Siete años después de empezar sus trabajos, la investigación oficial sobre el papel del Reino Unido en la guerra de Irak presentará hoy sus conclusiones y se espera que no sean benignas con el primer ministro de la época, Tony Blair.
La Investigación Chilcot -por John Chilcot, el diplomático que la preside- se inició en 2009, cuando las tropas británicas de retiraron de Irak, y su misión era investigar la decisión de participar en la guerra de 2003 y la ocupación subsiguiente.
Miles y miles de iraquíes murieron en la guerra y en el brutal conflicto sectario que le siguió, además de 179 soldados británicos, cuyos familiares quieren respuestas.
La invasión fue polémica en su tiempo y se llevó a cabo sin un mandato explícito del Consejo de Seguridad de la ONU, con Estados Unidos y el Reino Unido alegando que el régimen de Sadam Husein contaba con unas armas de destrucción masiva que nunca aparecieron.
Aunque Blair dimitió en 2007, su credibilidad nunca se recuperó de aquello, y gran parte de los británicos creen que nunca debió haber metido al país en el avispero.
Un informe de 2004 sobre la información de los servicios de inteligencia que se usó en aquel momento encontró que se habían exagerado las evidencias, aunque el autor, Robin Butler, dijo el lunes que Blair "creía de verdad" que estaba haciendo lo correcto.
El Informe Chilcot no terciará sobre la legalidad de la decisión, pero las filtraciones sugieren que dejará a Blair en mal lugar por cómo tomó las decisiones.
Sus detractores aguardan el informe con impaciencia, y el ex jefe del gobierno escocés Alex Salmond está buscando apoyos en el Parlamento para abrir un proceso de "impeachment", destitución, o para llevarlo a los tribunales.
El "impeachment", que puede ser retroactivo, se usó en el Reino Unido por última vez en 1806 y se considera obsoleto, pero podría recuperarse para castigar a Blair de manera simbólica, porque ya no ocupa ningún cargo.
Salmond dijo el domingo a Sky News que "es necesario saldar cuentas política o judicialmente".
Blair no quiso hacer comentarios antes de la publicación del informe, pero en su momento lamentó la pérdida de vidas, pero no haber derrocado a Sadam Husein.
El informe tiene 2,6 millones de palabras -más de cuatro veces superior a "Guerra y paz", de León Tolstoi- y su elaboración costó 10 millones de libras (11,9 millones de euros, 13,3 millones de dólares). Más de 120 personas aportaron su testimonio.
La guerra, que en su punto álgido contó con 46.000 soldados británicos, la mayoría desplegados en el sur, alrededor del nudo petrolero de Basora, todavía pesa en la política británica. Desde entonces, los gobiernos británicos son mucho más reticentes a enviar tropas al extranjero, por ejemplo en Libia y Siria, y el Partido Laborista de Blair sigue fracturado./AFP