Los rebeldes esperaron el llamado del almuédano para acercarse a la posición del ejército sirio, atacarla y destruirla, tomando así, tras un largo combate, el control de una vía estratégica de acceso a Alepo.
Horas después de los combates, los rebeldes recogen municiones y armas. Uno de ellos saca obuses de un tanque y se los da a otro, quien los junta en la parte trasera de una furgoneta.
El suelo está lleno de cápsulas de todo calibre, de fusiles de asalto kalashnikov o de ametralladoras pesadas. Muy cerca de ahí, un camión de transporte de tropas tiene los neumáticos derretidos y todavía humea.
Bajo una gran tienda de campaña en los que habían estacionado camiones de transporte de tropas, los rebeldes vacían decenas de cajas de municiones y revisan los objetos personales que dejaron los soldados.
Un combatiente encuentra un libro titulado "El jefe y el mensaje", una biografía de Hafez al Asad, ex presidente (1971-2000) sirio y padre del actual mandatario Bashar al Asad, y lo destroza.
El día anterior, tras el llamado del almuédano a romper el ayuno de Ramadán, Rifaat Jalil ordenó tomar por asalto el puesto de control del ejército sirio. "Teníamos 150 rebeldes dispuestos a combatir, pero enviamos un primer grupo de 50 hombres", afirma este teniente que desertó y se unió a la rebelión.
Sus combatientes llegaron de todas partes y empezaron a tirar con ametralladoras pesadas o kalashnikovs. También disparaban cohetes.
"Detuvimos a 25 soldados y encontramos seis cadáveres, pero tal vez se hayan llevado algunos más cuando huyeron", agrega el oficial del Ejército Sirio Libre (ESL).
Los combates fueron violentos y duraron unas 10 horas. Al amanecer, los rebeldes hicieron las cuentas: perdieron cuatro hombres, pero se apoderaron de ocho tanques, uno solo fuera de uso.
"Podremos usarlos para combatir en Alepo", la segunda ciudad de Siria, que el ejército de Asad intenta reconquistar, dicen los rebeldes, mientras disparan al aire ráfagas de kalashnikov.
"Los soldados huyeron como ratas", dice, bromeando, uno de los rebeldes. "Bashar, no te vayas que te vamos a capturar", dice otro, sentado en cajas de municiones, en la parte trasera de una camioneta sobre la que flamea la bandera negra con letras blancas de los islamistas.
"Esta victoria refuerza la posición de los rebeldes en Alepo y, si Dios quiere, todos los insurgentes van a dirigirse hacia Alepo y liberarla de las manos del gang de Asad", estima el teniente Jalil.
Un eje vital para abastecerse en armas
Alepo, pulmón económico del país, está justo detrás de la colina que domina el puesto militar. Ahora los rebeldes controlan una de las principales carreteras entre la frontera turca y el norte de Alepo. Se trata de un eje vital para abastecer en armas, gasolina y víveres a los rebeldes que están combatiendo desde hace tres días en Alepo.
Los rebeldes ya habían intentado en mayo pasado conquistar esta posición del ejército sirio. Se encontraban en Anadan, a sólo algunos cientos de metros de ahí, pero su presencia provocó bombardeos. Los primeros habitantes huyeron en mayo y, tras los intensos bombardeos de junio, la ciudad quedó totalmente vacía. Hoy en día, es una ciudad fantasma.
"Los habitantes dejaron las puertas de sus casas abiertas y se fueron", cuenta el general Firzat Abdel Naser, comandante del ESL en Anadan. Para este oficial que desertó en junio, "todo el campo alrededor de Alepo ha sido liberado, salvo tres posiciones del ejército de Asad".
En el cielo, un helicóptero vuela lejos del suelo, se detiene en el aire y luego se va. "Antes, el ejército bombardeaba día y noche. Pero ahora el régimen tiene mucho que hacer en Alepo y sólo bombardean de día", explica.