraud-Sudreau, de este instituto.
Esta experta señala una tormenta perfecta de rápido crecimiento económico, que engrosa el dinero disponible en las arcas de los gobiernos y la cambiante "percepción de la amenaza" en la región.
Disuadir a China
China representa casi la mitad del gasto militar de Asia y ha aumentado esta partida presupuestaria anualmente desde hace 26 años, convirtiendo el Ejército Popular de Liberación en una moderna fuerza de combate.
Se estima el gasto de Pekín en 252.000 millones de dólares anuales (+76% respecto a 2011), que le permiten proyectar su poder en la región y desafiar el dominio estadounidense.
Pero los presupuestos de defensa de Australia, India, Japón, Corea del Sur y otros países asiáticos también se inflan.
Michael Shoebridge, exresponsable de inteligencia australiano, ahora en el Instituto de Política Estratégica de Australia, cree que este gasto es una reacción directa a China.
"La actual competición militar es entre China y otros países que quieren disuadir a China de usar su fuerza", dijo.
"Esta reacción crece, particularmente desde que Xi (Jinping) está al mando. Está claramente interesado en usar todo el poder que China ha ganado de forma bastante coercitiva y agresiva", añadió.
Actualmente, un 20% del gasto militar en la región responde a adquisiciones, notablemente de recursos marítimos y material disuasorio de largo alcance concebido para convencer a Pekín, o cualquier otro adversario, de que es mejor no atacar.
Shoebridge pone como ejemplo la decisión de Australia de comprar ocho submarinos de propulsión nuclear --aunque sin armamento atómico-- y misiles de crucero Tomahakw a Estados Unidos.
"Todo está pensado para elevar el coste para China de implicarse en un conflicto militar. Son una réplica bastante efectiva al tipo de capacidades que el Ejército Popular de Liberación ha estado desarrollando", afirmó.
Incluso, el refuerzo de Corea del Sur "está más impulsado por China que por Corea del Norte". "No hay una explicación a (la decisión de Seúl de construir) un portaaviones que pueda estar vinculada a Corea del Norte", estimó.
Lo mismo ocurre con la modernización del ejército de India, que hace un año protagonizó enfrentamientos con China en su frontera en el Himalaya.
La mano de Washington
Por su parte, China, orgullosa de describir su relación con Estados Unidos como "una gran rivalidad entre potencias", acusa a Washington de espolear la carrera armamentística.
En palabras del tabloide estatal Global Times, Washington "está polarizando histéricamente su sistema de alianzas".
Si la sombra de China es el principal impulso a la carrera armamentística regional, Estados Unidos no ha dudado en acelerar el proceso, ayudando activamente a sus aliados regionales a fortalecerse.
Mientras China y Japón escalaban sus programas de defensa, Washington ha estado "ayudando e incitando" a sus aliados "en nombre de la disuasión de China".