Indígenas quieren estar on line | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Abril de 2015

Disfrutar de las comodidades que brinda la tecnología para que sus niños disfruten de una educación más actual o de los avances de la medicina occidental, se suman a los anhelos que tienen los pueblos indígenas del Amazonas, junto a otros como son que sus territorios sean respetados y no los usen para explotación minera ilegal.

El Ejército, la Armada Nacional, la Policía y la Fiscalía trabajan en un esfuerzo para neutralizar la acción de las redes de narcotraficantes que buscan burlar la acción de las autoridades y viajan por  vía fluvial hacia Brasil con cargamentos de clorhidrato de cocaína, base de coca y de marihuana.

“La actividad es notoria y utilizan vastas zonas de la selva amazónica para los cultivos ilegales y, además, camuflan los laboratorios rústicos, en un esfuerzo para evadir la acción de la Policía y las autoridades”, dijo a EL NUEVO SIGLO un agente de inteligencia.

A esta actividad criminal, también se suma la minería ilegal en la que, al parecer, participan ciudadanos del Brasil en ríos nacionales, causando graves daños al ecosistema.

Precisó que en las últimas semanas dos gigantescas dragas fueron inmovilizadas por las autoridades colombianas en aguas del río Putumayo.

En cuanto a la presencia de la guerrilla, precisó que “algunos campesinos cuentan a las autoridades que han visto movimientos de presuntos integrantes de las Farc que se desplazan hacia los corregimientos de Tarapaca y de La Pedrera, pues en La Chorrera se tiene conocimiento que deambula un reducto de ese grupo armado al margen de la ley”.

Modernización

Mientras tanto, Gil Farekatde Maribba, asesor de la organización de cabildos y autoridades indígenas de La Chorrera, dijo que el corregimiento  es considerado como un asentamiento antiguo, protagonista de episodios dramáticos de la historia de la Amazonia colombiana por la economía extractiva del caucho natural desde comienzos del siglo XX y que se prolongó hasta el año 1932, cuando se registró el conflicto colombo-peruano, mediante el cual Colombia recuperó la soberanía de los territorios del sur.

Aseguró que luego del conflicto colombo-peruano, las comunidades indígenas iniciaron un proceso de reconstrucción social para fortalecer su autonomía cultural y territorial, que se plasma en el Plan de Vida vigente de los pueblos indígenas hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce.

El dirigente indígena aseguró que “esta es una cultura milenaria y con ella sobrevivimos. Nosotros sí conocemos y sabemos qué es ser colombiano, porque en el conflicto colombo-peruano, el Ejército fue el que nos trajo y por ello si entendemos este hecho y por esta razón nosotros estamos con las cosas legales”.

Aseguró que “en  nuestra cultura, los hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce, nos permite conservar  nuestro idioma propio, pero también hablamos español y queremos formarnos como personas bilingües. Nosotros tenemos que fortalecer el apoyo espiritual para mantenernos como hasta la fecha lo hemos logrado y también para mantener una buena relación con los militares”.

Explicó Gil Farekatde Maribba  que “en La Chorrera la comunicación es difícil y las distancias son enormes, pero nosotros estamos haciendo patria y estamos defendiendo este territorio y siempre lo vamos a seguir haciendo”.

“Nos preocupa la comunicación, porque es el problema número uno. Necesitamos la interconectividad, porque a pesar de que contamos con una torre de comunicaciones, no es suficiente.  Para nosotros comunicarnos por internet es sumamente difícil, pues la señal se pierde a cada momento y en muchas oportunidades tarda horas y días en regresar esa comunicación, afectando a nuestros estudiantes, afectando los enlaces con las comunidades indígenas y con las instituciones, esa es una gran dificultad”, dijo el líder indígena.

Agregó que “nosotros no podemos estar exentos de la tecnología y avances que nos ofrece el mundo a pesar que queremos seguir siendo indígenas. Nuestros indígenas no tienen cómo comunicarse cotidianamente a través de internet y nuestros estudiantes sufren las consecuencias de esos cortes y la deficiencia en el sistema. Aquí vivimos 3.187 hombres, mujeres y niños. Estamos divididos en cuatro pueblos indígenas: Huitoto, Bora, Okaina y Muinane, ubicados sobre el curso del río Igaraparaná”.

Con la medicina

Gil Farekatde Maribba afirmó en su diálogo con EL NUEVO SIGLO que “en materia de salud la situación es muy precaria por las distancias y la dificultad en las comunicaciones y en especial con las EPS  y las IPS con los medicamentos.  Las distancias son enormes y el transporte aéreo se limita por sus costos y por esta razón afrontamos un problema serio en materia de salud”.

Sin embargo explicó que “gracias a la medicina ancestral estamos aquí, pero hace falta el acompañamiento y el complemento de la medicina convencional”.

Añadió que “nosotros  somos conscientes que la medicina propia requiere la convencional, porque las dos son necesarias. Nosotros aplicamos la medicina tradicional en las comunidades para tratar las enfermedades propias, pero las que no son nuestras las tenemos que complementar con la medicina convencional”.

“Las enfermedades que son ajenas a nuestras comunidades están relacionadas con las de transmisión sexual que fueron adquiridas después de tantos conflictos registrados en esta jurisdicción. Las enfermedades venéreas no tienen origen en nuestra cultura y un médico curandero no sabe su tratamiento y ahí afrontamos dificultades y es necesario acudir a la medicina convencional para su tratamiento, porque los dos conocimientos son complementarios. Nosotros buscamos que las dos medicinas nos protejan”, indicó.

Rechazo a la violencia

De otra parte, el asesor de la organización de cabildos y autoridades indígenas de La Chorrera, señaló que las comunidades rechazan todo lo que tenga relación con la violencia y con el porte de armas de fuego.

“Nosotros por principio todo lo que tenga que ver con armas o con violencia no es aceptado. Para nosotros un individuo de nuestra cultura que por alguna situación tome las armas y se vaya con un grupo armado al margen de la ley, entonces deja de ser indígena, de ser nuestro hermano y miembro de la comunidad”, preciso Maribba.

Señaló que “a lo largo de este territorio Azicatch contamos con 22 cabildos, es decir, 22 gobiernos locales que están encargados de evitar que estos hechos se presenten. Por estos controles tenemos esa confianza de decir que ellos -los guerrilleros de las Farc- no están en nuestros territorios a pesar de que pasan cerca a nuestros pueblos. Puedo afirmar que ellos no tienen un espacio en nuestros cabildos”.

Sin embargo, el dirigente indígena reveló a EL NUEVO SIGLO que “aquí tenemos varios casos de indígenas que se han ido con ese grupo armado ilegal, pero realmente son muy pocos y se pueden contar en una mano”.

Expresó que “siempre hay rebeldes en todas partes y cuando toman esa decisión de incorporarse en la guerrilla, entonces nos están desobedeciendo y faltando a sus seres queridos y a nuestra cultura y a nuestra Constitución. Desde este punto de vista nosotros hemos sido muy claros con ellos al decirles que como tomaron esa decisión, entonces ya no son miembros de nuestra familia”.

Aseguró que “para nosotros no es doloroso dar ese paso, porque sabemos que dejaron de ser indígenas, dejaron de ser hijos del tabaco, la coca y la yuca dulce.  Ellos ignoran nuestro principio cultural y por esta razón no los  consideramos nuestros hermanos y ellos lo saben”.    

La Guardia

El comandante de la Guardia Indígena, Calixto Cuiro, por su parte aseguró que ejerce el control y la seguridad en la comunidad y sostiene una permanente comunicación con el Ejército acantonado en la base militar La Chorrera.

“Nosotros les prestamos seguridad a los militares y ellos lo hacen con nosotros. Ese es el trabajo que hacemos diariamente. Todos los días nos comunicamos, porque nosotros, los de la Guardia Indígena, representamos la autoridad y solucionamos inmediatamente los problemitas que se presentan”, acotó Cuiro.

Dijo que “si hay que castigar, se castiga y si hay un hurto, entonces rescatamos lo robado y lo devolvemos a su propietario y sometemos a los infractores a nuestras normas que son estrictas y rígidas”.

Expresó que los hechos de alteración entre las comunidades indígenas son pocos, pero la guardia indígena está vigilante y decidida a actuar en el momento requerido.

Agregó el comandante de la Guardia Indígena, que por fortuna por estos lados se respira paz, “pero es necesario que todos pongamos nuestro granito de arena para que la paz llegue a todo el país y podamos marchar por los senderos del progreso y desarrollo”.

En busca de la fe

De otro lado, el sacerdote Jorge Alfredo Díaz Santos, párroco del corregimiento de Tarapacá, en el Amazonas,  afirmó que la iglesia católica viene trabajando muy duro para recuperar la fe en esta vasta región del  Amazonas.

“La iglesia perdió a feligreses debido a las difíciles condiciones de movilidad, debido a que la situación de orden público es un poco compleja  e igualmente la situación intercultural”, señaló.

Explicó que “aquí conviven por lo menos siete tribus indígenas  que trabajan muy duro para sobresalir y progresar. Tarapacá es una  población que adquiere unos pequeños repuntes de desarrollo, pero al mismo tiempo no se da esa gran posibilidad para poder concretar esos procesos  y salir adelante y sacar los productos de la región, precisamente por las difíciles condiciones de movilidad”.

“La situación es muy difícil por la limitación de las comunicaciones, porque se cuenta solo con el apoyo de la Fuerza Aérea Colombiana, FAC,  para poder salir del corregimiento por vía aérea, mientras que también se puede hacer por Satena, pero por sus costos no es asequible para los habitantes. Sin embargo, hay otros vuelos fuera de Tarapacá para poder viajar hacia Leticia, pero muy caros para nuestros habitantes”.

De otro lado, el párroco indicó que los ciudadanos de esta jurisdicción ven en la minería ilegal una fuente de ingresos para poder vivir modestamente,  proteger y alimentar a sus familias. “Creo que es necesario que el Gobierno Nacional e incluso la misma Gobernación del  Amazonas adopten medidas especiales y estrategias para buscar soluciones a la difícil situación que se registra en esta región”.

De otro lado, el sacerdote reveló que  “en Tarapacá hubo un momento de florecimiento de la fe muy grande, pero ahora se registran grandes descensos por el abandono de la misma Iglesia católica.

“Ahora es necesario volver a encontrar lo que dejamos abandonado nosotros los sacerdotes, precisamente por la dificultad con las comunicaciones y vías de acceso a las comunidades, debemos trabajar muy fuerte para que nuestros feligreses regresen a la iglesia y recuperen la fe, es un trabajo muy duro, pero necesario”, acotó.

“Mi trabajo se desarrolla por los ríos Cotue y Putumayo e incluso voy a visitar las comunidades de Brasil en Ipiranga  y hasta Guapapa, en el Perú. Trabajo para volver a recuperar lo que algunos sacerdotes abandonaron, precisamente, por la dificultad para sus desplazamientos”, aseguró.

Habla colono

Luis Flórez, representante legal de una asociación de madereros, pidió al Gobierno Nacional tomar medidas claras y precisas para ayudar a los habitantes de los corregimientos del departamento del Amazonas que están abandonados a su suerte.

“Necesitamos que nos ayuden, que nos permitan vivir del aprovechamiento de la madera, pero con las correspondientes medidas de restricción y, además, como se hace en otras naciones, con la siembra de especies de rápido crecimiento que nos permitan trabajar e ir renovando esos cultivos”, insistió el señor Flórez.

“Aquí la agricultura y la ganadería son limitadas, vivimos de la minería artesanal y de la pesca, especialmente, pero quiero decir que por el hecho que estemos en lugares apartados del país, somos colombianos y esperamos que la paz llegue a todo el territorio nacional a la mayor brevedad posible, para que los recursos de la guerra sean invertidos en bienestar de los colombianos y por supuesto para el progreso y desarrollo del país”, agregó Flórez.