La plaza Tahrir de El Cairo se preparaba para una manifestación contra el "golpe constitucional" de los militares que acaban de arrogarse prerrogativas que les permiten mantenerse en el poder sea cual fuere el resultado de la elección presidencial.
Los dos protagonistas de la elección que culminó el domingo, el candidato de los Hermanos Musulmanes Mohamed Mursi y el ex primer ministro del presidente derrocado Hosni Mubarak, Ahmed Shafiq, aseguran, cada cual por su lado, haber ganado los comicios, cuyos resultados oficiales se conocerán el jueves.
Las manifestaciones fueron convocadas por organizaciones juveniles de militantes prodemocráticos y por la cofradía islámica de los Hermanos Musulmanes, primera fuerza política de Egipto y rivales históricos de los militares que dominan el sistema desde la caída de la monarquía en 1952.
El mitin está programado para la tarde y se prevé una marcha hacia el Parlamento, ubicado en las inmediaciones de la plaza.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), en el poder en Egipto desde la caída de Mubarak en febrero de 2011, anunció el lunes su voluntad de entregar el ejecutivo al futuro presidente antes de fin de mes.
Pero mantendrá el poder legislativo y controlará otros sectores institucionales en nombre de "un equilibrio de poderes".
En la práctica, el próximo jefe del Estado se encontrará en la incapacidad de implementar leyes sin la aprobación de los militares, que decidieron retomar el poder legislativo, tras la disolución de la Asamblea del Pueblo, dominada por los islamistas.
Esta disolución fue pronunciada el sábado por el ejército sobre la base de un dictamen judicial que invalida el modo de escrutinio de las legislativas celebradas de noviembre a enero pasados. No se espera que haya nueva Asamblea antes de fin de año.
Los Hermanos Musulmanes y los partidos de la corriente "revolucionaria", equipararon la disolución con un "golpe de Estado constitucional", en beneficio de los generales del CSFA que en la práctica convierte la presidencia en un envoltorio vacío.
"Los Hermanos (Musulmanes) y el ejército se preparan para la batalla del Parlamento", escribió el cotidiano liberal Al Wafd.
Unas 30 personas se manifestaban delante de la sede del Parlamento contra la disolución de la Asamblea. El acceso al edificio estaba bloqueado por policías antimotines para impedir que los diputados ingresaran, constató la AFP.
El ejército se reserva también el derecho de intervenir en el proceso de redacción de la futura Constitución y mantendrá el control sobre el sistema represivo gracias a los servicios secretos y a la policía militar, autorizados a detener a los civiles.
Se reserva igualmente todas las cuestiones que le conciernen directamente, entre ellas el nombramiento o la revocación en el seno de su jerarquía, protegiéndose así de eventuales cambios promovidos por el futuro presidente.
Estas nuevas disposiciones están contenidas en una "Declaración constitucional complementaria" publicada el domingo por el CSFA, cuando terminaba la votación de la segunda vuelta de la presidencial.