Las relaciones entre los tres vecinos nucleares asiáticos: Pakistán, India y China, se desplomaron a nuevas profundidades en 2020, y los expertos tampoco prevén una “distensión” para el próximo año.
En junio de este año se presentó el primer enfrentamiento que dejó muertos entre los ejércitos de China e India en los últimos 45 años, en la región montañosa de Ladakh.
Entre tanto, los lazos entre Pakistán e India también se mantuvieron tensos en medio de frecuentes enfrentamientos en la disputada frontera entre Jammu y Cachemira.
El enfrentamiento militar se dio después de la decisión unilateral de Nueva Delhi de separar a Ladakh de las disputadas Jammu y Cachemira y revocar el estatus semiautónomo de la región del Himalaya en agosto del año pasado, una medida a la que se opusieron vehementemente Pekín e Islamabad.
La región de Ladakh, que limita con China y Pakistán, sirve como la única “unión nuclear” del mundo.
En otro hecho poco común, Pakistán publicó en noviembre un expediente en el que se acusaba a la India de “planificar, promover, ayudar, incitar, financiar y ejecutar activamente actividades terroristas” en su territorio.
India, sin embargo, negó los cargos y acusó a Islamabad de “ser condescendiente” con el terrorismo.
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En su momento, Aizaz Ahmad Chaudhry, exsecretario de Relaciones Exteriores de Pakistán, explicó que las tensiones entre China e India se deben a la decisión que tomó Nueva Delhi en agosto de 2019 de crear una región separada de Ladakh administrada de manera central.
“El año 2020 fue testigo de tensiones continuas entre Pakistán e India, en vista de que este último se mantuvo en un estado de desconexión y no acordó mantener un diálogo sobre los temas pendientes”, señaló Chaudhry.
En 2020 también se registraron enfrentamientos casi a diario entre los dos ejércitos a lo largo de la Línea de Control (LdC), una frontera de facto que divide el pintoresco Jammu y Cachemira entre los dos vecinos.
Decenas de soldados y civiles de ambos bandos murieron, mientras que decenas más resultaron heridos en los enfrentamientos, mientras los habitantes de la zona fronteriza han tenido que pagar el precio del conflicto.
Deterioro de las relaciones
Islamabad durante los últimos 12 meses no dejó piedra sin remover para plantear presuntas violaciones de derechos humanos en la región en disputa, particularmente después de que Nueva Delhi revocara su estatus constitucional especial.
Jammu y Cachemira, una región de mayoría musulmana, está en manos de Pakistán e India, pero cada país la reclama en su totalidad. Una pequeña parte del territorio está administrada por China.
Varios grupos a favor de la libertad han luchado contra las tropas indias bien sea por unirse a Pakistán o por lograr la independencia.
“El deterioro en las relaciones entre India y Pakistán que comenzó en agosto de 2019 empeoró en 2020 y es poco probable que mejore en breve”, aseguró Sameer Patil, miembro de Gateway House, un grupo de expertos con sede en Mumbai.
“Los frecuentes intentos de Pakistán por destacar el problema de Cachemira a nivel internacional solo han provocado una mayor intransigencia por parte de la India”, sostuvo.
“La continua inclusión de Pakistán en la lista gris del Grupo de Acción Financiera, un organismo de control global del lavado de dinero le ha dado confianza a India de que su estrategia para presionar y aislar a Islamabad está funcionando”, agregó.
Islamabad ha estado en el radar del organismo de control desde junio de 2018, cuando fue incluido en su lista gris de riesgos de financiamiento del terrorismo y lavado de dinero después de una evaluación del sistema financiero y el mecanismo de seguridad de la nación.
Otro exsecretario de Relaciones Exteriores paquistaní, Salman Bashir, aseveró que la “obsesión” india con Pakistán generó nuevas medidas al “intensificar las hostilidades activas en la LdC mientras el bombardeo de propaganda extingue las esperanzas de una cooperación regional”.
Según el exsecretario, en lo corrido del año Pakistán estuvo “atascado” en disputas políticas internas, mientras intentaba arreglar la gobernabilidad y enfrentaba la peor parte del juego de poder global con las implicaciones regionales resultantes.
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Tanto los analistas indios como pakistaníes no ven ninguna posibilidad de una mejora en las relaciones en un futuro próximo.
Inclinación de Estados Unidos hacia la India
Chaudhry, quien dirige el Instituto de Estudios Estratégicos (ISS), un grupo de expertos con sede en Islamabad sostuvo que, dado que India no parece cambiar sus políticas hacia Cachemira ni sus vecinos, apenas hay margen para mejorar las relaciones.
Dijo, además, que la reciente inclinación de Estados Unidos hacia India ha alentado a Nueva Delhi a continuar con su enfoque “beligerante” contra sus vecinos.
Rajiv Ranjan, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Shanghái, sostiene que las relaciones entre India y China también llegaron a su “punto más bajo” este año.
“El compromiso entre India y China se encuentra en su punto más bajo en la actualidad. Y estimo que los frecuentes enfrentamientos (entre las dos partes) serán una nueva normalidad no solo a lo largo de la frontera indefinida, ya que las infraestructuras fronterizas mejoraron, mientras la competencia inherente en la región y más allá dará forma a la política regional y global”.
Agregó que el deterioro actual en el compromiso bilateral entre los dos países es el resultado de una combinación de fronteras sin resolver y un antagonismo estratégico. El profesor pidió a los países que reestructuren los mecanismos de diálogo para lograr un compromiso estable.
“Ambos países deben reestructurar los mecanismos de diálogo, resolver los factores irritantes fundamentales de su relación bilateral y realinear los intereses si quieren lograr un compromiso significativo y estable”, afirmó Ranjan.
Pekín impulsa la globalización
Chaudhry opinó que es probable que Pekín continúe presionando hacia la globalización y el “multilateralismo” con un énfasis económico, principalmente en su ambiciosa Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI).
“India se ha opuesto durante mucho tiempo a la BRI y es probable que continúe con la misma política en los próximos años”, dijo.
Bashir, que también fue Alto Comisionado de Pakistán en la India entre 2012 y 2014, describió el 2020 como un año “transformador”, pues se cuestionaron las suposiciones establecidas sobre los estados, las sociedades y la conducta interestatal en el sur de Asia.
“India sufrió una inmensa pérdida de reputación, una depresión económica sin precedentes, una agitación social y perdió sus credenciales como una democracia secular con estado de derecho y un mínimo de valores ilustrados y justicia”, expuso Bashir.
“Pakistán profundizó sus relaciones con Rusia y China e intensificó los esfuerzos para estabilizar Afganistán”.
El exalto comisionado también se refirió al papel crucial de Islamabad en el proceso de reconciliación en Afganistán, que tiene como objetivo poner fin a la guerra más larga de Washington en la historia reciente mediante un acuerdo político.
“Tres potencias nucleares geográficamente contiguas (India, China y Pakistán) deben aprender a convivir y comprometerse con ideales más elevados y con la cooperación para el desarrollo”, agregó.