La histórica sentencia de la Corte Suprema estadounidense de hace un año donde estableció que “La Constitución no hace referencia al aborto y ninguno de sus artículos protege implícitamente este derecho”, más que polarizar el país -como ensalzan los demócratas y organizaciones feministas- ha evidenciado el creciente apoyo ciudadano a defender la vida desde la concepción.
El 24 de junio del año pasado, la ponencia del magistrado Samuel Alito donde estipuló que “no se puede demostrar que un derecho constitucional al aborto tenga algún fundamento, y mucho menos uno 'profundamente arraigado', en la historia y la tradición de esta Nación'", fue avalada por cinco de los nueve miembros de ese alto tribunal, derogando el emblemático fallo Roe vs. Wade, proferido medio siglo atrás.
La sentencia explicó que Roe vs. Wade estuvo “incorrectamente ejecutada porque la Constitución Nacional no menciona específicamente el derecho a abortar” y que corresponde a los legisladores y no a los tribunales prohibir, avalar o restringir la interrupción voluntaria del embarazo.
De esta forma destacó, el magistrado ponente argumenta en ese fallo que “es el momento de acatar la Constitución y devolver la cuestión del aborto a los representantes electos de los ciudadanos”.
Así, al trasladar a cada Estado la responsabilidad que le compete al respecto, se inició el camino para legislar sobre dicha práctica evidenciando, a hoy, un crecimiento tanto en las prohibiciones como restricciones para la interrupción del embarazo.
Actualmente el aborto es ilegal y por tanto no sólo no puede practicarse, sino que se cerraron las clínicas que lo realizaban, en 14 estados: Alabama, Arkansas, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Idaho, Kentucky, Luisiana, Mississipi, Misuri, Oklahoma, Tennessee, Texas, Virginia Occidental y Wisconsin.
En 12 estados más, aunque está prohibido se puede realizar con excepciones específicas (cuando la salud de la madre está en riesgo) y con límites máximos de tiempo de gestación que van desde la semana seis hasta la 26. En algunos de ellos también se considera que el embarazo es fruto de una violación o un incesto.
Así en más de la mitad de Estados Unidos, la mayoría de ellos en el sur y centro del país, se han decretado prohibiciones o restricciones al aborto, que continúa permitido y legalizado en 20 más.
En varios de estos últimos también hay límite de tiempo para practicarlo y el máximo es de 26 semanas.
El impacto general de las prohibiciones o restricciones se evidencia en las cifras. De acuerdo con un estudio de la organización Sociedad de Planificación Familiar, se efectuó un promedio de 79.031 abortos por mes en todo el país desde julio del año pasado hasta este marzo, en comparación con 81.730 en abril/mayo de 2022, un descenso del 3,3%.
"Muchas personas siguen obteniendo los abortos que necesitan" pero "tienen que hacer frente a grandes obstáculos", resumió a la AFP Ushma Upadhyay, profesora de salud pública y ginecología de la Universidad de California en San Francisco, y coautora del estudio.
El cierre de clínicas en una docena de estados ha obligado a decenas de miles de mujeres a viajar. Pero no siempre es fácil. Más allá del coste económico, algunas tienen que conseguir un día libre o dar explicaciones a familiares.
En el primer trimestre, las estadounidenses pueden tomar la píldora abortiva. Pero es ilegal en algunos estados y aquellas que la compran por internet o a través de redes de ayuda "corren el riesgo de ser procesadas", señala Ushma Upadhyay.
Las mujeres obligadas a llevar a término el embarazo son "las más pobres entre las pobres" y en un país de profundas desigualdades raciales suelen ser negras o hispanas, agrega la experta.
Pero varias organizaciones defensoras del derecho a la vida recuerdan que en desarrollo de la salud sexual y reproductiva hay formas de cuidarse para evitar embarazos no deseados.
Para la experta Upadhyay, el futuro sobre el aborto es incierto ya que si bien durante este primer año muchos donantes se han movilizado para apoyar económicamente a las mujeres que ‘necesitan’ interrumpir su embarazo, "en un año o dos, estos esfuerzos privados se agotarán". Vaticina que "esto no es sostenible".
Y el panorama legal sigue siendo inestable. Cada ley restrictiva acaba en los tribunales. Se desconoce el resultado de la mayoría de las apelaciones, incluso en estados del sur como Georgia o Carolina del Sur.
Pero la principal incógnita es la píldora abortiva. En abril un juez federal retiró la autorización de comercializar la mifepristona (RU 486), que han utilizado cinco millones de personas desde que la agencia del medicamento estadounidense la aprobó en 2000.
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Batalla política
En el terreno político también se da esta batalla y más aún porque con el llamado de la Corte Suprema a que los ciudadanos se pronuncien sobre el aborto a través de la elección de sus representantes en cada Estado y a un año de la presidencial, se ha convertido en tema de campaña.
Los demócratas, encabezados por el presidente Joe Biden, un católico practicante, han convertido la defensa del derecho al aborto en una de sus prioridades. Y consideran que esa estrategia contribuyó a evitar una derrota en las elecciones de medio mandato del año pasado.
Para ganar votantes, prometen impulsar una legislación federal, en contrario con los republicanos que tiene como prioridad la defensa de la vida desde el momento mismo de la concepción, lo que han republicado con fuerza las organizaciones antiabortistas.
Entre estas destaca el grupo SBA Pro-Life, que ya ha advertido que solo apoyará a los candidatos a las elecciones presidenciales de 2024 que se comprometan a impulsar una ley que limite el aborto en todo el país.
Con el ojo en el 2024, el presidente Biden, cuyo índice de popularidad sigue debilitado, retomó su rol de primer defensor del derecho al aborto desde una convicción que de todas formas no deja de otorgarle cierta oportunidad política.
Así, obtuvo el viernes el apoyo de importantes asociaciones de defensa de los derechos de las mujeres: Las organizaciones Planned Parenthood, Naral y Emily's List oficialmente llamaron a votar al presidente y a la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris.
"Ellos no titubean" en defensa del derecho al aborto, escribió Planned Parenthood, mientras Naral afirmó que ambos líderes han hecho "más que cualquier otro gobierno para defender y expandir las libertades reproductivas", que oficializaron su espaldarazo en un acto público en Washington.
Casi en simultáneo, también el viernes en la capital estadounidense, comenzó una gran concentración del movimiento evangélico y conservador "Fe y Libertad", que tiene en la prohibición del aborto una de sus principales causas.
Intentando sacar provecho de la división que el sensible tema genera en la ciudadanía y que se evidenció en el fracaso –por estrecho margen- de los referendos contra el aborto en Kentucky y Kansas, dos estados muy conservadores, el presidente Biden ha multiplicado las declaraciones hacia las mujeres, aunque sin una mayoría fuerte en el Congreso su poder de maniobra es limitado.
De todas formas, emitió una serie de decretos para proteger marginalmente el acceso al aborto y el viernes también anunció medidas para garantizar, hasta donde sea posible, el acceso a la anticoncepción.
El derecho al aborto será el único factor que considerará un sector del electorado para decidir por quién votar para la presidencial. Según una encuesta de Gallup publicada el 21 de junio, el 28% de los estadounidenses habilitados para ejercer el derecho al voto se decirián exclusivamente según la postura de los candidatos sobre la interrupción voluntaria del embarazo./