El Papa ha pedido que sean muchos los países que estén dispuestos a "acoger y proteger a los afganos" cuando se cumplen cinco días de la retirada de las tropas de Estados Unidos del territorio, lo que forjó la toma del poder por parte del régimen talibán, y se han interrumpido las evacuaciones en el aeropuerto de Kabul.
"Pienso en los afganos que están buscando un refugio. Rezo por ellos para que muchos países los acojan y los protejan para que puedan tener una nueva vida", ha señalado el Papa durante el ángelus de este domingo.
Además de solicitar a la comunidad internacional una actitud de acogida ante los refugiados de Afganistán, el pontífice también ha rezado por los "que están dentro del país, para que tengan asistencia sanitaria". Asimismo, ha solicitado que el día de mañana todos los afganos "puedan vivir en paz y fraternidad con sus vecinos".
Al comentar el evangelio del día, Francisco ha criticado las actitudes de quienes "atrapados por las prisas" y por las "mil cosas que decir y hacer" no encuentran tiempo suficiente para detenerse a escuchar lo que ha definido como la "sordera del corazón" que sucede en algunas familias, pero también en la Iglesia. Así ha manifestado que "el sacerdote" tiene la obligación de "escuchar" antes de hablar y luego responder.
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Y ha asegurado a este respecto: "La sordera interior, que hoy podemos pedir a Jesús que toque y sane. Es peor que la física, es la sordera del corazón. Atrapados por las prisas, por mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quienes necesitan ser escuchados".
Así se ha referido a "los hijos", "los jóvenes", "los ancianos" y los "muchos que no necesitan tanto palabras y sermones, sino ser escuchados". Por ello ha instado a preguntarse: "¿cómo va mi escucha? ¿Me dejo tocar por la vida de las personas, sé dedicar tiempo a los que están cerca de mí?".
A continuación, ha hecho hincapié en aquellas situaciones de la vida familiar en las que "se habla sin escuchar primero, repitiendo los propios estribillos que son siempre iguales". "Incapaces de escuchar, siempre decimos las mismas cosas. El renacimiento de un diálogo, a menudo, no viene de las palabras, sino del silencio, de no quedarse estancado, de volver a empezar pacientemente a escuchar a la otra persona, a sus luchas, a lo que lleva dentro. La curación del corazón comienza con la escucha", ha asegurado.