La capacidad de cada país para preservar su riqueza natural así como para disminuir la afectación sobre el medio ambiente es sinónimo ahora de desarrollo humano. En ese orden de ideas, las naciones que mejor desempeño tienen en estos dos frentes no solo garantizan una mejor calidad de vida de su población sino que se ponen a la vanguardia de un concierto internacional en donde este factor tiene cada vez más peso en el escenario geopolítico.
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Una prueba de este nuevo enfoque es precisamente el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que acaba de publicar el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual incluye para este 2020 un nuevo índice experimental sobre progreso humano en el que se integran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países, entendida esta última como una medida de la extracción de materias primas en el mundo para cubrir la demanda nacional.
El IDH es una medida sintética utilizada para evaluar el progreso a largo plazo en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, el acceso al conocimiento y un nivel de vida digno.
“El poder que ejercemos los humanos sobre el planeta no tiene recedentes. Frente a la Covid-19, temperaturas que rompen registros históricos, y una desigualdad que se reproduce, ha llegado la hora de utilizar ese poder para redefinir lo que entendemos como progreso, de manera que nuestras huellas de carbono y de consumo dejen de permanecer ocultas”, explicó Achim Steiner, Administrador del PNUD.
En ese orden de ideas, la edición del 30 aniversario del Informe sobre Desarrollo Humano, titulado “La próxima frontera: desarrollo humano y el Antropoceno”, considera que las personas y el planeta estamos entrando en una era geológica completamente nueva, el Antropoceno o era de los seres humanos. En dicha era, todos los países, ya sean ricos y pobres, están obligados a rediseñar sus trayectorias de progreso asumiendo de manera plena, el estrés que está causando o ejerciendo cada uno sobre el planeta.
Así las cosas, el informe introduce una variante experimental del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Al ajustar el IDH, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de los países, para incorporar otros dos elementos: las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países.
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En ese orden de ideas, el nuevo índice ilustra la transformación que podría darse en el ámbito del desarrollo si tanto el bienestar de las personas como la integridad del planeta fueran considerados de manera conjunta como piedras angulares de la definición de progreso humano.
“La próxima frontera del desarrollo humano no debe entenderse como un dilema entre personas y el medioambiente, sino que se trata de reconocer que, hoy, el progreso humano sostenido por un crecimiento desigual y basado en el carbono es un ciclo completamente agotado”, dice Pedro Conceição, Director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.
¿Cómo se calcula?
¿Qué tanto cambia el IDH bajo esta nueva forma de cálculo?
El Índice de Desarrollo Humano ajustado por las presiones planetarias (IDHP) conserva la simplicidad y claridad del IDH original, pero tiene en consideración algunas de las complejas dinámicas a nivel de sistema que se exponen a lo largo del Informe.
El ajuste se obtiene multiplicando el IDH por un factor de ajuste, creando así el IDHP. Si un país no ejerce presión alguna sobre el planeta, su IDHP será igual a su IDH; sin embargo, a medida que la presión aumente, el IDHP será menor que el IDH. Según el Programa de Naciones Unidas dicho factor de ajuste se calcula como la media aritmética de los índices que miden las emisiones de dióxido de carbono per cápita, lo que sugiere la necesidad de reducir las emisiones de dióxido de carbono y la huella material (ambos per cápita). Esto, a su vez, requiere cerrar los ciclos de los materiales.
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En los países situados en el extremo inferior de la escala del desarrollo humano, el impacto de este ajuste es generalmente reducido. En los países con desarrollo humano alto y muy alto el impacto tiende a ser elevado, lo que implica una mayor pérdida del desarrollo humano como consecuencia de las presiones planetarias.
¿Qué encontró?
De acuerdo con la presentación general, el Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias “saca a la luz un nuevo panorama mundial con una perspectiva menos idílica y más sincera sobre el progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material, sin embargo, países como Costa Rica, Moldavia y Panamá suben al menos 30 puestos, mostrando que es posible reducir la presión sobre el planeta”.
Es decir, según los expertos del PNUD que si se tiene en cuenta la huella de carbono y la explotación de los recursos naturales, “los países ricos ya no son tan desarrollados”.
El informe revela que “ningún país en todo el mundo ha logrado alcanzar un desarrollo humano muy alto sin ejercer una presión desestabilizadora sobre el planeta”, señala el administrador del Programa, Achim Steiner.
Una prueba de los cambios que se producen al introducir esta nueva fórmula de cambio es Noruega. Dicha nación, según el PNUD, con los parámetros tradicionales IDH ocupa la primera posición en el informe de este año. Sin embargo, pierde 15 puestos si se tienen en cuenta las cuestiones medioambientales.
Otro ejemplo: Islandia, que ocupaba el cuarto puesto pierde 26 escalones; Australia, baja 72 puestos y pasa del 8 al 80; Singapur, que era el 11 cae 92 puestos. Como se dijo, más de 50 países quedan fuera del grupo de muy alto desarrollo con la nueva clasificación.
Por el contrario, “algunos países como Costa Rica, México, Colombia, Panamá o Moldavia avanzan más de 20 o 30 posiciones, señalando como es posible ejercer menor presión medioambiental. En general, toda Latinoamérica sube en la lista, dado que las caídas más importantes están entre el grupo de países más avanzados y contaminantes”.
Nuestro país
El IDH de Colombia en 2019 fue de 0.767, lo que sitúa al país en la categoría de desarrollo humano alto y en el 83º lugar de 189 países y territorios.
Entre 1990 y 2019, el IDH de Colombia aumentó de 0.603 a 0.767, un incremento del 27.2%. En la tabla A se expone el progreso de Colombia en cada uno de los indicadores del IDH. Entre 1990 y 2019, la esperanza de vida al nacer en Colombia aumentó en 7.5 años, los años promedio de escolaridad aumentaron en 3.0 años y los años esperados de escolaridad aumentaron en 5.3 años. El INB per cápita de Colombia creció en torno a un 77.9% entre 1990 y 2019.
Según el informe, a modo de ejemplo, entre 1990 y 2019, Colombia, República Dominicana y Paraguay experimentaron diferentes grados de avance de la mejora de sus respectivos IDH.
El IDH de Colombia en 2019 (0.767) es superior al promedio de los países del grupo de desarrollo humano alto (0.753) y es superior al de los países de Latinoamérica y el Caribe (0.766). En Latinoamérica y el Caribe, Colombia se compara con Brasil y México, cuyos IDH ocupan los lugares 84º y 74º, respectivamente.
El IDH de Colombia en 2019 es de 0.767. Sin embargo, una vez descontada la desigualdad, el valor del índice cae a 0.595, lo que implica una pérdida del 22.4% debido a la desigualdad en la distribución de los indicadores de las diferentes dimensiones del IDH.
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El Índice de Desigualdad de Género de Colombia en 2019 fue de 0.428 lo que sitúa al país en el lugar 101º de un total de 162 países.