Internacional: ¿Qué es un Estado Islmámico? | El Nuevo Siglo
Domingo, 12 de Octubre de 2014

Por Humberto Alarcón Ortiz*

Los recientes  acontecimientos del Medio Oriente han puesto de moda el tema del fundamentalismo islámico. Esta vez, bajo el nombre del Estado Islámico de Siria e Irak (ISIS por sus siglas en ingles), el tema ha captado la atención de la opinión pública mundial. Este grupo radical, que ha convertido el Islam en su bandera política, viene protagonizando una feroz resistencia en Siria frente al gobierno de Bashar Al Asad, y en Irak ha declarado el nacimiento del Califato Islámico, cuyo califa ha sido declarado su líder Abu Bakr Baghdadi.

Pero para  dimensionar el desafío que propone este grupo fundamentalista al mundo occidental es vital comenzar por reconocer que este concepto ha sido un elemento vital de su acción política. Además, se debe resolver la pregunta: ¿qué significa el Estado Islámico?

Propósito del fundamentalismo

Lo primero que hay que advertir es que esta expresión, Estado Islámico, es quizá el gran desafío no resuelto aún por los grupos y pensadores islamistas que han aparecido a lo largo y ancho del mundo musulmán. En 1947, con la aparición de Paquistán, se comenzaron a encender las esperanzas dentro de muchos musulmanes de tener un Estado con una vocación islámica. Sin embargo, la desesperanza llegó bastante pronto cuando las instituciones paquistaníes adoptaron formas laicas y seculares, al mejor estilo occidental. En este sentido, el pensador islamista Maulana  Mawdudi llegará a afirmar que Paquistán era simplemente un Estado para los musulmanes, pero que no llegó a convertirse en un Estado Musulmán.

Otro elemento importante sobre el Estado Islámico es que es un concepto del Islam político. Esto quiere decir que está asociado a una forma muy especial del fundamentalismo islámico: esa tendencia que busca en el Islam la fuente de orientación de todos los ámbitos de la vida humana, en donde se incluye la política. Este concepto es la razón de ser de aquellos movimientos sociales, políticos y religiosos que han planteado una aspiración por llegar a dirigir la sociedad, tomando el control de los Estados contemporáneos en el mundo musulmán.

En este sentido, el Estado Islámico ha sido una pretensión  de todos los movimientos islamistas, tanto sunníes como shiítas, y objeto e interés de pensadores como el egipcio Sayyid Qotb,  el paquistaní Syed Abul A´la Al-Mawdudi o el Ayatolá iraní Ruhollah Jomeini.

Aproximación del Estado Islámico

A lo largo del siglo XX y comienzos del siglo XXI, el Estado Islámico ha sido una  preocupación de islamistas y movimientos fundamentalistas, quienes han contribuido con reflexiones y apuestas institucionales. En esencia, podríamos sintetizar las reflexiones  sobre el Estado Islámico que apuntan a señalar que éste tiene los siguientes elementos: i) el Corán como pacto social fundamental, ii) el califato como forma de organización política y iii) la sharia como sistema jurídico sobre la cual se legisla y castiga. Además, el shiísmo, bajo el legado del Ayatolá Ruhollah Jomeini agregaría otro elemento: iv) el faquí, como el guía de la sociedad.

Antes de entrar a describir estos elementos que componen lo que será un Estado Islámico, debemos advertir que estos no siempre son aceptados en su totalidad por todos los movimientos islamistas, o simplemente no hay un acuerdo sobre cuál de los elementos es más importante que otro. Simplemente, los grupos y pensadores fundamentalistas plantean que el reconocimiento y aplicación simultánea de estos elementos abonarían el camino para instaurar un gobierno rectamente guiado por Dios.

Corán como pacto social fundamental

En 1928,  en la ciudad  de Ismailiya en Egipto, nació una cofradía musulmana llamada Los Hermanos Musulmanes, con el propósito de avanzar en la conquista de la autonomía definitiva de este país frente a la ocupación vritánica y el diseño de un Estado islámico. Uno de los principios sobre los cuales se creó esta cofradía fue: el Corán es nuestra Constitución. Entre septiembre de 1978 y  enero de 1979 muchos hombres y mujeres en Irán se movilizaron contra el Sha Reza Pahlevi. Uno de los eslogans de la movilización era: el Corán es nuestra Constitución. En ambos fenómenos, tanto en la cofradía como en las manifestaciones se planteaba que el pacto colectivo está en función de un libro sagrado. En esta ocasión, se trataba de un libro revelado por Dios, según la teología musulmana, a través del ángel  Gabriel al profeta Muhammad (Mahoma), a partir del año 610  y cerrado a la muerte del Profeta, en el año 632 de nuestra era.

En este marco, el Corán además de ser un texto en donde se plantea el  último pacto entre el Dios  monoteísta y los hombres,  se convierte en el principio fundamental sobre el cual se debe establecer la sociedad rectamente guiada aquí y ahora. El Corán deja de ser un texto que orienta la vida hacia la transcendencia que nos acerca a Dios y a lo absoluto, y pasa a ser un código de conducta cotidiana, que ayuda a construir los valores sociales al interior de la sociedad. En él se expresan todo tipo de aspectos y conflictos humanos, por lo cual condesa los principios básicos sobre los cuales los hombres pueden llevar a cabo el mandato divino en la tierra.

Restablecimiento del Califato

En la tradición musulmana el califa es el sucesor de Muhammad. ¿Quién debe ser el hombre que oriente y dirija la comunidad musulmana (umma islamiya)?  Este interrogante no ha sido aclarado contundentemente en el mundo islámico. Este elemento político dio lugar a la primera ruptura (fitna) al interior del mundo musulmán.

Luego de la muerte del profeta Muhammad apareció un conjunto de hombres y mujeres partidarios de que el califa podría ser cualquier hombre piadoso. A ellos se le denominó sunitas (los que acogen las enseñanzas del Profeta); a su vez, surgió otro grupo  que planteó que el califato debía estar bajo la dirección de los descendientes directos del Profeta. A éstos se les conoció como shiítas (los seguidores de Alí, primo y yerno de éste, casando con Fátima, hija del Profeta). En este marco, la tensión por el dirigente legítimo de la comunidad musulmana, quien es conocido como califa,  ha estado presente desde el año 632 de nuestra era, luego de la muerte del Profeta.

El califato ha sido el modelo político que ha brindado la cultura islámica al mundo. Así como la Grecia antigua nos heredó la polis, Roma nos enseñó el imperium y la República, y Europa desarrolló el Estado-Nación, el Islam nos dejó el Califato como la forma de administración política de los vastos territorios conquistados por los árabes (omeyas y abásidas), que luego asumió diferentes formas con  los mogoles, los persas y finalmente por los otomanos. Fueron estos últimos quienes conservaron el control y la defensa de buena parte del territorio  donde históricamente se ha  profesado y practicado el Islam (dar Islam).

Un elemento clave del califa es que desde la muerte del Profeta, este dirigente político ha sido ante todo un protector de la comunidad musulmana. Este elemento tiene dos implicaciones importantes. La primera es que el califa es un defensor directo de la fe y esto explica, por ejemplo, por qué al iniciar la Primera Guerra Mundial muchas cosas y elementos sagrados para la fe musulmanas fueron llevadas en custodia al Palacio de Topkapi en Estambul, epicentro del Califato Otomano. La segunda consecuencia  es que el califato implica el reconocimiento directo de la existencia de una comunidad de musulmanes, sobre la cual el califa se declara soberano y defensor.

En este sentido, cuando sectores dentro del Islam reivindican el restablecimiento del Califato en el mundo contemporáneo, apelan la necesidad de volver a un  gobernante que defienda la fe musulmana y restablezca la unidad de los territorios históricos del islam (dar islam). 

Luego de haber sido abolido el califato otomano por Mustafá Kemal Ataturk en 1923 se dio paso a una serie de unidades políticas, las cuales reivindican soberanías en territorios y poblaciones diversas: los nuevos Estados-Nacionales (Turquía, Arabia Saudita, Líbano, Siria, Egipto, Irak, entro muchos otros). Volver al califato es imponer esa forma especial de gobierno, en donde la defensa de la fe, de la comunidad musulmana y el restablecimiento de la integridad territorial al interior del islam se convierten en la mayor pretensión político-religiosa.

La sharia como sistema jurídico

El otro elemento esencial del fundamentalismo islámico es la pretensión de instaurar la sharia como código jurídico que regule la vida, la propiedad y el Estado. La sharia, la ley islámica, es el código normativo de las sociedades musulmanas prístinas, bajo el cual inicialmente se regulaban los asuntos litúrgicos y religiosos y que además incluía los asuntos privados y seculares. Este elemento, junto con el Corán, los hadith (hechos del Profeta) y la sunnah (costumbre o modo de comportarse) constituyen las fuentes de inspiración para la conducta de todo hombre musulmán, sobre el cual deben comportarse todos los musulmanes.

Al ser la sharia una fuente jurídica que se ocupa de legislar sobre todos los ámbitos de la vida humana, los sectores fundamentalista plantean que los Estados contemporáneos deben olvidar y alejarse del derecho secular. En este sentido, muchos sectores plantean la necesidad de volver a la práctica de la lapidación  pública de hombres y mujeres infieles, tal como ocurrió con el gobierno talibán, quien utilizó el estadio de Kabul para llevar a cabo sus juicios sumarios y la aplicación de penas.

La visión jurídica contemporánea que se desprende de la racionalidad estatal y la división clásica del código napoleónico (Civil, administrativo y penal) es menospreciada por quienes apelan a la sharia. La intención de abolir los códigos jurídicos civiles e instaurar la sharia ha sido programa de  muchos movimientos políticos islámicos como Hezbolla en Líbano, los Talibán en Afganistán, el FIS en Argelia, el partido  de Justicia y Desarrollo en Turquía o los Hermanos Musulmanes en Egipto.

La especificidad shiíta: el Faquí

Por último está la variable incorporada por el fundamentalismo shiíta, frente al concepto de estado islámico, el faquí. Este término fue acuñado por el ayatolá Ruhollah Jomeini, e implementado institucionalmente en la República Islámica de Irán a partir de 1979.

La idea del  faquí, o guía se presenta como la necesidad de mantener un líder social que guíe a la comunidad en el camino recto y puro. Este concepto se refiere a la convicción dentro del shiísmo,  quienes manifiestan que Dios ha destinado diferentes profetas para que sean éstos los que guíen rectamente a la sociedad y permitan que los hombres conozcan de Dios, con el único objetivo de llevar a cabo el plan divino. Para los shiítas, luego del Profeta, los faquí deberían ser los descendientes directos de este, lo cual se conoce como la tradición de los imanes.

La tradición del imanato, elemento fundamental en el shiísmo, hace un reconocimiento especial a la familia del Profeta, quienes por sus características están destinados a guiar a la umma. Esta corriente afirma que son los descendientes directos del Profeta quienes deben guiar a comunidad. Sin embargo, los doce imanes que descienden de Alí (primo del Profeta) y Fátima (hija del Profeta), fueron  algunos perseguidos y aislados, otros asesinados  y el último de los doce obligado a ocultarse (el Imán Mahdi), quien según la teología shií volverá al final de los tiempos a gobernar la umma.

Sin embargo, para que el imán oculto sea restablecido en el poder y tome la dirección de la sociedad, se debe  preparar los tiempos a través de un gobierno justo: el del faquí. En este sentido, el faquí aparece como un gobierno de transición que prepara el camino para el verdadero gobierno islámico directo, que sólo podrá ser ejercido por el descendiente directo del Profeta. Una característica básica del faquí es que es un experto en derecho islámico, lo cual lo habilita para orientar adecuadamente la sociedad de acuerdo a los lineamientos divinos. En la experiencia de la República Islámica de Irán esta dignidad fue  ejercida por el Ayatolá Jomeini hasta 1989 y actualmente por  el Ayatolá Jamenei.

En este marco, el Estado Islámico constituye una apuesta institucional compleja que recurre a elementos profundamente religiosos: el libro sagrado del Corán como mito fundacional de la nueva sociedad, a los musulmanes  y su fe como objeto de todos los esfuerzos de los dirigentes, al código jurídico religioso como estructura normativa y al experto en jurisprudencia islámico como líder adecuado.

En este sentido, una apuesta por el Estado Islámico plantea un reto directo al diseño institucional, laico y secular, sobre el cual se han fundado los Estados modernos occidentales.

*Politólogo de la Universidad Nacional de  Colombia. Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Magister en Seguridad y Defensa Nacionales de la Escuela Superior Guerra. Investigador del CESDAI y profesor universitario.