Es la conferencia de los superlativos. Los representantes de casi 200 países se reúnen en la ciudad polaca de Katowice para afrontar cuestiones cruciales para la humanidad: ¿Podemos conseguir limitar el calentamiento global a niveles tolerables? A continuación algunas preguntas y respuestas al respecto:
¿Cuán seria es la situación?
La Tierra ya se ha calentado un grado Celsius desde 1750, la era de la Revolución Industrial. En todo el mundo hay más personas que huyen de catástrofes naturales y desastres naturales que de la guerra y la violencia.
Este año, en lugar de disminuir, las emisiones de dióxido de carbono que son dañinas para nuestro clima, volvieron a aumentar. Demasiados países están construyendo centrales termoeléctricas para generar energía y la mayoría de coches no son eléctricos. Muchas economías siguen dependientes de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas).
Hay muchas señales de alerta: los últimos cuatro años entre 2015 y 2018 fueron los más cálidos desde que se empezaron a tomar registros de temperaturas en el siglo XIX. Y los 20 últimos años han sido los de temperaturas más altas de los últimos 22. Si el mundo no cambia de rumbo, al final de este siglo el planeta se habrá recalentado entre tres y cuatro grados Celsius.
¿Qué está haciendo el mundo contra el calentamiento global?
En la conferencia de la ONU sobre el cambio climático en París hace tres años, casi 190 países acordaron limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius. Muchos países se han fijado metas de reducción de emisiones.
No obstante, los expertos coinciden en asegurar que eso no es suficiente. En un informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) se calcula que para logar el objetivo del 1,5 grados Celsius, las emisiones de dióxido de carbono se tienen que reducir para 2030 el 45 por ciento en relación a los niveles de 2010, y en 2050 no debería haber emisiones. Para conseguirlo se debería emprender una reestructuración radical y sin precedentes de la economía, que se aparte del carbón, el petróleo y el gas. Y lo necesitamos ya.
Es dudoso que los países más industrializados vayan a cumplir con esas metas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abandonó el Acuerdo de París, mientras que el nuevo presidente derechista de Brasil ha señalado que facilitará la deforestación de la región amazónica. A raíz de la intensa contaminación medioambiental en sus grandes ciudades, China está impulsando esfuerzos para dejar el carbón. Pero al mismo tiempo sigue invirtiendo fuertemente en combustibles fósiles, en lugares como Asia y África.
¿Qué se espera conseguir en la Cumbre del Clima de Katowice (COP24)?
Se espera poder aprobar un reglamento para que las contribuciones y los compromisos económicos de los países miembro con la prevención del cambio climático se puedan medir y comparar, además de que exista transparencia.
Para muchos países se trata de una cuestión de justicia. Si unas naciones son más laxas que otras en sus medidas, se da por seguro que surgirán desventajas en la competitividad. Y las naciones más pobres quieren poder confirmar que los compromisos económicos y las inversiones se realizarán. Al final con la normativa se pretende asegurar que nadie pueda ser capaz de cometer fraude.
Los ecologistas esperan que cada vez más países mejoren sus metas de cambio climático. La Comisión Europea, por ejemplo, pide que en los próximos 30 años la Unión Europea se convierta en una economía que no produzca más emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo del bloque es eliminar por completo los combustibles fósiles en diversos sectores, inclusive el de la industria y la producción de energía, así como el transporte. Otros países son menos ambiciosos.
Al final, como siempre, todo es una cuestión de dinero. Lo que se ha acordado es que las naciones más pobres reciban 100.000 millones de dólares para ayudarles a afrontar con el cambio climático, que tiene previsto programa al inicio en 2020. Pero ahora que Estados Unidos no se siente comprometido con este acuerdo y es la segunda mayor fuente de financiación, el fondo para el cambio climático necesita de nuevas inyecciones económicas.