A su particular modo, decenas de miembros del movimiento social español conocido como "los indignados" participaron este jueves en la huelga general en Madrid, dificultando el tráfico con convoys de bicicletas y durmiendo en la calle una enorme "siesta colectiva".
Este movimiento sin líderes organizó sus propios actos de protesta durante la jornada de huelga convocada por los grandes sindicatos contra la reforma laboral, las medidas de austeridad y el creciente desempleo.
Varios cientos de manifestantes, muchos con bicicletas, se sentaron en el suelo y corearon "¡Esta crisis no la pagamos!" ante la mirada atenta de decenas de policías antidisturbios.
Horas antes decenas de manifestantes en bicicleta habían invadido la autovía M30 dificultando el tráfico en esta ruta de circunvalación interna y otros grandes ejes de la ciudad.
"Somos un movimiento alternativo, buscamos formas alternativas de protestar", explicó Pedro Navarro, estudiante de 23 años.
Durante la tarde el movimiento planeaba asimismo celebrar una "siesta colectiva" en la céntrica plaza madrileña de Cibeles.
"Llevaremos el pijama, almohadas, y todo lo necesario para recuperarnos de un día de huelga a cuestas. Para hacer visible que este día nos juntamos para parar", afirmaba el movimiento en su página web.
España vive una huelga general marcada por pequeñas protestas antes de la gran movilización de la tarde contra la reforma del mercado laboral y las políticas de austeridad decretadas por el gobierno, bajo estrecha vigilancia de la Unión Europea (UE).
Llevando chalecos rojos con las siglas de los dos sindicatos mayoritarios convocantes de la huelga, CCOO y UGT y con banderas y pancartas en las que se podía leer "Reforma laboral, No" o "Huelga general", los huelguistas paraban a los trabajadores para informarles sobre el paro.
Centenares de ellos se concentraron posteriormente en el centro de Madrid, preludio de la gran manifestación, que culminará en la tarde de este jueves la movilización, vigilados de cerca por un imponente dispositivo policial, que ocupó la conocida Puerta del Sol.
"Así, así. Ni un paso atrás con la reforma. Huelga general", coreaban los manifestantes, algunos de los cuales llevaban pegatinas con el lema "No a la reforma laboral del despido barato", mientras antes, se manifestaban en bicicleta, ralentizando el tráfico.
"La huelga general ha sido un éxito", insistieron a media mañana los secretarios de organización de CCOO y UGT, Antonio del Campo y José Javier Cubillo, que cifraron en un 85% el seguimiento de la movilización, mientras el gobierno mantiene que "la normalidad en los centros de trabajo españoles es muy elevada".
Para la poderosa patronal CEOE la huelga está teniendo "un seguimiento desigual", con una "mayor incidencia en el sector industrial y territorialmente en el norte del país, así como en algunas grandes ciudades".
Los sindicatos protestan contra una reforma del mercado laboral, aprobada el pasado 11 de febrero por el gobierno de Mariano Rajoy con el fin de relanzar la creación de empleo, en un país con una tasa de paro récord del 22,85%, que castiga especialmente a los jóvenes de menos de 25 años (48,6%).
Los promotores de la protesta, en cambio, consideran que sólo abarata el despido y aumentará la destrucción de empleo.
El propio ejecutivo ha admitido la destrucción de 630.000 empleos en 2012 y un paro del 24,3% a final de año.
"Va a haber una gran huelga en España a pesar del miedo", aseguraba el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, apuntando a uno de los principales hándicap de la huelga que podría limitarla: el miedo de la gente a perder su trabajo.
"Entiendo que hagan la huelga. La reforma sólo sirve para que te echen más fácilmente y con menos dinero", dice a la AFP Pedro Moreno, vestido con su uniforme de reponedor de un gran supermercado de las afueras de Madrid.
"Pero, no están los tiempos para andar perdiendo días de trabajo", añadió este hombre de 32 años, en el intercambiador de la madrileña Plaza de Castilla, uno de los principales nudos de comunicaciones del norte de Madrid.
"Hoy no voy a hacer huelga porque hacer huelga es también cooperar con la crisis y perder millones de euros que necesitamos para salir de ella", afirma por su parte, Carmen Sánchez, de 45 años, una funcionaria, que espera su tren en la estación de Atocha de Madrid.