El aumento en el costo del dinero, producto del incremento en las tasas de interés, llega en un mal momento para los colombianos cuando deben afrontar un incremento en el costo de vida que se deriva de una inflación galopante de 7,45 por ciento anual.
Tal vez, esta es una de las razones para que el Banco de la República, posiblemente siga endureciendo su política monetaria e incremente en 25 puntos básicos las tasas de intervención como lo pronostican los mercados financieros y analistas.
Este panorama no deja de ser preocupante para el rumbo de la economía, porque mientras el Gobierno decide hacer más ajustes en su presupuesto de gasto, prácticamente le deja al ciudadano de a pie hacerse cargo del crecimiento con una mayor demanda y consumo.
Pero ante estos dos hechos, con un incremento en el valor del dinero o del crédito y mayor costo en los productos de la canasta familiar y servicios, ese hecho va a ser difícil que se presente.
¿Coincidencias?
De acuerdo con el analista Gerardo Rojas, de Gesvalores, “no es posible que el alza en las tasas de interés coincida con una alta inflación. Son dos elementos que impactan directamente en el bolsillo de los colombianos. Si en algún momento las familias van a requerir crédito para financiar objetivos de desarrollo a mediano o largo plazo, no pueden afrontar altas tasas y a la vez utilizar una mayor cantidad de dinero para hacer frente a la inflación de alimentos o en el incremento al pago de servicios y bienes, que en Colombia van casi atados a la inflación”.
Señala el experto que esta situación “puede ocasionar muchas crisis porque disminuyen los recursos en los hogares”.
Para los analistas de CorpBanca, “estimamos que el ciclo alcista en política monetaria se extenderá hasta 7%, en ajustes moderados de 25 puntos básicos cada uno. Para el encuentro de febrero estimamos un aumento de la tasa REPO hasta 6,25% nuevamente en una decisión por mayoría”.
Esta posición coincide con la percepción de Fedesarrollo, que en su última encuesta de opinión financiera, señala que “el 81% de los analistas espera que el Banco de la República aumente en 25 puntos la tasa de referencia en su reunión de febrero, luego de la sorpresa inflacionaria de enero y el aumento de las expectativas de inflación en los últimos meses. Además, la mayoría espera entre uno o dos incrementos adicionales en la tasa de intervención, y prevé que el Emisor disminuya la tasa repo en el segundo semestre del año una vez que hayan cedido las presiones de precios”.
Otros choques
Otros analistas señalan que a partir de estos incrementos, “el rumbo de la política monetaria dependerá de la disipación de los diferentes choques temporales que afectan la inflación y el desempeño económico real en 2016. Sin embargo, ante el deterioro adicional que han experimentado las perspectivas inflacionarias de los agentes luego del reporte de inflación de enero de 2016, la autoridad monetaria podría optar por ajustar la magnitud de los incrementos de la tasa repo, o mantener el ritmo gradual de ajuste por un periodo más prolongado que lo considerado inicialmente”.
La misma encuesta de Fedesarrollo estima que “el grueso de los inversionistas anticipa un escenario más retador que el previsto en la encuesta de enero. Esta percepción está condicionada por el endurecimiento de las condiciones externas, que se ve reflejado en el incremento de la prima de riesgo-país, la debilidad de la moneda y el empinamiento de la curva de referencia, entre otros”.
En sus minutas, el Emisor ha explicado que el riesgo entre inflación y crecimiento económico se encuentra desbalanceado con mayores riesgos de inflación por factores transitorios (devaluación y fenómeno del Niño), aunque con un nivel de actividad económica compatible con el deterioro del ingreso nacional, producto del choque de términos de intercambio, ante la vertiginosa caída en los precios del petróleo.
Según recientes comunicados del Banco de la República, las expectativas de inflación se mantienen elevadas al permanecer por encima del rango meta (2% a 4%). Las mediciones de la encuesta mensual aplicada a analistas del sector financiero, en un horizonte de mediano plazo (a 1 y 2 años), ubican las expectativas entre 4,5% y 3,7%, mientras que la inflación implícita en el diferencial de tasas de mercado de los TES (títulos de deuda pública) las ubican entre 4% y 5%, en horizontes aún más largos (2,3 y 5 años).
Un desborde prolongado de la inflación castiga el consumo al disminuir la capacidad adquisitiva del dinero, siendo más evidente para los agentes económicos que no tienen capacidad de protegerse (ahorrar). Así mismo, lesiona la inversión o formación de capital al incrementar los costos financieros y aumentar la incertidumbre de planear a largo plazo. En consecuencia, una inflación elevada y permanente deteriora la capacidad de crecimiento económico de largo plazo.
A partir del segundo semestre se espera que comience el descenso de la inflación como respuesta al desvanecimiento del choque climático que ha afectado la oferta de alimentos, así como a la disminución del ritmo de devaluación observado desde septiembre de 2014. Si este escenario se cumple, es muy probable que la inflación finalice 2016 cerca de 5% y el interrogante entonces es, naturalmente, si esto será suficiente para que la Junta vuelva a recortar la tasa de interés de intervención, teniendo en cuenta que la economía está creciendo por debajo de su potencial.
No obstante, y a pesar de que en ese momento las expectativas de inflación también deben haber cedido considerablemente, el amplio déficit en la cuenta corriente (6,6% del PIB a septiembre de 2015) puede evitar una reacción de la tasa de intervención a la baja. Esta situación ha sido manifestada en los recientes comunicados de política monetaria al afirmar que “el riesgo de una desaceleración de la demanda interna en exceso de la compatible con la caída del ingreso nacional continúa siendo moderado”.