Cargado a la fuerza por seis hombres, el líder de WikiLeaks fue detenido en la Embajada de Ecuador en Londres. Por ahora, permanecerá un año en la cárcel
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DISFRAZADO de mensajero, después de estacionar su motocicleta en la calle, Julián Assange subió con sigilo las escaleras de la Embajada de Ecuador, en Londres, el 19 de junio de 2012. Fecha en que, confiado, buscaba asilo en la sede diplomática de esa nación en Reino Unido, por ser un supuesto perseguido político tras revelar miles de cables que implicaban a países y políticos envueltos en escándalos de corrupción y violaciones a los derechos humanos.
Nunca imaginó ese día que en aquel lugar, situado a las espaldas del principal edificio comercial del mundo, Harrods, pasaría al menos siete años marcados por el desespero y la incertidumbre de una posible extradición a Estados Unidos por delitos informáticos, o a Suecia por abusos sexuales contra varias mujeres.
Este jueves, finalmente, la espera -para mal- terminó. Un hombre con un copo blanco en su cabeza y una barba áspera versión Tom Hanks en El Náufrago, salió de la Embajada de Ecuador cargado por seis hombres del servicio de seguridad británico, Scotland Yard. Era Assange: demacrado, como un preso que no ha recibido la luz del sol en meses, en años.
Al igual que en 2012, los hombres del servicio secreto subieron, con el sigilo que trae un procedimiento de captura, la escalinata de la casa tatcheriana en donde hace siete años se asilaba el australiano fundador de WikiLeaks, y se lo llevaron. Él se opuso y, entonces, lo cargaron, a la fuerza.
#Envideo| Así fue detenido por la policía británica el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en la Embajada de Ecuador en Londres, donde estaba refugiado desde junio de 2012. https://t.co/fJLc1lVIEz
— EL NUEVO SIGLO (@ElNuevoSiglo) 11 de abril de 2019
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Las autoridades británicas cuentan que la operación fue llevada a cabo dentro de una sede diplomática con el propósito de capturar a un ciudadano australiano que había perdido el derecho de asilo y la ciudadanía ecuatoriana, razón por la cual era posible entrar a la Embajada tras una invitación “del embajador” de Ecuador, Jaime Merchán, dijo Scotland Yard.
Tras su detención, Assange compareció ante un tribunal, acompañado de un libro de Gore Vidal, La historia del Estado de Seguridad Nacional. Allí compareció ante un juez y luego, con el pulgar hacia arriba, fue trasladado a un lugar en Londres, a la espera de que se tome una decisión sobre el futuro de su extradición a Estados Unidos, único pedido en su contra, luego de que Suecia desestimara un caso por sus presuntos actos de abuso sexual contra varias mujeres.
El Departamento de Justicia norteamericano, como parte de la causa en contra del australiano que empezó hace más de ocho años, anunció un nuevo pedido de extradición por “conspiración para cometer intrusión informática” por haber ayudado a la exanalista de inteligencia Chelsea Manning a obtener una contraseña con la que pudo acceder a miles de documentos de defensa confidenciales, y luego divulgarlos.
Los defensores de Assange han dicho que este podría enfrentar hasta “torturas” y violaciones a los “derechos humanos” por parte de las autoridades norteamericanas y una sentencia condenatoria que decrete su cadena perpetua. Washington, en un comunicado divulgado ayer, estimó que el australiano enfrentará solo “hasta cinco años de cárcel”, desestimando por ahora la posibilidad de que pase el resto de su vida encerrado. Por ahora, el australiano permanecerá preso un año en Reino Unido, han dicho las autoridades de ese país.
Un asilo cibernético
El fin del asilo de Assange en la Embajada de Ecuador en Londres trae de nuevo el debate sobre los límites de la libertad de expresión y su aplicación frente a documentos confidenciales de los Estados. Unos dicen que la infiltración es válida por un bien supremo como la verdad sobre posibles vulneraciones a los derechos humanos; otros niegan esa versión y defienden que existen unos secretos de Estado que solo pueden darse a conocer por las autoridades de los mismos países.
Assange reveló más de 250.000 cables diplomáticos y unos 500.000 documentos confidenciales sobre las actividades del ejército norteamericanos en Iraq y Afganistán. Barack Obama decretó que estas infiltraciones significaron una conspiración contra el Estado y exhortó a las autoridades para que avanzaran en el pedido de exilio del australiano, asilado en Londres.
En medio de esa controversia y la detención de Chelsea Manning, quien luego fue liberada y hace un mes de nuevo fue capturada, la historia de Assange también se destaca por la crudeza de sus siete años de asilo en la Embajada de Ecuador, escondido en cuatro paredes con limitado acceso a Internet, lo que resulta muy llamativo al tratarse del ícono de los “hackers” en el mundo y de la libertad cibernética.
Según The Guardian -uno de los medios que reveló los cables de WikiLeaks- Assange habitó una oficina “reutilizada como dormitorio” y, al principio, durmió en un colchón en el piso. Varias veces tuvo problemas con el gobierno ecuatoriano por haber usado sus redes sociales personales para apoyar movimientos independentistas como el catalán, obligando a Quito a cortarle temporalmente el Internet.
Las dinámicas políticas en Ecuador siempre fueron una de sus preocupaciones. Aquel 2 de abril de 2017, cuando Lenin Moreno derrotó al candidato de derecha Lasso, Assange recibió la noticia como un espaldarazo para continuar en la Embajada. Nunca se imaginó que en contados dos meses el Presidente electo cambiaría sus posiciones frente a varios temas, incluyendo su asilo.
Moreno progresivamente le fue quitando beneficios. Empezó a mediados de 2017 llamándolo “una piedra en el zapato”, luego lo despistó concediéndole la nacionalidad ecuatoriana y finalmente le quitó parte importante de la protección y, en algunos momentos, el acceso a Internet. Finalmente, este jueves le revocó el asilo.
Este giro en la política de Quito ha mostrado que Lenín Moreno busca acercarse a Washington tras los distanciamientos por más de una década durante el gobierno de Rafael Correa, quien le concedió el asilo.
Pese a la captura de Assange, y su inactividad por más de siete años, WikiLeaks ha seguido publicando documentos sobre la CIA, vigilancia de organismos estatales y tácticas de Washington en negociaciones comerciales. Si llega a ser extraditado, esta plataforma probablemente desaparecerá o mutará a otra.