Pese a los esfuerzos que han realizado la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB), con sus programas de gestión, y la administración distrital con la estrategia de mejoramiento del modelo de gestión tributaria hacia uno simple, equitativo, respetuoso, transparente y progresivo, persisten obstáculos que hacen que la informalidad empresarial se convierta en un objetivo claro y deseable.
Según datos de la CCB y de la Secretaría de Hacienda, la informalidad empresarial en la ciudad llega al 47 por ciento y la informalidad laboral llega al 42 por ciento. Los mayores niveles de informalidad están asociados a pagos de aportes a seguridad social, parafiscales e impuestos.
De acuerdo con los últimos estudios de la CCB, la informalidad afecta a las empresas más pequeñas, con ingresos mensuales inferiores a los 3.400.000 pesos, con menos de 5 empleados, y activos por debajo de 249 millones de pesos. A su vez, a partir de la base tributaria para el impuesto de Industria y Comercio (ICA), cerca de 180.000 contribuyentes medianos y pequeños del régimen común (88 por ciento del total de contribuyentes del tributo) aportan el 20 por ciento del recaudo y deben cumplir con las mismas obligaciones de los 6.000 contribuyentes más grandes que aportan el 80 por ciento.
En el país se han hecho importantes esfuerzos para incentivar la formalidad empresarial, pero persisten obstáculos que hacen difícil a las empresas más pequeñas ingresar y permanecer en la formalidad. Por ejemplo, el 45 por ciento de las empresas que se acogieron en Bogotá en el 2011 a los beneficios de la Ley 1429 del 2010, no lo hicieron en el 2012.
Entre las razones que inciden en este comportamiento se encuentran los trámites y costos asociados a la puesta en marcha de una empresa, muchos de ellos locales y nacionales. En la práctica, para los pequeños empresarios, los costos de permanecer en la formalidad son superiores a su capacidad de pago, y en los tres primeros años de vida de la empresa, es cuando las empresas son más vulnerables, de acuerdo con la CCB.