Las autoridades filipinas confirmaron que el grupo rebelde que capturó a 21 observadores filipinos de la ONU en Siria insisten para liberarlos en que se retiren las tropas del régimen de Bashar al Asad de una zona situada cerca del Golán.
En el primer secuestro de este tipo desde el comienzo del conflicto, hace casi dos años, insurgentes secuestraron el miércoles a 21 observadores filipinos de la Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación (FNUOS) encargados del mantenimiento de la paz en la meseta del Golán (sur), ocupada en gran parte por el Estado hebreo.
La Brigada de los Mártires de Yarmuk, el grupo insurgente que los capturó, indicó en esa oportunidad al Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) que exigía la retirada del ejército de la región de Jamla, a 1,5 km de la línea de alto el fuego.
El viernes de mañana, el ministerio filipino de Relaciones Exteriores confirmó que los secuestradores exigían una retirada de las tropas sirias a 20 km al exterior de Jamla.
Según el portavoz de la cancillería filipina, Raúl Hernández, los 21 miembros de la FNUOS son "tratados como invitados" por los rebeldes.
Los guerrilleros sirios acusan a la FNUOS de trabajar con el ejército sirio para aplastar la insurrección contra el régimen del presidente Bashar al Asad.
Un responsable de la ONU había indicado poco antes que la FNUOS utilizaba "todos los canales para comunicarse con el gobierno sirio y con la oposición", y que iba a "adaptar" su presencia en el Golán por razones de seguridad. Ya redujo las patrullas de sus observadores.
Según el OSDH, los secuestradores también pidieron "que el Comité Internacional de la Cruz Roja garantice una salida segura de la zona de Jamla para los civiles".
Varios videos difundidos el jueves en internet mostraron a varios hombres con uniforme militar, algunos con una chaqueta azul. Uno de ellos se presentó como un miembro del batallón filipino en la FNUOS.
Lavrov: "Asad no se irá"
En el resto del país, el ejército continuaba el viernes sus bombardeos en Raqa (noroeste), la primera capital provincial que cayó el miércoles en manos de los insurgentes desde el comienzo del conflicto, así como en Homs (centro) y en Alepo (norte), según el OSDH.
El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirma estar convencido de que el presidente sirio Bashar al Asad no dejará el poder, e insiste en que su país no tiene "en absoluto" la intención de pedírselo, en una entrevista difundida el viernes por la BBC.
"No nos toca a nosotros decidir quién debe dirigir Siria. Deben decidir los sirios", declaró el ministro, reiterando así la posición rusa en el conflicto sirio que -según la ONU- causó casi 70.000 muertos en casi dos años.
A la pregunta de si había alguna posibilidad de que Rusia presione a Asad para que deje el poder, respondió: "En absoluto. Saben que tenemos por principio no intervenir en los cambios de régimen. Nos oponemos a interferir en los conflictos internos".
Además Asad "no se irá, lo sabemos con certeza. Todos los que están en contacto con él saben que no exagera", afirmó Lavrov.
El mediador internacional para Siria, Lakhdar Brahimi, se reunirá el lunes en Bruselas con los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, quienes lo alentarán a continuar sus esfuerzos para tratar de encontrar una solución política al conflicto, según fuentes europeas.
En Siria, un responsable que trabaja en la oficina del gobernador de Damasco murió este viernes al estallar una bomba que había sido colocada en su automóvil, indicó un canal de la televisión oficial, adjudicando dicho ataque a los "terroristas".
"Terroristas pusieron un artefacto explosivo en el coche de Asaad Mohanna", dijo la televisión Al Ijbariya, utilizando el término del régimen para referirse a los insurgentes que luchan contra las fuerzas de Bashar al Asad.